Es el que luce el ex ministro de Justicia, quien pese a su forzado renunciamiento no ha cortado lanzas con el Gobierno aunque sus relaciones con Fernando de la Rua siguen más que frías y ni contar con Jorge de la Rua a quien Gil Lavedra critica por su aparente inhabilidad en el manejo final del caso de la Tablada y su mala relación con la Corte que el mismo se había encargado de aceitar. Pero Gil Lavedra no es ajeno a esta estrategia del Gobierno de limpiar el fuero federal, aprovechando el año electoral y posibilitando –al mejor estilo presidencial- una salida honorable para los jueces cuestionados. No habrá persecución por parte del gobierno es la señal que se les habría hecho llegar. Canicoba Corral sigue con vasos comunicantes muy fluídos con el gobernador Carlos Ruckauf y Urso tiene sus vínculos intactos con Miguel Angel Toma, uno de los dirigentes de mayor peso del PJ porteño. Si bien nadie cree que estos jueces –con excepción de Bagnasco- vayan a la política, su destino no sería nada malo fuera del ámbito federal aunque, claro, sin fueros y expuestos a cualquier denuncia. Pero, el Poder sigue siendo el Poder y muchos denunciantes y jueces suelen mirar la dirección en que soplan los vientos políticos en el país. Claro que todo esto, no deja de ser una imaginación de verano y que la candente realidad nacional suele desmoronar demasiado rápido. Claro que en octubre habrá elecciones para cambiar el Senado y entonces, se habrán apagado las especulaciones para dejar paso a la dura confrontación con vistas a las presidenciales del 2003.
hugo morales / dju
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