01 de Julio de 2024
Edición 6996 ISSN 1667-8486
Próxima Actualización: 02/07/2024

Ismael Séfer Zárate : "No es lo mismo ser nalga que jeringa"

 
Ismael Séfer Zárate camina por los pasillos del Palacio de Tribunales. Mira desde los balcones internos y señala hacia abajo, donde está la alcaidía. “Allí estaba la leonera”, recuerda. El 26 de agosto de 1957, hace 44 años y cuando cumplía 20 pasó por allí. Trabajaba en el Banco Nación y militaba en el Partido Comunista y lo acusaron por los delitos de defraudación y estafa con fines subversivos. Luego lo llevaron a la cárcel de Devoto, donde pasó dos años y tres meses, hasta que en noviembre de 1959 un juez federal cuyo nombre no recuerda lo absolvió y lo dejó en libertad. Tres años después lo volvieron a detener, esta vez en Caseros, al involucrarlo con su hermano, vinculado a un grupo anarquista que asaltaba bancos. 30 días después lo sobreseyeron. Su hermano fue fusilado en prisión luego de un motín y él pasó a ser un perseguido. En febrero de 1963 lo detuvieron junto a su novia y lo picanearon en el Departamento de Policía; después lo dejaron salir y legalizaron su captura con un edicto policial, embriaguez. Fue el fin de su estadía en su país natal. Dos meses después se exilió en Albania, el país de su padre inmigrante, donde estudió derecho y se recibió de abogado. Intentó volver pero el Gobierno de facto de Onganía era peligroso para un comunista y llegó a Cuba.

Hoy Séfer Zárate es presidente del Tribunal Provincial de La Habana y asegura que “en Cuba un cachetazo es tortura” y que a los llamados “disidentes” se les respetan todas las garantías. Pero por sobre todo explica con lujo de detalles la evolución del sistema de enjuiciamiento cubano desde la revolución de 1959 hasta la fecha, pasando desde lo que se podría emparentar con un acusatorio griego al actual sistema mixto pero ágil, tan lejano a la Argentina como Cuba.

Diariojudicial.com: ¿Esas vivencias influyeron en su decisión de estudiar derecho y de convertirse en juez?

Ismael Séfer Zárate: Sí, realmente fue muy impresionante. Pero hubo otro factor: yo siempre pensé en regresar a la Argentina, y siempre tuve la sensación de que teníamos una Justicia muy injusta, no sólo por lo que me había pasado a mí, sino porque en el tiempo que estuve pude ver un sin fin de cosas injustas. Pensaba que si estudiaba y me graduaba en derecho podía luchar contra ese estado de cosas. Ese fue el propósito inicial.

Dju: ¿Cómo fue la llegada a Cuba?

ISZ Al llegar me incorporé inmediatamente a la experiencia de los tribunales populares de base, una experiencia muy interesante porque que era dejar la administración de Justicia en los delitos de menor cuantía o bagatela según los alemanes en gente elegida por el pueblo, a quienes se les daba un curso elemental. Se juzgaban delitos de amenaza, desorden público, lesiones leves, delitos de la convivencia, hurtos pequeños como el raterismo.

Dju: Una visión democrática, que se acerca a la Justicia por jurados.

ISZ: Más democrática, porque en los jurados también está el juez. Aquí estaban ellos solos, fue una experiencia muy bella, en consonancia con un estado de ascenso, de entusiasmo en la gente. Porque cuando empieza una revolución hay mucho idealismo y esto se reflejaba en estos tribunales. Ellos eran trabajadores que después de su jornada laboral, en horas de la noche, celebraban los juicios, que eran netamente acusatorios. Aquí no había una etapa previa. Simplemente venía una persona y acusaba, traía sus elementos de prueba, y el acusado se defendía: podía tener abogado pero era muy inusual; dependía de él.

Dju: Quiere decir que simplemente se hacía una audiencia...

ISZ: No, porque cuando hablamos de audiencia hay un tribunal, y esto se hacía en la calle o en locales ad hoc, porque se trataba de hacer en el lugar más cercano adonde viviera la persona, en el barrio, en el pueblo. El criterio de competencia no era por el lugar del hecho, sino por el domicilio del acusado. Estos juicios tenían un público muy numeroso.

