La paciente, miembro de los Testigos de Jehová y cuya identidadno trascendió, padecía gangrena gaseosa y necesitaba ser intervenida quirúrgicamente en el Hospital Rawson, donde se encontraba internada.
Ante su negativa a recibir sangre, el médico responsable de su atención, Ernesto Mac Loughlin, recurrió el viernes pasadoal juez de 21 Nominación, Carlos Sem Rodríguez, para queresolviera la cuestión ética y ordenara la transfusión.
En un rápido trámite y luego de hacerse presente en el nosocomio, el magistrado resolvió, ateniéndose a lajurisprudencia de la Corte Suprema, que no existe norma algunaque obligue a la enferma a transfundirse.
Consideró también que no hay norma que autorice al tribunal a tomar tal decisión supliendo su voluntad expresada libremente,que además contaba con la aprobación de los familiares de lapaciente, quienes se manifestaron concordantes en respetar suvoluntad. "No puede el tribunal violentar la decisión de lapaciente, pues ello importaría un abuso de autoridad, sinperjuicio de que, si la internada y sus parientes deciden locontrario, se pueda realizar tal procedimiento", dictaminó eljuez.
Por su parte el médico, en declaraciones periodísticas, destacó que recurrió a la Justicia respetando su juramento hipocrático de "sostener la vida", y que en sus 32 años de práctica profesional, es la primera vez que vive una situación semejante.
Admitió Mac Loughlin que "al principio me sorprendió" la decisión del juez Sem Rodríguez, pero que "luego reflexioné ycreo que la Suprema Corte ha sentado el precedente tomando encuenta la priorización de ciertos derechos sobre otros".
El antecedente del máximo tribunal del país se fundamentaría en el artículo 19 de la Constitución Nacional, que concede alas personas la prerrogativa de disponer de sus actos, de suobrar, de su cuerpo y de su vida, analizaron fuentestribunalicias.
Según este criterio, aún un enfermo en peligro de muerte, puede tener razón valedera para rechazar una operación, lo queen este caso se fundaba en convicciones religiosas.