01 de Julio de 2024
Edición 6996 ISSN 1667-8486
Próxima Actualización: 02/07/2024

Rubén Santos: Cada vez que sale una nota sobre corrupción policial nos matan a un hombre

 
A primera vista parece tan cercano al estereotipo del hombre policía como la Argentina de China. Elegantemente vestido, exhibe en su despacho la foto del presidente Fernando de la Rúa y está flanqueado por una bandera Argentina. Su tarjeta de presentación, casi interminable, dice “Rubén Jorge Santos, Comisario General, Calígrafo Público Nacional, Licenciado en Criminalística, Jefe de la Policía Federal Argentina”.

Sin embargo, el hombre que logró más atribuciones para la Policía –que le gusta denominar “responsabilidades”- sacó sus armas, disparó con precisión y pareció dejar al descubierto todo su pensamiento en esta entrevista con Diariojudicial.com. Santos insistió una y otra vez en que la época de las prácticas propias de la represión ilegal finalizaron en la Argentina, por lo que no debería haber dudas acerca de los nuevos poderes que ahora detenta la Policía, que está reclutando “mano de obra muy calificada”.

El Jefe de la Policía, que remarcó que su institución no puede hacer nada “a espaldas de la Justicia”, advirtió que las nuevas “responsabilidades” le van a quitar “comodidad” a los delincuentes, y que está satisfecho con la iniciativa de los legisladores nacionales, “aunque no es la panacea”.

Del próximo traspaso de la Policía a la Ciudad de Buenos Aires opinó que debería ser un proceso, y dijo que el Jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, tiene mucho por hacer para bajar los índices delictivos en la metrópoli aún sin que el cambio de manos se haga efectivo.

Por otro lado, mostró algo de su sentido del humor al referirse a la “cumbia villera”, que en sus letras insulta a él y a sus colegas. “Si dijera que me molesta la cumbia villera sería como decir que me molesta la marca de la gorra”, aseveró y se puso serio: “cuando se masifican errores están incluyendo también al próximo hombre que nos van a matar”.

Diario Judicial: Hace no mucho y en reiteradas ocasiones señaló que ser pobre no es sinónimo de delincuencia, afirmaciones que parecen novedosas para un jefe de Policía. ¿Cree que la fuerza como corporación va entendiendo y comparte ese criterio?

Rubén Santos: Estoy convencido de que la Policía está acompañando permanentemente este concepto, fundamentalmente porque nosotros somos ciudadanos, que estamos ejerciendo un rol profesional y a eso nos tenemos que ceñir, pero también tenemos nuestras familias dentro de este contexto, donde ellos pueden estar corriendo determinados riesgo o no, como los puede tener cualquier ciudadano. Creo que la fuerza está entrando en una variante progresiva, una variante en el razonamiento. Por eso cuando yo escucho estas duras interpretaciones sobre las nuevas responsabilidades que dentro de unos pocos días vamos a empezar a tener pienso en mi hija. Días atrás estaba escuchando un programa y tuve que girar la cabeza y mirarla porque por momentos me pareció que era una bebé y no que tenía 24 años. Porque los problemas de las atribuciones a la policía era efectivamente un problema cuando ella era un bebé, no ahora. Quiero decir que la persona que relataba las dudas (acerca de qué podría llegar a hacer la policía con esas atribuciones) todavía estaba en aquella época cuando yo tenía mi hija en brazos. Transcurrieron muchas cosas, y la sociedad ha evolucionado como para no seguir teniendo los temores de 24 o 25 años atrás.

Dju: ¿Entonces piensa que no existe un correlato con esa evolución y que persiste el estigma respecto de la policía?

RS: Parecería que nosotros, los policías, no evolucionáramos igual que el resto. Yo le diría que quizás ni hay gente de aquel entonces en las filas.

Dju: Tal vez sea como usted dice, que la policía es parte de la sociedad y evoluciona o sufre con características similares, como por ejemplo el reclutamiento de desocupados en estos tiempos, no sólo en la Policía Federal sino también en otras fuerzas...