Dju: Que de todas formas no juzgaba.

ISZ: No, elegían a los jueces. En un barrio, a través de una asamblea popular se dejaba que se propusieran las personas que tuvieran más condiciones en el sentido de equidad, de Justicia, de experiencia.

Dju: Pero ninguno era un profesional del derecho.

ISZ: Ninguno.

Dju:¿Su participación era en la organización de estos tribunales populares?

ISZ: Claro. La organización comenzó en la universidad, desde 1963 a 1966, cuando los tribunales tomaron dimensión nacional y a la Universidad de La Habana se le hacía muy difícil y se le pasó al Ministerio de Justicia, donde había una comisión donde pocos abogados fungíamos como asesores de esos tribunales: nos encargábamos de evacuar las dudas de los jueces, de supervisar, de ver los juicios y además el recurso de apelación contra el fallo que se dictara lo resolvía un tribunal presidido por el asesor junto con dos de los jueces que habían decidido y dos que no lo hubieran hecho. Era una segunda instancia. Inclusive la apelación no tenía término, podía interponerse en cualquier momento.

Dju:¿Y había que volver a realizar el debate en la apelación?

ISZ: A veces sí, de acuerdo a las características del hecho. En ocasiones se hacía en el local del tribunal, a nivel de un municipio.

Dju: ¿Los dos jueces que ingresaban habían estado presentes en el juicio, en consecuencia con el principio de inmediación?

ISZ: No había un requisito. La inmediación se cumplía con los dos que habían participado, que podían aclarar porqué habían fallado de esa manera enfrentando a los argumentos del recurrente. Por otro lado habíamos otros tres jueces, que éramos la mayoría, dispuestos a decidir. Pero estos tribunales, que eran experimentales, no era formales, no había normas rígidas. Entonces el asesor, si no entendía, podía volver a celebrar un juicio completo con todas las partes, ya presidiéndolo él.

Dju: ¿Dónde aparecen estos tribunales?

ISZ: Nacen en los lugares donde la Justicia no llegaba, en los lugares más recónditos, las zonas montañosas. Pero después se fue generalizando, inclusive sin una ley que los estatuyera. Había una situación de hecho: la policía, cuando se creaba un tribunal popular de este tipo, en vez de enviar la denuncia al correccional, que formaba parte del aparato judicial tradicional, las enviaba al tribunal popular.

Dju: ¿Era una policía que cooperaba?

ISZ: Por supuesto, respondía a un interés político que buscaba desarrollar estos tribunales. Inclusive, al principio, hasta el año 70, estos tribunales además de las cuestiones penales conocían los litigios de las uniones extramatrimoniales referidas a los hijos: las pensiones alimenticias, los regímenes de comunicación, la guarda y cuidado. Porque estos casos no se conocían en la justicia ordinaria, porque se trataba de uniones extramatrimoniales. Ya en el 70, la sala de garantías constitucionales del Tribunal Supremo declaró que estos tribunales no podían decidir sobre asuntos civiles, pero de hacho nos legalizó en cuanto a los penal por descarte. Las sanciones no tenían nada que ver con lo que decía el código, que sólo consideraba a la multa y a la privación de la libertad. Sin embargo nosotros usábamos un sinfín de subsidiarias muy novedosas. Por ejemplo las labores comunitarias, y como la persona era del barrio, era el mismo barrio, pueblo o caserío el que lo controlaba. También podía ser una amonestación.

Dju: ¿Qué implicaba?

ISZ: Que el presidente del tribunal, ante una gran cantidad de cantidad de vecinos que presenciaban los juicios, le hacía una recriminación de la conducta. Y la experiencia mostró que las amonestaciones eran las más temidas, porque era muy duro decir delante de todos los conocidos de una persona cómo se tenía que comportar un individuo. Tenía un efecto reeducativo fabuloso. Yo soy un enamorado de esa experiencia.

Dju: ¿Hasta cuándo duraron estos tribunales populares?

