Pero el viernes, como por arte de magia, el panorama cambió por completo para la suerte de Alderete. A las 11, la Sala I -además de Riva Aramayo, la integra Horacio Vigliani, quien sin estar identificado politicamente con el menemismo, suele votar en consonancia con la influyente camarista- rechazó la recusación de Arslanián y mientras eso ocurría -como en un operativo pefectamente sincronizado- Bagnasco lo mandaba a detener previo seguimiento de sus pasos desde el día anterior. Despistó a la prensa hasta pocos minutos antes que una comisión de la Policía Federal sacara a Alderete desde el estudio de un abogado adonde se había refugiado, convencido ya que sus horas en libertad estaban contadas. ¿Qué pasó en esas 24 horas para que Bagnasco, un juez considerado serio, cambiara tan drásticamente de opinión? La denegatoria por parte de la Cámara del beneficio de la exención de prisión es un dato más que elocuente para que el juez, en caso de haber tenido un criterio contrario, cambiara de parecer en forma instantánea.
hugo morales / dju
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