RS: Puede ser, pero nosotros tenemos ahora una posibilidad mucho mejor que en el pasado, porque antes quizás el reclutamiento era muy difícil o nos costaba más la elección. Hoy hacemos una selección espectacular; tan espectacular que puede llegar a ser injusta. Pero aún dentro de lo injusto el resultado es bueno. Podemos llegar a ser injustos con el hombre, porque entramos en tantas disquisiciones y en tantas exigencias que tal vez lleguemos a serlo, pero no estamos siendo injustos con la policía y mucho menos con la sociedad, porque estamos eligiendo mano de obra calificada, y muy calificada.

Dju: ¿Quiere decir que se superó absolutamente lo de la policía violenta o mal formada?

RS: La palabra “absolutamente” no la voy a decir porque cualquiera puede tener un rapto demencial en cualquier momento. Lo único que le puedo decir es que desaparecieron las actitudes corporativas que se aparten de la ley. Lo digo categóricamente y con todo orgullo: no existen, y si existen son episodios individuales donde la responsabilidad recae en quien la comete. Por esa razón la policía da un paso al costado y lo deja a él librado a las decisiones judiciales.

Dju: Usted conoce la lista de casos que elaboró la Procuración General de la Nación respecto de procedimientos policiales fraguados...

RS: Aún así lo único que declara culpable a una persona es el juicio oral y público. A mí me gustaría conocer la decisión de un juicio oral y público para después señalarlo con el dedo y decir si es culpable. Me preocupa que se convierta en un acto inconstitucional y que se lo juzgue dos veces: la sociedad y la Justicia. Creo que no le hace ni bien a la Justicia, ni bien a la sociedad, ni bien a la Policía. Los pasos deben ser oportunos, pueden llegar a decir “hay una denuncia de tal cosa”, pero que ya los comencemos a juzgar cuando todavía no se llegó al juicio oral y público no. Tal es así que en uno de los casos ventilados hace pocos días de cinco sobreseyeron a cuatro y condenaron a uno, esto quiere decir que antes estábamos injustamente condenando a otros cuatro.

Dju: Lo mismo sucede también con supuestos delincuentes comunes...

RS: Sí, pero fíjese que son más cuidadosos que con la policía, porque normalmente siempre hablan en potencial y con nosotros no. Y le voy a decir cuál es el efecto que se da a los pocos días de que se publica una nota en la que se plantea un eventual problema de corrupción policial: matan a uno, o a dos policías. Simultáneamente o a los pocos días nos matan a un hombre, porque el delincuente ve que se genera un descreimiento y que internamente bajamos la guardia y al bajar la guardia ellos se potencian.

Dju: Pero si hablamos de las drogas y a estados de inconsciencia, ¿cómo podemos sostener esta relación? ¿Una persona que está drogada piensa de esa forma que usted menciona?

RS: Bueno, la ingesta de drogas no tiene un efecto permanente. Yo digo que el delincuente quizás aprovecha la oportunidad de un decaimiento en las defensas institucionales producto de una presentación que genera de por sí rechazo en la sociedad para que se produzca esto. Pero de lo que no se dan cuenta es de que quien lo escribe también forma parte de la sociedad.

Dju: Pero si las responsabilidades son individuales, ¿por qué caen las defensas de toda la institución?

RS: Por supuesto que eso es internamente, pero ojos vista, el que lo ve de afuera no lo juzga como “José González de tal lugar”, porque él lo ve como “la policía”, eso es lo lamentable. Y lo curioso es que en la única profesión en la que un error se lo atribuyen a la profesión es en la Policía. Si un odontólogo comete un múltiple asesinato, ese nombre es el nombre y apellido de quien cometió el asesinato, no es un cuestionamiento a la odontología, que por supuesto es bien digna de ser respetada.

Dju: Pero el rol social de la Policía es el de combatir el delito, y por eso aparece como un emergente el hecho que policías cometan delitos...

RS: Pero lo plantean como que fuera la Fuerza la que los comete y eso es lo que hace daño. Y entonces parecería que uno tiene que salir a dar explicaciones. Yo instalé la Superintendencia de Asuntos internos, no para un caso, porque si fuera para un caso no voy a sostener una estructura para que después sea inoperante. Estoy convencido de que se van a repetir casos, como estoy convencido de que tengo que poner un médico porque más de una vez se me va a enfermar alguien. Y vamos hacer acá abajo (en el Departamento Central) una sala de velatorios porque estoy convencido que el del otro día no va a ser el último policía que nos matan. Como que estoy convencido también de que cuando masifican errores están incluyendo al próximo hombre que nos van a matar. Ahí sí que nadie habla mal del muerto.