ISZ: En 1974 se produjo en Cuba la unificación de las jurisdicciones. Al triunfo de la revolución (1959) estaban los tribunales ordinarios, que se mantuvieron salvo la depuración de jueces que se fueron; además estaba la jurisdicción de los tribunales revolucionarios, que habían surgido en la lucha de la Sierra Maestra porque en la medida que se fue desarrollando la lucha se fueron liberando territorios, y allí se formaron tribunales que aplicaron la ley que habían creado los mambices en la lucha por la independencia en el siglo pasado (eran los luchadores por la independencia de Cuba, en su mayoría terratenientes –muchos abogados-, cuyo líder fue el poeta José Martí; la lucha comenzó con un alzamiento en 1868 y duró diez años, para recomenzar en 1895 hasta la intervención americana). Su competencia se dirigía a los delitos contra la seguridad del Estado y a algunos delitos a los que se les habían agravado las penas, porque había un clamor muy fuerte contra ellos, como la malversación, que era fruto de la corrupción del régimen batistiano (de Fulgencio Batista, último presidente derrocado por la revolución de 1959). También actuaba en delitos contra la propiedad con violencia. Por otra parte, lo laboral y o militar tenían sus jurisdicciones independientes. Por eso se decidió en 1974 (con la ley de organización del sistema judicial) la unificación jurisdiccional, con tribunales populares para todas las materias. Quedaron los ordinarios, los de base o populares, los revolucionarios y los militares, incorporándose luego los laborales (1977) y los económicos (dirimen los litigios ente empresas; mixtas, cooperativas) (1991).

Dju:¿Entonces para todas las materias había tribunales de base?

ISZ: No. Fue objeto de un gran debate porque no fue fácil. Desde los tribunales ordinarios se subestimaba mucho a los tribunales de base; acostumbrados a otro tipo de administración de Justicia, les parecía que de alguna forma era una degradación. Entonces se llegó a una fórmula de transición, con tribunales todos colegiados –no existen unipersonales- integrados todos por jueces populares (legos) integrados por tres (un profesional y dos legos) o cinco (tres profesionales y dos legos), de acuerdo a la gravedad (en cada materia). Son escabinos.

Dju: Entonces en materia penal para delitos de poca monta se pierden los tribunales en los que juzgan todos legos...

ISZ: Claro, se reemplazan por tribunales de tres jueces, con dos legos elegidos por el pueblo, pero que ya no trabajaban por las noches. Esto se produce con el proceso de institucionalización que se da en Cuba en los setentas. Es una apreciación personal, pero en la década del sesenta había mucha euforia, imaginación, se volaba en todas las esferas, con múltiples errores y múltiples aciertos. En el 76 se dicta la constitución y nace la segunda etapa, de la institucionalización.

Dju: Con los escabinos se pierden en materia penal (de poca monta) los tribunales más acusatorios, cercanos a los de las repúblicas griega y romana, ¿considera que fue un retroceso?

ISZ: No, fue evolución. De todas formas en los delitos de menor cuantía todavía hay procedimientos muy ágiles, elementales y rápidos, que tienen su origen en aquellos. Ahora hay una investigación, pero muy sumaria. Por ejemplo, en los delitos más leves, entre que el hecho se denuncia y la celebración del juicio oral nunca transcurren más de treinta días. En los hechos delictivos más trascendentes la fase preparatoria debe durar sesenta días como máximo. Si en mi tribunal una causa se pasa de ese término para mí ya está demorado. Quiere decir que a más tardar en cuatro meses un asunto tiene que tener fallo.

Dju: ¿Tiene prisiones preventivas?

ISZ: Sí, por supuesto, pero tratamos de que sean las mínimas posibles. Hay mucha rapidez. Yo llegué a hacer cuatro juicios en un día. Un juicio como el de la AMIA, de entre 10 y 12 meses en Cuba es inconcebible.

Dju: ¿Y quién hace la investigación?

ISZ: La misma policía hace las verificaciones de forma muy elemental y da cuenta a la fiscalía que lo presenta al tribunal, pero en general la fiscalía no participa en los juicios, aunque puede hacerlo.

Dju: ¿Su rol es acusar?

