Se trata de 173 carillas que serán seguidas de la lectura de las pruebas reunidas por el juez que investigó el caso, Pablo Iribarren, procedimiento que demandaría unas tres jornadas, tras las cuales se iniciaría las declaraciones de los testigos que en total son 85.
María Emilia González de 24 años, su hermana Paula, de 17, y la amiga de ambas, Verónica Villar de 22, fueron vistas con vida por última vez el domingo 9 de noviembre de 1997, cuando habían salido a caminar por la calle San Luis de Cipolletti.
Dos días más tarde aparecieron asesinadas en un descampado cerca de las vías del ferrocarril. Las hermanas habían sido muertas con arma de fuego y Verónica fue acuchillada. Las tres presentaban gran cantidad de heridas y golpes.
Los únicos dos acusados de los crímenes son Claudio Kielmasz de 26 años y es Guillermo González Pino, de 30 años. Kielmasz primero ofició de testigo protegido por la justicia, al presentarse llevando el arma que mató a las hermanas, pero luego pasó a ser el principal sospechoso. El otro detenido, González Pino, ya cumple con una condena por varias estafas.
Por su parte, según se desprende de la elevación a juicio, el fiscal de instrucción consideró que las chicas habrían sido asesinadas por error, cuando los acusados buscaban a otras tres mujeres que, supuestamente, podrían haberles brindado información sobre cuestiones vinculadas con el tráfico de drogas.
En forma conexa a esta causa se desarrolla otra, vinculada con las irregularidades cometidas por la policía de Río Negro durante la primera etapa de la investigación y que derivó en la caída del entonces jefe de esa fuerza provincial y posteriormente del ministro de Gobierno.
Al tiempo que en el interior del salón se escuchaba la lectura del trabajo de la Fiscalía de Instrucción, afuera unos 30 estudiantes de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional del Comahue, donde estudiaba María Emilia, efectuaban una manifestación en reclamo de justicia.