Dju: Cuando usted habla de errores, ¿son realmente errores?

RS: Por supuesto, es mala praxis, si la mala praxis está contemplada...

Dju: Estamos hablando de policías cometiendo delitos...

RS: No. Aún así, el que cometió un delito siendo policía de repente no es más policía, porque para nosotros es un delincuente. Lo que la gente tiene que entender es que nosotros mismos lo rechazamos y por eso generamos un efecto, un antibiótico que se llama Asuntos Internos. Cuando detectamos algo inmediatamente lo ponemos a disposición, porque me está haciendo daño, y esta haciendo daño a otro policía que sale de un trabajo y entra a un adicional para hacerse un peso de diferencia para poder vivir. Ese hombre que mañana ve un diario y dice “cómo puede ser, yo me mato trabajando”, o a la familia del que murió caído en el cumplimiento del deber se la involucra con ese hombre que cometió un error. Para nosotros es mortal porque genera un efecto negativo más adentro de la fuerza que afuera. Eso es lo que nos preocupa. Por eso yo creo que los que cometemos errores o los que cometen errores tienen nombre y apellido, y que la sociedad lo reproche y lo rechace, pero no que rechacen a todos porque eso en definitiva envalentona a los delincuentes.

Dju: ¿Qué pasó en la fuerza después del asesinato de dos oficiales en un comercio del Once, como funcionó la cohesión interna?

RS: La cohesión la tenemos permanentemente. Personalmente creo que tenemos una franja muy ancha de hombres que piensan como yo. Y tengo una franjita pequeña pero molesta que no actúa de acuerdo a Derecho. Entonces esa franjita suele pesar más que el resto, le hace daño al resto, le hace daño a la sociedad. Por eso cuando yo tengo un homicidio la mejor forma de contrarrestar y acotar todo es estar cerca de la sociedad. Todos los días yo recibo particulares que vienen con sus planteos, vienen a contarme lo que sucede, y en cada comisaría lo están haciendo, están dialogando sobre cuestiones de seguridad. Las nuevas responsabilidades no atribuciones o poderes como algunos lo plantean, no es más ni menos que algo sancionado por los representantes del pueblo. Nosotros prácticamente no lo planteamos, y el desconocimiento de la gente está en creer que nosotros podemos hacer lo que en realidad no podemos hacer.

Dju: ¿No hubo un pedido a los legisladores para poder tener más responsabilidades?

RS: Ellos mismos lo plantearon. Porque no es lo mismo si usted detiene a una persona en el Centro que si usted la detiene en Villa Lugano a las tres de la mañana, y uno ni siquiera le puede preguntar nada, cuando hipotéticamente a cien metros se puede estar cometiendo un delito y eso daría lugar a una causal de nulidad y esa es una baja de la guardia muy grande. Nosotros vamos a poder preguntar pero no van a ser esas preguntas incorporadas en la causa. Por eso las responsabilidades que nos dan fueron elaboradas de una manera muy inteligente, porque la inmediatez, lo que puede ser la protección policial debe estar cubierta en ese momento.

Dju: Si la Policía tuviera una bancada de legisladores, usted como jefe político de esa bancada, ¿qué reformas pediría?

RS: Yo personalmente ya estoy satisfecho. Muy satisfecho; no porque realmente crea que llegamos al sumum sino porque fundamentalmente es como que se generó un punto de inflexión entre diez anos de descreimiento y es como que empezamos a volver a creer en algo. Es un punto de partida. Si el cambio hubiera sido mucho más profundo hubiera sido un cambio no bueno, porque hubiera sido más difícil de evaluar, se hubieran acentuado las dudas y creo que hasta hubiéramos generado una situación hasta peligrosa. Entonces yo creo que lo que se dio jurídicamente es muy poco y es mucho para nosotros, y es mucho para actuar protegiendo el orden. En mi gestión tengo 56 policías muertos en 17 meses.

Dju: ¿Cuán efectivas cree que van a ser estas atribuciones, estas reformas?

