La idea había sido expuesta por el primer ministro canadiense, Jean Chretien, y fue discutida hace diez días en Ottawa en la reunión del Grupo de los 20 (G-20), que nuclea al Grupo de los 7 países más desarrollados, Argentina, Brasil y México, entre otras naciones en vías de desarrollo, el Fondo Monetario y el Banco Mundial (BM).
El plan será discutido en diciembre por el directorio del organismo y cuenta con el respaldo de Estados Unidos y Gran Bretaña, entre otros países, anunció la subdirectora gerente del FMI, Anne Krueger.
La funcionaria señaló que llenará "una brecha importante" en el sistema financiero mundial, que no prevé una situación de incapacidad de pagos como la que hay en el sector privado a través de las diversas leyes de concursos y quiebras.
Krueger recordó que esta idea ya ha sido discutida por el Grupo de los 7, que integran Estados Unidos, Alemania, Gran Bretaña, Francia, Canadá, Italia y el Japón.
La economista indicó que cuatro de esos países, entre ellos Estados Unidos y Gran Bretaña, apoyan con decisión el plan y que otros tres lo siguen estudiando.
La funcionaria dijo que confía en que un sistema internacional de concursos y quiebras alentará a los países y a sus acreedores a buscar una solución a sus problemas, sin acudir al FMI u otras instituciones.
En ese esquema el FMI será el eje del nuevo sistema y decidirá cuándo se aprueba el pedido de un país para ser protegido de sus acreedores. Sin embargo, Krueger puntualizó que habrá que crear algún tipo de sistema judicial independiente para dictaminar en las diputas entre deudores y acreedores.
Cuando el sistema se ponga en marcha, se prevé una congelación de la deuda, pero por tiempo limitado, a fin de asegurar que el deudor negocia de buena fe, mientras que una extensión del plazo requerirá la aprobación del Fondo Monetario.
Cualquier financiación adicional del FMI estará limitada a ayudar a reponer las reservas en moneda extranjera y a pagar los servicios e importaciones esenciales, pero no habrá asistencia para ayudar a pagar a los acreedores.
Krueger señaló además que el plan requerirá controles de cambio temporales a fin de evitar especulaciones monetarias. En el período en que se implante el control de cambio, las empresas privadas pueden necesitar también asistencia, ya que no podrán pagar a sus acreedores o inversores extranjeros.
Durante ese plazo tendrán que depositar los pagos en una cuenta en fideicomiso que se usará para cancelar las deudas cuando se levanten los controles. El incentivo para que un país acepte este tipo de plan "es evitar la situación que enfrenta ahora la Argentina", señaló Krueger, y estimó que "la deuda argentina podría tener ahora más valor si hubiera estado en vigencia un sistema como este".
Krueger dijo que una de las condiciones para la aceptación del plan será un acuerdo de la mayoría, pero no la unanimidad, de los acreedores. Además, los acreedores recibirán el estímulo de prestar más dinero al país, recibiendo la calificación de acreedores prioritarios.
Mucho de esto coincide con lo que expuso en Ottawa el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Paul O´Neill, quien sostuvo que el FMI debe reformarse "para dejar de actuar como bombero y tomar medidas preventivas".