En ese status esta el término “parte querellante”, imprescindible cuando el delito es de instancia privada, pero no cuando el delito es de acción pública. Sin embargo unos y otros se reclaman por un lugar en cada proceso, sobre todo en aquellos con aspectos rimbombantes. El último capítulo de esta saga de los acusadores tuvo como protagonista al número 2 de la Oficina Anticorrupción con el cargo de Director de Investigaciones, Carlos Manuel Garrido, destinatario del señalamiento de las filosas uñas de la otrora poderosa María Julia Alsogaray, quien asegura que las filtraciones periodísticas de las causas en su contra salen de su boca. La ingeniera le pidió al juez Adolfo Bagnasco ser tenida como parte querellante en la causa que le inició al funcionario, pero el juez le negó la posibilidad, debiendo apelar la medida a la espera que la cámara la revierta. El sorteo de ocasión no debió alimentar mucho sus expectativas por haberse radicado en la Sala I, ya que la ex Secretaria de Medio Ambiente estaba anoticiada de que en ese tribunal Garrido se desempeñaba como secretario antes de ser convocado para secundar a José Massoni. Paradojas del destino, los jueces Luisa Riva Aramayo y Horacio Vigliani hicieron lugar al pedido de la ex funcionaria. No hay peor astilla que la del mismo palo.
hugo morales / dju
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