RS: Yo tengo charlas periódicas con todo el personal y les estoy dando directivas precisas. Tenemos que entender cuáles son las normas y les damos clases a cargo de un expositor que es un abogado nuestro y después, desde el punto de vista operativo, qué se puede hacer con estas modificaciones. Algo que quedó descubierto en estos diez años fue el estado predelictual. Con este mecanismo se puede contener el estado predelictual y así está evitando la consumación del hecho que en definitiva es cuando nosotros actuábamos, aunque hoy también actuamos en casos de delitos flagrantes. Esto quiere decir que la etapa previa era una etapa descuidada en la que el hombre delincuente estaba muy cómodo. Yo creo que va perder la comodidad y el hecho de perder la comodidad va a bajar la sensación de inseguridad, pero el que es delincuente va a seguir siendo delincuente.

Dju: ¿Tiene sentido atacar la sensación de inseguridad o en realidad habría que atacar directamente la inseguridad?

RS: Yo creo que hay que atacar las dos cosas. Porque también hay que enseñarle a la gente cómo hay que hacer para manejarse con la inseguridad. Nosotros a nuestros hijos les enseñamos pautas, porque alguien tiene que decirlo, alguien tiene que enseñarlo.

Dju: ¿Qué es más efectivo, que la gente esté lista y prevenida o que la policía esté en la calle?

RS. Las dos cosas. Si alguien quiere cruzar la 9 de julio sin mirar para el costado es muy probable que no llegue al otro lado, aunque tomemos todas las precauciones habidas y por haber. Si de algo me siento últimamente contento es de que advierto que la gente está comprendiendo que la seguridad es un problema de todos. Y no es que nos queremos desligar de nuestra responsabilidad, porque ya durante este año han muerto 26 policías. Es para que comprendamos que debemos tener precaución. Yo cuando estoy en la calle hago un ejercicio y observo a la gente. Entonces me pregunto: “si yo soy un delincuente, a quién elegiría”. Miro a mi alrededor y siempre se elige al distraído. Aunque tampoco podemos vivir sugestionados y atemorizados. Además, el delincuente tiene tanto temor como nosotros, como el ciudadano común. Cuando ve una persona atenta, es una forma automática de sacárselo de encima.

Dju: La misión de una fuerza de seguridad es reprimir el delito. Pero, ¿está la policía en guerra con los delincuentes?

RS: Yo personalmente nunca me sentí en guerra. Estoy cumpliendo un rol, que es preservar la seguridad en función de pautas jurídicas. La guerra requiere de violencia más que de razonamientos. Entonces, si nos manejáramos como en una guerra, estro sería un caos. Entiendo que la mejor forma de generar una acción para contrarrestar el delito es ser inteligente. No solamente la inteligencia que uno se puede imaginar, sino en los actos individuales de cada uno. Y hasta tiene que ver con estar o no distraído en la calle. Si se predispone al delito, que suele ser ocasional, se aprovecha. Y quizás no era un delincuente, sino un oportunista.

Dju: ¿Existe una franja del delito que no se puede llegar a combatir, como por ejemplo el robo de bancos con armamento sofisticado?

RS: Antes con un robo de bancos se hacía una película, ahora el robo de bancos es el quiosco de años atrás. Duran setenta, ochenta segundos dos minutos como máximo y esto quiere decir que algo esta fallando. Evidentemente las condiciones han variado sustancialmente y variaron también los montos: hay más cantidad de hechos para juntar un poco de plata. Hay gente que se arriesga a esa instancia de arriesgar su vida por cuatro mil pesos y por esa suma pueden llegar a perder la vida.

Dju: ¿Cree que es delincuencia común?

RS: Es una delincuencia de otro nivel. Antes la jerarquización del delincuente estaba dada porque decía “yo soy ladrón de bancos” y era un personaje, pero ahora hasta un pibe de 14 años roba un banco. Eso quiere decir que algo esta fallando en ese sentido, y esto que existe demasiada vulnerabilidad en un banco porque quizás se prioriza el marketing sobre el objetivo final. El delincuente de hoy es un delincuente que no tiene códigos. Antes uno decía arriba las manos y el arriba las manos desapareció. Pregúntele a los chicos qué significa.

Dju: ¿Despareció porque tiran los delincuentes o porque se registran muchos casos de gatillo fácil?

