En una gacetilla, el magistrado explica que se trata de "un paralelo entre las gestiones en la aduana de Juan Carlos Delconte y la de Gustavo Parino. La primera emblema de una aduana vaciadora y fraudulenta. La segunda, una aduana boba sin mecanismos de control inteligente, lo que generó un gran agujero negro en las estructuras de control implementadas en esa administración. La corrupción estructural, el contrabando institucionalizado y su irremediable consecuencia: un inconmesurable y devastador perjuicio al erario público".
El juez sostiene que hay dos razones fundamentales de sospecha de la existencia de "corrupción" en la Aduana, a lo que denomina "tufillo", una sería la de "la corrupción de la Aduana de Del Conte, cuya adminstración es atribuída por no menos de veinte testigos en el expediente judicial a un fallecido dirigente político". De ahí a una elemental especulación: una usina delictiva generadora de incalculables recursos económicos destinados a fines “non sanctos” (¿financiamiento ilegal de las campañas políticas?)"-se pregunta Tiscornia-."Otro tufillo, lleva a preguntarnos si el gran agujero negro, resultante del diseño de una aduana de servicio durante la gestión de Parino no fue la simple resultante de la institucionalización de la sobrefacturación (en las exportaciones privilegiadas con reintegros) y de la subfacturación (en las importaciones) con el fin de darle un cierre formal a una distorsionada (y por lo tanto artificial) lectura del saldo favorable de la balanza comercial.