El magistrado se refería al caso de una paciente, Testigo de Jehová, que recibió un trasplante hepático sin transfusiones sanguíneas, una práctica que rechazan los seguidores de ese grupo religioso. Procedimientos de autotransfusión y una técnica denominada hemodilución norvolumínica intraquirúrgica (que mantiene constante la presión y minimiza la pérdida de glóbulos rojos) hicieron posible la cirugía. Esto se realizó por primera vez en nuestro país y en América latina.
Se trata del caso de María, una mujer de 48 años, de General Alvear, Mendoza, con diagnóstico de cirrosis biliar primaria y complicaciones que sólo le permitirían una supervivencia del 20% en dos años. Ella fue operada con éxito en el Hospital Italiano de Buenos Aires. Debido a la gravedad de su estado, en agosto de 2000 ya había sido sometida a un by-pass intrahepático que le permitió restablecer el flujo de sangre en el hígado y evitar las hemorragias digestivas.
Hooft sostuvo que el tema tiene varias lecturas posibles: "hoy en díaen el derecho universal de Occidente prevalece como norma el principio deautonomía, es decir respetar la decisión del paciente", expresó.
Según el magistrado: "esto ocurre cuando se trate de personas jurídicamente capaces, es decir que comprendan su situación y sean mayores de edad con una adecuada información acerca de todas lasconsecuencias que una decisión de esta naturaleza implica".
No obstante, indicó que es un tema que merecería ser profundizado en los supuestos de transplantes de órganos donde, dijo el magistrado: "juega otro principio bioético, que es el principio de Justicia".
Asimismo, afirmó que "este principio se refiere a la equidad e igualdad en la asignación de recursos en salud y contempla evaluar los riesgos y beneficios y la posible frustración de la intervención".
Hooft dijo que “afortunadamente no se dio el conflicto aquí, porque el transplante se pudo realizar con éxito y la situación conflictiva no se presentó”.
“La duda que me genera no es desde el punto de vista del principio de autonomía, que es absolutamente correcto lo que se ha hecho, sino tal vez para el futuro replantear estos temas en el sentido de si desde el punto del principio de justicia es aceptable esta solución”, sentenció.
Hooft se preguntó: “¿que hubiese ocurrido si la transfusión hubiese sido absolutamente indispensable para salvar la vida?”.
En ese contexto, añadió que “todos sabemos que los transplantes son sumamente costosos, afectan fondos públicos o de obras sociales y se disponende órganos respecto de los que hay toda una lista de personas en espera. Lautilización de un órgano cuando las posibilidades de éxito son absolutamentereducidas, como es en este caso, merece una profundización en su estudio”.