RS: No existe...puede llegar a darse pero yo digo que hay dos gatillos fácil: el policial que cada día está a más acotado y el del delincuente que cada día está mas acentuado. Porque parecería que fuera patrimonio exclusivo del policía, cuando en realidad el gatillo fácil sí se instala con más fuerza en el delincuente. Yo lo atribuyo siempre al tema de la droga en esa despersonalización, lo que hace que no llegue a la instancia del robo y mata por el solo hecho de matar. Ese es el ejemplo de plaza Once, ¿para qué los mataron si los podrían haber reducido? Los mataron por la espalda, cuando les podrían haber dicho levantá las manos.

Dju: ¿Qué piensa del traspaso de la Policía Federal a la Ciudad de Buenos Aires?

RS: Creo que el traspaso tiene que ser un proceso. No puede ser un cambio rápido y vertiginoso porque le daríamos muchísimas ventajas al delincuente. Tiene que ser un proceso de adaptación, de cambio. Y mientras tanto el gobierno de la ciudad puede hacer mucho a favor de la seguridad, porque hay muchos factores propios que podría resolverlos, que son específicos y que los puede poner inmediatamente en práctica para lograr contribuir a bajar el delito. Yo creo que cuando (Aníbal) Ibarra (Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires) habla de una disminución del 20 por ciento del delito me imagino que debe referirse a las tareas que le son propias y que él va a tratar de propiciarlas a los efectos de lograr indirectamente esa reducción. El jefe del gobierno de la ciudad tiene bajo su jurisdicción muchos temas que aplicándolos podría bajar en el aspecto delictivo tales como iluminación, urbanización, temas con respecto a licitaciones. Hay muchos temas que le son propios que facilitarían el trabajo nuestro a los efectos de la reducción delictual.

Dju: ¿Se esta cumpliendo con el equipamiento que le prometieron?

RS: Nosotros incorporamos aproximadamente 350 vehículos . Los que nos dan ellos en calidad de prestamos, porque es una especie de comodato, indudablemente de importancia.

Dju: ¿Qué piensa de la Tolerancia Cero?

RS: Ya cada vez se habla menos. Y no la comparto, porque además no me gusta importar procedimientos que no se corresponden a nuestra idiosincrasia. Y hay un ejemplo muy trágico: el problema que tiene la comisaría 1º en el centro, es distinto del que tiene la 48º en Villa Luro. Absolutamente distinto. Entonces no podemos traer un enlatado por año para aplicarlo acá y creer que estamos en la panacea.

Dju: ¿Cree que sería efectiva una descentralización de las fiscalías para trabajar junto a la policía en barrios, de acuerdo a una especialización territorial?

RS: Creemos que como auxiliares de la justicia, el contacto con las autoridades judiciales tiene que ser cada vez más estrecho. Le puedo decir qué haría en la policía y no qué se debe hacer en la justicia. Pero sí puedo decir que no podemos hacer absolutamente nada a espaldas de la justicia. Y no es un cántico, porque no tiene valor lo que hacemos si lo hacemos a espaldas de la Justicia. Así que cuanto más cerca estemos, mejor será.

Dju: Cuando habla de una etapa previa a la comisión del delito en la que puede actuar la policía después de la última reforma legislativa al Código Procesar Penal, ¿a qué se refiere?

RS: Por ejemplo se puede pedir identificación a una persona, ante la posibilidad de un hecho delictual se puede preguntarle qué está haciendo, palparlo de armas, revisarle un vehículo. No hay que olvidar que hay muchas armas ilegales circulando. Entonces si teníamos que estar a expensas de que se genere un disparo, estábamos dando demasiadas facilidades. En la medida en que vean una policía con una actitud preventiva más importante y ajustada a derecho la situación va a mejorar. No es la panacea, pero el delincuente va a perder la comodidad.

Dju: La mayor cantidad de delitos se producen donde hay vías de escape hacia la provincia...

RS: (se adelanta) Hay una cosa que es obvia, y no hacen ni falta las estadísticas. ¿dónde viven los delincuentes? De todos los episodios que se producen en la Ciudad de Buenos Aires, que alguien me diga cuál es el domicilio de los delincuentes...

Dju: ¿Tiene estadísticas?

RS: Hay una tendencia estadística notoria de que viven fuera de la Ciudad, pero no la quiero decir para no generar problemas, no quiero entrar en ese tema. Pero estamos trabajando mucho en el delito interjurisdiccional. Mi objetivo es tener un buen diálogo con la provincia para no aprovechar un tema político que genere una flaqueza operativa. Yo soy policía, no soy político.

