Al cierre de esta edición, la organización ecologista Greenpeace sólo había confirmado que los buques Pacific Tail y Pacific Pintail habían partido desde el puerto de Cherburgo, en Francia, aunque el recorrido era incierto. Tres son las posibilidades según informó el grupo ambientalista: acceder al océano Pacífico a través del canal de Panamá, en una alternativa de dudosas chances por la férrea negativa del país centroamericano; bordear África por el Cabo de la Buena Esperanza; o acercarse a oriente a través del Cabo de Hornos, Argentina, por donde pasó el Pacific Swan, y lo que provocaría que el juez tomara una determinación.
Según informaron fuentes judiciales, al cabo de la jornada judicial el expediente ya había vuelto de la fiscalía, aunque todavía estaba a despacho, a la espera de cierta seguridad de que los buques se encaminaran hacia el país.
Voceros de la empresa procesadora del material nuclear, la British Nuclear Fuel Limited, aseguraron el sábado a la prensa que los barcos no pasarían por el Cabo de Hornos, sino que irían por el Cabo de la Buena Esperanza, bordeando Sudáfrica, para acercarse al Pacífico a través del océano Indico.
De todas formas, desde Greenpeace advirtieron que podría tratarse de “una maniobra para distraer la atención de los países en forma alternativa”. El juez Silva Garretón, por su parte, hizo caso omiso al anuncio de la compañía, y espera asegurarse de la ruta que tomarán los buques para tomar una determinación.
La pretensión de la parte actora es que se cumpla con la prescripción del artículo 41 de la Constitución, que establece que “se prohíbe el ingreso al territorio nacional de residuo actual o potencialmente peligroso, y de los radiactivos”. De todas formas, la experiencia de los hechos ocurridos con el paso del Pacific Swan no es un precedente alentador.
En aquella oportunidad, la Cámara en lo Contencioso Administrativo Federal en feria había ordenado que se impidiera el paso, cumpliendo con la prescripción constitucional, aunque el Ejecutivo desoyó la decisión judicial y el buque logró encaminarse hacia el Pacífico. La idea de Díaz es la de solicitar que las actuaciones pasen a la justicia penal en el caso de que el Gobierno vuelva a hacer caso omiso a las determinaciones de los jueces.
Según Greenpeace, el transporte consiste en “230 kilos de plutonio, suficientes para fabricar veinte bombas atómicas”. Sin embargo, la Compañía General de Materiales Nucleares (Cogema), dueña de la fábrica de la que parten las sustancias peligrosas, asegura que se trata de uranio empobrecido y plutonio “sin calidad militar”, para ser utilizadas en una generadora eléctrica en Tokio.
Se trata de dos buques que estarían equipados para defenderse: el Pacific Pintail, que lleva el cargamento de combustible nuclear y un segundo navío, el Pacific Teal, que actuaría como escolta.
Temas relacionados:
Otro recurso de amparo contra barcos con residuos radioactivos 17/01/2001