B) PONDERADO. El desempeño de uno de los más trabajadores en el Consejo de la Magistratura, el diputado rionegrino Miguel Angel Pichetto. Si bien los jueces saben que cuentan con este importante apoyo, por otra parte reconocen que por lo atomizado que se muestra el poder en ese órgano multisectorial y el actual momento político, no resultan suficientes los esfuerzos individuales. Así se lo había hecho saber hace por lo menos seis meses antes de este berenjenal un vocero de los federales a Alberto Kohan, quien gentilmente –pero con desagrado- tomó nota de lo que posteriormente se convirtió en un amargo vaticinio. Magros también fueron los resultados que obtuvieron los colegas de Liporaci, al comprobar tiempo después la retirada por la puerta trasera del ex juez del Senado y Yaciretá sin gastar ningún cartucho en la negociación política que luego se dio con los superpoderes y otros entuertos.
C) SALIDA. Es la que estaría planificando para sacar a Emir del atolladero judicial y político y no complicar a Menem. Una de ellas es la de inmiscuir al ex embajador norteamericano James Cheek –recién aterrizado en Buenos Aires- con la finalidad de que intervenga la Corte, pero este tribunal ya pateó la pelota afuera hace dos años cuando el juez Marcelo Aguinsky decidió elevarle el “capítulo Croacia” con pruebas y jurisprudencia en la mano que ratificó y potenció el recordado dictamen del Procurador General, Nicolás Becerra. Si ello no fuera posible –la Corte nunca abre la instancia originaria para ex representantes diplomáticos- la alternativa es pelearlo jurídicamente y para ello ya se pone en duda la capacidad de Cúneo Libarona pese a sus últimos éxistos judiciales como el caso Cóppola. Los ojos del menemismo están puestos en un estudio jurídico de influencia y en ese análisis los preferidos son el de Ricardo Gil Lavedra por la gravitación política en la Justicia del ex ministro de Fernando de la Rúa o el de Mariano Cavagna Martinez. Pero con este último existe un pequeño-gran inconveniente: a cargo de la división penal están los ex jueces federales Adolfo Bagnasco y Gustavo Literas, quienes nunca tuvieron la mejor sintonía con los camaristas Martín Irurzun, Eduardo Luraschi y Horacio Cattani, convertidos en los grandes árbitros de esta dura puja tribunalicia.
D) SORPRENDIÓ. En el ministerio Público Fiscal –su filtración se produjo a raíz de la detención de Emir Yoma- que fuera este ex funcionario de Carlos Menem, quien le pagó al fiscal José María Campagnoli una delicada operación de su padre. En realidad no es sorpresa para los bien informados porque Campagnoli es un incondicional de Norberto Quantín, el fiscal de Cámara que no oculta su admiración por Domingo Felipe Cavallo con quien lo unen lazos más que de amistad. Tampoco Yoma es un desconocido para Cavallo. Es más, el actual ministro ha hecho lo imposible para salvar al Grupo Yoma de la caída y antes de esta detención de su amigo Emir, se aprestaba a gestionar ante bancos de Estados Unidos un salvataje financiero que le permita a su curtiembre salir de las abultadas deudas que tiene con el Banco Nación. Será por eso, que el preso mas importante de hoy en día en los tribunales federales se haya jurado silencio con respeto a Cavallo en relación con la venta de armas: “el Mingo no tuvo nada que ver” dicen que dijo entre las paredes de Gendarmería cuando le reprochaba a Corach un supuesto abandono por parte del menemismo, el mismo que él le hizo a Sarlenga quien debió estar 45 días preso después de concedida la excarcelación, porque no podía juntar la fianza de $ 150.000 que le exigía la Justicia, además, de la grave enfermedad que padece su mujer.
E) GUERRA. Subterránea es la que está ocurriendo por debajo de Becerra –en realidad no son las mejores épocas para el Procurador ya que debe enfrentar en lo externo las acusaciones del contador Luis Balaguer, quien aunque no las lleva a la Justicia consigue amplios espacios en diarios y programas de televisión que no lo dejan bien parado, lo que demuestra la acefalía de una política comunicacional en el ministerio Público- entre fiscales de una y otra línea. En secreto, el fiscal Pablo Lanusse –recordado por el corte en su cara cuando denunció al fallecido Alfredo Yabrán y a la Mafia del Oro- denunció al fiscal general Maximiliano Rusconi porque se encontraría cobrando un adicional a raíz de sus tareas en la Unidad de Fiscales que lucha contra la evasión y que ha generado resistencias entre pares y algunos jueces que no le reconocen jurisdicción. Pero, en honor a la verdad –y esta columna esta facultada para decirlo porque muchas veces se lo criticó a Rusconi- el joven ex ayudante de Julio Maier se ha ganado el cargo y no es una opinión cualquiera sino que se trascribe el comentario de un alto funcionario de la Embajada de Estados Unidos que lo ponderó sin miramientos en una reunión privada. Todo un mensaje para la interna de fiscales que quieren posicionarse en las inmediaciones de Becerra sin percibir que el Procurador –al mejor estilo de Carlos Menem- alienta a unos y otros por una vieja y eterna ley de hierro: divide para reinar.