Se lo vio el martes pasado al eficaz fiscal Pablo Rechini por los pasillos del quinto piso de Comodoro Py, donde funcionan los tribunales federales de Retiro. Es que el hombre que prefiere el trabajo de laboratorio a la exposición mediática, se dio por enterado - en ese momento- que el juez Gabriel Cavallo se había mostrado ante las cámaras de TV en el Consejo de la Magistratura como llevando el impulso de la investigación por presunto enriquecimiento ilícito contra el juez Carlos Liporaci. Es que Cavallo ya había delegado la instrucción en Rechini y no tenía para sí la jurisdicción para producir medidas en esa causa, pero luego ante los medios, quedó como el principal responsable de investigarlo a Liporaci. El día anterior, cuando había llegado una copia de la declaración jurada de Liporaci depositada ante la Corte al juzgado de Cavallo, éste había dudado de concurrir a la apertura de ese sobre en el Consejo de la Magistratura, acordando con Rechini que en todo caso irían juntos. Pero a la mañana siguiente Cavallo tomó la decisión de concurrir al Consejo y el fiscal se quedó esperando el taxi. Muñeca política, dicen sus amigos, para llegar a la poltrona vacía de la Cámara Federal Penal porteña. Pero ahí se las tendrá que ver con Ramos Padilla, ex juez federal de Morón y viejo amigo de Ricardo Gil Lavedra, por lo que esta vez a Cavallo se le presenta un escenario mas complicado de aquellos que suele manejar “de taquito”.
dju / dju
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