ISZ: No, sólo lo presenta al tribunal. Es un nexo entre la policía y el tribunal. Es un poco formal, porque en realidad no hacen nada. Es para evitar que sea la policía la que vaya al tribunal. La instrucción policial se copió de los países socialistas de Europa, pero ahora va a cambiar porque nos hemos dado cuenta de que es una aberración. En realidad lo que más afecta es la denominación, porque son una rama profesionalizada que sólo hace instrucción, pero ahora se los va a independizar de la policía. De todas formas el camino es hacia la instrucción del Ministerio Fiscal. Pero si ahora lo decidiéramos por un decreto sería un desastre, porque ni hay fiscales preparados para esta tarea, los que hay está acostumbrados a otro trabajo y además hay gente que ya hecho esta labor y no vamos a prescindir de ellos.

Dju: ¿Cuáles serían hoy las partes en estos juicios?

ISZ: No hay ejercicio de la acción penal. Simplemente viene una persona y denuncia, que es el primero que declara en el juicio oral, seguido por el acusado, se exponen las pruebas y se termina. El juez no interviene más que a la hora de decidir.

Dju: Entonces no existe oficialidad, el Estado no persigue...

ISZ: Así es, es la víctima contra el supuesto victimario. Pero de todas formas son distintos a los primeros tribunales populares. Yo pienso que aquello fue una maravilla. Yo tuve la posibilidad de ir escalando posiciones y llegué a ser organizador nacional de los tribunales populares. Así recorrí la isla por completo, conociendo todos estos tribunales, pero nunca me inmiscuía en los casos; nuestra tarea era extraer experiencias, ver deficiencias y hacer informes para eventuales reformas en base a la práctica.

Dju: ¿Qué pasó con la caída del bloque socialista en 1989?

ISZ: Allí comienza el período especial, con una caída en el Producto Interno Bruto del 35 por ciento; antes tenía un mercado natural, por ejemplo la Unión Soviética compraba el azúcar por sobre el precio de mercado y pagaba el petróleo en un precio fijo. Nosotros consideramos una verdadera epopeya haber pasado por eso; no hubiese sido posible sin una profunda decisión popular, nos hubiésemos venido abajo. En ese momento se limitó el trabajo de supervisión de los tribunales populares. Ahí decidí ser juez, que era un anhelo. Porque no es lo mismo ser nalga que jeringa. Antes yo criticaba a los demás, y después pasaba al otro lado. Entonces me presenté a concurso para el Tribunal Supremo, y gané, pero era un tribunal de derecho, de casación, y sólo se veían papeles (salvo en las pocas apelaciones en que entendía). Por eso también intenté y quedé en el Tribunal Provincial de La Habana, de donde soy presidente desde 1996.

Dju: ¿Por qué le parece que en Argentina, a diferencia de Cuba, cuesta tanto tener sistemas de enjuiciamiento más acusatorios?

ISZ: Porque Cuba se liberó a finales del siglo XIX heredé de España una legislación muchísimo más progresista que la del resto de América Latina. La ley de Enjuiciamiento Criminal de 1882 ya tenía el juicio oral (proceso mixto), por eso Cuba no concibe otro tipo de Justicia. Yo me pasé aquí en Argentina dos años y tres meses preso, y el único día que pude ver al juez fue el día anterior a que me soltaran. Hay muchos en Cuba que dicen que tenemos un sistema inquisitivo reformado (como el argentino), pero yo no estoy de acuerdo, pienso que es un mixto que vamos mejorando gradualmente. No se puede pasar al acusatorio puro como en ocasiones se pretende. Uno se ilusiona; a mí también me encantaría, pero hay que ir creando las condiciones. Tengo la impresión de que el cambio en la provincia de Buenos Aires, por lo que he leído, en el plano teórico ha generado muchos problemas. Para qué querés la ley muy buena si después fracasa.

Dju: Medió un cambio de política criminal en la provincia con el cambio de Gobierno.

ISZ: Sí, no me gustaría opinar pero esto de los menores baleados en la provincia y lo que habla la opinión pública de la policía me ha dejado frío.