Dju: Hablando de dónde viven quienes cometen delitos, ¿Qué opina de la propuesta del jefe de la policía de la provincia de Buenos Aires de cercar las villas miseria “para que no salgan los delincuentes”?

RS: Siempre digo que los más afectados por los robos son los pobres. Y si algún día tenemos que estar cerca de esas áreas es para proteger a la gente buena, que hay mucha ahí metida, y que son objeto de ataques, porque han llegado a un momento en el que no respetan ni siquiera al pobre. Yo trabajé en comisarías en los años 77 y 78, donde había siete villas de emergencia. Y caminé con toda naturalidad, con toda tranquilidad, y hasta he almorzado, porque la gente humilde me invitaba a comer. Y ellos me decían: “acá está fulano que roba” o “en la manzana de enfrente vive algún delincuente”.

Dju: ¿Cuánto cambió la situación?

R.S.-Ahora puede ser que haya más agresividad por parte del delincuente, que genera un patoterismo que atemoriza al bueno. Lo que tenemos que tratar de hacer es proteger a esa persona y evitar que la delincuencia sea un sinónimo de pobreza.

Dju: ¿Qué opina de la cumbia villera (un nuevo ritmo musical, con letras que contienen muchas veces fuertes insultos a la policía)?

RS: Ni la escucho ni me interesa. Pero me llama la atención cómo la policía empezó a tener protagonismo en todos lados. Veía una publicidad en la que la gente estaba viendo un partido de fútbol, se corta la luz, y un mendigo que está escuchando con una radio portátil, y grita “gol”... Y cuando el jugador está por patear aparecen varias personas, y entre ellos un policía al que tienen agarrado del hombro como un amigo. Eso no ocurría antes. Creo que nos estamos metiendo de distintos modos, y la cumbia villera es también una forma de meterse.

Dju: Pero es muy agresiva hacia la policía... con insultos bastante subidos de tono...

RS: Sí, pero la lectura de la gente normal lleva a un rédito que es más para nosotros que para ellos. No creo que una persona normal se vuelque a ese razonamiento. Es un mensaje donde lo malo puede transformarse en bueno, porque quizás es una forma de que la gente comprenda con quién tenemos que trabajar, y que se vea exteriorizado de ese modo. Si yo le dijera que me molesta, entonces me estaría molestando la marca de la gorra. Yo prefiero que se transmita, y así que el pueblo pueda razonar qué es lo bueno y qué es lo malo, no como antes que nos negaban que lo escuchemos. Si yo hubiera pedido que lo paren, todo hubiera sido adverso. Es preferible que los escuchen, y que la gente piense: “este es el problema que tiene la policía”, y al día siguiente nos matan a un hombre. Y en definitiva, quizás después se generen exabruptos como los de rodear las villas “porque ahí están los malos”. Es una combinación de cosas.

Dju: Usted viene de la policía científica y muchos lo asocian con Pirker, el fallecido ex jefe de la policía, que más allá de ser un arquetipo policial, está señalado como alguien que no pudo...

RS: No pudo porque la muerte no le permitió llegar a su objetivo. Yo tengo muy en claro cuál es el mío, cuál es mi proyecto, y lo estoy cumpliendo sistemáticamente. Yo tendría que preguntar porqué tengo oposición. Creo que la respuesta coincide con el razonamiento de la cumbia villera. Me han tratado de involucrar en algunos casos, la justicia se encargó de demostrar que no es así. Entonces, qué es lo que se está objetando para que uno no cumpla sus objetivos. Aún así, nada hace que todos los día dé un paso.

Dju: ¿Tiene miedo?

RS: No, en absoluto. Seré en inconsciente, pero no tengo miedo.

Dju: Como jefe de policía, que tiene que luchar contra el delito, ¿Qué sintió cuando tuvo que entrar al Palacio de Tribunales a declarar en una indagatoria?

