Fue lo que también hizo la cabeza del Poder Judicial a los operadores oficialistas –el más entusiasta aunque de magros resultados es Arnoldo Klainer- que suelen ir presurosos a contarle a De la Rúa, presidente, de hipotéticos logros en esos altos estrados. Una cosa es el apoyo al plan económico en la difícil situación que se encuentra el país –ese mismo jueves la Corte impuso su autoridad sobre el Consejo de la Magistratura y decretó la aplicación de la Ley de Emergencia Económica en su jurisdicción- y otra decirle que sí a una jugada política que rechaza la mayoría de la gente, el Congreso y gran parte de la Justicia. Nadie entiende el empeño cerrado del Gobierno y, sobre todo, de Jorge de la Rúa de querer beneficiar a los condenados que tomaron un cuartel militar a sangre y fuego por vía de un decreto. En eso se opone, Gil Lavedra, para quien la única salida es una ley, salvo –esto no lo dice él sino en el cuarto piso de Tribunales- que De la Rúa, presidente, se juegue y promulgue un Indulto como hizo Carlos Menem con los comandantes. Nadie entiende, en la Justicia, como un Gobierno y un partido con tantos abogados de nota, le hace provocar al propio Presidente tanto desgaste con intentos de órden procesal que después se anotan como fracasos políticos. Para el ex ministro, hace falta una pensada estrategia política y afrontar los costos, aún los que puedan provenir de parte de las organizaciones que apoyan a los presos de La Tablada, salvo que estos tengan cartas que no hayan jugado hasta el momento y que preocupan, en demasía, al Gobierno y a algunos e importantes dirigentes del radicalismo.
hugo morales / dju
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