Dju: ¿Suceden este tipo de cosas en Cuba?

ISZ: Puede darse algún caso, pero es realmente excepcional. Además hay un principio que se reafirma por la dirección política de que para nosotros la tortura es lo más deleznable que puede haber. Puede haber en algún lado alguien que se extralimite, pero realmente le cae el peso de la ley encima, aunque es totalmente ajeno a nuestra idiosincrasia.

Dju: Está relacionado a la historia de cada país...

ISZ: Claro, tenemos un nivel de violencia en la delincuencia bastante limitado. Siempre digo que el que tortura a un preso es un hijo de puta. Porque es un hombre indefenso. Lo más que puede pasar es un cachetazo, que se puede dar muy ocasionalmente y que todo el mundo repudia.

Dju: ¿Quiere decir que en Cuba un cachetazo es tortura?

ISZ: Sí, claro, cuando alguien se anima a darlo. No se le puede pegar a un preso. Parece difícil entenderlo, pero está en la filosofía de la gente. Fidel (Castro) siempre dice en sus discursos que en Cuba no hay desaparecidos, no hay torturas. “Qué me citen un solo caso”.

Dju: Lo que sí ha habido son denuncias de presos políticos y persecuciones a quienes se oponen a la revolución.

ISZ: Es muy difícil que la gente lo entienda desde afuera. Muchas veces puede parecer propaganda, pero nosotros sabemos que es una realidad cotidiana: Cuba está en guerra. Durante cuarenta años Estados Unidos ha tratado de destruir el sistema que impera en Cuba, y lo hacen con guerra bacteriológica, con terrorismo y tiene bastantes escalas, desde lo que hace la CIA o los gusanos de Miami, entonces Cuba tiene que defenderse. Lo que suelen hacer es fomentar lo que llaman grupos disidentes. Nosotros no necesitamos el pluripartidismo. Además cuando uno lo ve no le dan muchas ganas. Lo que sí tenemos es pluralismo. La gente allí opina y critica. Otra cosa es que exista un grupo determinado que se ocupe de tratar socavar, y encima no tienen ninguna acogida en el seno de la población; no llegan a mil sobre 11 millones de habitantes. Son tan imbéciles que no son capaces de reconocer nada. Para ello es todo negativo. Además están financiados desde afuera. Además allí no hay desigualdades. Yo, que tengo un buen salario en Cuba, gano tres veces más que el promedio, pero no hay nadie que gane diez o veinte veces la media. Ellos son profesionales y están pagados desde Estados Unidos y se enmascaran en periodistas independientes, etcétera. Lo que se hace es aislarlos.

Dju: ¿Cómo se hace ese aislamiento?

ISZ: No dándoles muchas posibilidades de que se pronuncien, que hagan agitación.

Dju: Es lo que ellos llaman censura.

ISZ: Censura no, porque censura sería en la prensa y ellos no tienen acceso a la prensa. Ellos hacen su boletín clandestino. No se les da publicidad porque están considerados enemigos de la sociedad, que no es estar en contra. A nadie se le ocurriría aquí darle un periódico a un Bin Laden. Entonces, cuando transgreden el ordenamiento son enjuiciados.

Dju: ¿El modelo de ejuiciamiento es exactamente igual al que antes explicaba?

ISZ: Está dentro del marco de esto. Pero en cuatro de las catorce provincias existen salas tribunalicias para delitos contra la seguridad del estado, y si el delito fuera uno de los contemplados en el Código Penal en esta categoría son enjuiciados en estas salas. Ellos se autoconsideran presos políticos, qué se yo.

Dju: ¿Tienen el mismo sistema de garantías?

ISZ: El mismo. Tienen sus abogados, jamás se les toca. Pero tampoco se les puede permitir que transgredan el orden establecido. Hay más bien benevolencia, porque no hay ningún interés en convertirlos en mártires. Porque en definitiva no es más que un mecanismo que utilizan para que después la embajada americana les dé visas y se puedan ir para el norte. Su sueño es ese, son asalariados que se quieren ir a Norteamérica pensando que van a tener un status muy bueno.



luciano hazan / dju
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