RS: Nada. Quizás sentí un poco de injusticia, porque me pareció una medida apresurada, pero afortunadamente tuve el tiempo suficiente para aportar todos los elementos de juicio necesarios como para que cualquier juez, pero cualquier juez –remarca Santos- llegue a la misma conclusión a la que llegó el doctor Lucini. Porque hay cosas que no las puedo pedir a otros porque soy yo el que las vivo y sé lo que tengo dentro de mí, cuáles son mis sentimientos. Desde el inicio de mi gestión hasta ahora di muchos pasos para llegar a contrarrestar distintos efectos negativos instalados en la institución, entre ellos el de los agentes que hacen adicionales en los estadios de fútbol. Yo me pregunto qué hice desde ese momento. Soy yo solo el que tiene que ponerse a analizar, lo hice paso a paso, juntando todas esas decisiones escritas, no expresiones de deseos, sino hechos concretos. Y cuando los pude reunir, lo que obviamente me costó trabajo. Fueron tantos los elementos que conseguí porque era un tema que me interesaba, y cuando fui a indagatoria se los presenté al juez. Me fui absolutamente tranquilo, como si me hubiese sacado un peso de encima, y lo tienen que haber notado los periodistas que me esperaban a la salida.

Dju: ¿Se puede saber hoy cuál fue esa misión secreta?

RS: Un fiscal dijo que no hay antecedentes de jefes de policía haciendo misiones secretas. Yo digo entonces que mis antecesores lo hicieron mejor que yo -dice Santos riéndose-. Acá el fenómeno no era que el jefe de policía estuviera en una misión secreta, sino que se divulgue algo que es secreto.

Dju: ¿Se han hecho misiones secretas por el tráfico de drogas en todo el país como delitos federales y por la violencia social que pueda llegar a desatarse a partir de la protesta?

RS: Temas tenemos muchos. Estuve en la zona de la triple frontera. Salí del país; estuve en Brasil y Paraguay, y tuve que volver porque peligraba mi situación personal. Trabajamos fuera de la zona y regresé creo que diez días después a la zona, y fui en secreto.

Dju: ¿Fue a la triple frontera por ser una zona caliente o por la investigación que lleva el juez federal Juan José Galeano por el atentado a la AMIA?

RS: Como zona caliente y por temas puntuales. No nos olvidemos de que la caja de resonancia de lo que se gesta en materia de seguridad es la Ciudad de Buenos Aires. Es como que entre por donde entre, cualquier piedrita que se tire cae en la Ciudad de Buenos Aires. Entonces, como Policía Federal, con ámbito en todo el país, me interesaba conocer temas puntuales. Y me pareció exagerado cómo plantearon el tema, porque entre ir a declarar un miércoles o un martes en un tema que llevaba años, e inclusive no había comenzado en mi gestión...

Dju: Pero generó susceptibilidad que el juez subrogante cambiara justo el día siguiente a la indagatoria a la que no concurrió.

RS: Y cuál es el problema. Estaban Lucini y Mariano Bergés. ¿Acaso Lucini es menos juez? Fue más un revuelo periodístico que otra cosa, y no era un tema de fondo. Por qué tanto apuro; yo necesitaba recolectar elementos, y no sé si los hubiera tenido ese miércoles. Honestamente me llevó varios días, y se podría haber generado una situación complicada.

Dju: ¿Qué significa para la Fuerza tener integrantes procesados por distintos hechos presuntamente delictivos?

RS: Nuestro personal está expuesto permanentemente a ser procesado. Es lo mismo que el periodista; muchos están procesados por calumnias e injurias. Lo grave es cuando se comprueba que un hecho delictuoso es tal, pero la posibilidad de ser procesado es algo muy frecuente. Son como estigmas profesionales. El hombre nuestro está a expensas de un procesamiento judicial permanentemente. Y se suele decir “y no lo sacaron”. Y yo preguntaría, cuando a un periodista se lo procesa por calumnias e injurias, ¿deja de trabajar? Si lo acusan, lo comprueban y lo condenan y la editorial lo saca porque no le conviene tenerlo como empleado es un tema aparte; nosotros los sacamos y no les damos ningún tipo de protección.

Dju: Usted que trabajó tanto tiempo en documentación personal, y teniendo en cuenta que la policía hace las cédulas y los pasaportes ¿qué posibilidades técnicas tendría para hacer también los documentos?

RS: La ley dispone que lo debe hacer el Registro Nacional de la Personas. De todas formas, no se me ocurrió pensarlo. Simplemente puedo decir que la experiencia que tenemos está relacionada a las cédulas y a los pasaportes, y que el diseño responde a técnicas de seguridad reconocidas internacionalmente.

Dju: Técnicamente estarían en condiciones de hacer un DNI...

