A Salinas se lo acusa de haber efectuado un disparo con una pistola 9 milímetros, a Daniel Héctor Coria, cuando se encontraba cumpliendo un servicio de guardia en la calle Perón 2471.
Salinas argumentó que se encontraba de guardia, esa noche y que una patota que se desplazaba causando daños en la vía pública, molestando a los transeúntes. Cuando los malvivientes comenzaron a patear una persiana de un comercio, hizo sonar un silbato, llamando la atención. La respuesta de la patota, fue agresiva y bajo un estado de descontrol le propinaron insultos, al tiempo que el prefecto necesitó el arma para ahuyentarlos y en un disparo intimidatorio hirió a uno de los integrantes del grupo, sin apuntar y desde casi 60 metros, causando la muerte de Daniel Coria.
La cuestión que estaba pendiente era la que surgía de la versión alegada por Salinas, al ser indagado en torno de si había sido atacado por el grupo de jóvenes, y si el disparo fue producto de su legítima defensa. Los testimonios de los compañeros de Coria, contradicen la versión del ahora procesado y por el subinspector Rinaldi, quien no advierte una escena de agresión con piedras, como había declarado Salinas, además se comprobó que el pedido de auxilio de Salinas se hizo después de haber efectuado el disparo.