RS: No es un tema mío. La ley no nos incluye para eso. En algún momento diseñamos un muy buen pasaporte y una muy buena cédula y la experiencia que tenemos en esos dos documentos es buena.

Dju: Se planteó como un proyecto en la Procuración General de la Nación habilitar fiscalías de turno para recibir denuncias las 24 horas, ¿cómo ve esa alternativa?

RS: Sería una decisión de las fiscalías. Creo que cuanto más fuerte sea la vinculación con la Procuración y el Poder Judicial más efectiva va a ser para combatir el delito. La complementación es importante, y nosotros somos auxiliares de la justicia.

Dju: Los delitos que se cometen en una sociedad son incuantificables, inclusive suele hablarse de una cifra negra del delito...

RS: Porque no lo denuncian, pero trasladada a este momento, no es más por dudas en la policía. Porque hoy la gente tiene más de una opción para hacer la denuncia. Entonces, ¿existe esta estadística negra o no es tanto, teniendo en cuenta que se puede ir a una fiscalía o a un juzgado? Creo que la gente no tiene desconfianza, al menos no a todos, quizás sí a alguno de los tres. Creo que las condiciones han variado. ¿No será que estamos manteniendo un tema del pasado trasladado al presente? Y yo vi que hay una tendencia a atribuirle esto a la policía, cuando en realidad las alternativas son varias.

Dju: La pregunta iba apuntaba a cuestiones tácticas o prácticas. Es absolutamente imposible que la policía investigue todos los delitos, porque es algo que se aleja de la realidad, así como tampoco puede la Justicia abarcar todas las causas que ingresan. Pero, ¿no deberían la policía o la Justicia seleccionar los delitos a investigar? ¿Elegir entre delitos de bagatela o de cuello blanco?

RS: Acá en la policía, una de las pautas que yo tengo es la especialización. Una comisaría para nosotros es un médico clínico, que actúa en todo y no se especializa en nada, y en el resto de las áreas hay médicos especialistas. Trabajamos con especialidades, y es este uno de los objetivos de mi gestión. Es esencial, porque la gente en general recurre al especialista en situaciones críticas.

Dju: ¿Cómo se sienten en el trabajo de acompañamiento a los atentados de la embajada de Israel y la AMIA?

RS: Estamos trabajando permanentemente. En mi gestión se creó la Dirección General de terrorismo Internacional y Delitos Complejos, que es muy especializada, muy profesional. Y la Justicia recurre a esa área en temas graves y puntuales.

Dju: ¿Se trabaja en la prevención de un potencial tercer atentado?

RS: Permanentemente, porque la prevención forma parte de nuestro modo de trabajo. Y si ya tuvimos en la ciudad dos atentados, hay que prever todo. Tenemos que hacer tareas de inteligencia, investigar, por eso 48 horas de dilación en una declaración es menos importante que ir a averiguar cosas que pueden ser de seguridad nacional.

Dju: Es decir que ustedes siguen pensando que la triple frontera es una zona caliente...

RS: No tenga la menor duda, pero no quiero plantear la posibilidad de un ataque, sino que es una zona caliente y que no debemos distraernos como objetivo importante. Y si no, estamos instalando algo que no es bueno, y estamos favoreciendo al que pretendería hacerlo si es que hay alguien. Hay que plantearlo desde un punto de vista profesional, y no negar que es un problema serio el de la triple frontera. Inclusive se creó un mes atrás la sección de la triple frontera, justamente en el epicentro del problema y como prevención.

Dju: ¿Está bien que los policías porten armas cuando no están en actividad?

RS: No es obligatorio. Pero si yo meto preso a una persona y salgo de la comisaría desarmado, las estadísticas de muerte se multiplican por ocho. Entonces se plantea la opción: pueden no usar la reglamentaria, comprar una, registrarla, y cuando se concede la portación se usa como arma propia, porque a veces en el afán desmedido o profesional de defender el arma no está defendiendo su propia vida.

Dju: ¿Qué consecuencias implica perder el arma reglamentaria?

RS: Influye quizás más la humillación que lo administrativo. Hoy el mensaje es bajar el decibel.

Estimado colega periodista: si va a utilizar parte esta nota o del fallo adjunto como "inspiración" para su producción, por favor cítenos como fuente incluyendo el link activo a http://www.diariojudicial.com. Si se trata de una nota firmada, no omita el nombre del autor. Muchas gracias.

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