Según Dos Santos, sólo los israelíes se mostraron algo interesados en su historia, mientras que en el consulado argentino recibió un trato burocrático. Pero el interés de Dos Santos en el tema no terminó allí, ya que inmediatamente después del 18 de julio, llamó desde Italia a la Policía Federal en Buenos Aires y reiteró su historia.
Sin embargo, el 11 de septiembre de 1994, ante el juez Juan José Galeano, Dos Santos se desdijo. Aseguró que toda la historia era “un invento” para obtener dinero, postura que mantiene desde aquel momento.
Dos Santos fue procesado por falso testimonio por el juez Bonadío, quien lo excarceló. Inmediatamente, el brasileño escapó, y fue ubicado recién en marzo de 2000, en Suiza, desde donde fue extraditado hace un año.
Ahora, el juicio oral reavivará el interrogante central en torno a este brasileño de 46 años: ¿cuándo mintió? ¿Cuando dijo que sabía, o después, cuando aseguró que todo era un invento? Fuentes ligadas a la causa aseguran que son preguntas que no obtuvieron respuesta en la instrucción.
Pero el juez Bonadio tiene sus razones para elevar la causa a juicio. Desde que quedó detenido, el estado de salud de Dos Santos ha desmejorado mucho por las huelgas que periódicamente realiza en reclamo de su libertad, en su celda de la Superintendencia de Investigaciones de la Policía Federal, en el barrio de Villa Riachuelo.
Sin embargo, la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas criticó la elevación por entender que deben realizarse nuevas medidas de prueba “imprescindibles para demostrar que cuando alertó sobre el atentado estaba diciendo la verdad”. Los abogados de la DAIA ya recurrieron la decisión de Bonadío ante Casación.
A través del testimonio de Dos Santos se llegó a la iraní Nasrim Mokhtari. En sus primeras declaraciones, el brasileño aseguró que era amante de la mujer, que se dedicaba a la prostitución de “alto nivel”, y la vinculó a ambos atentados.
Con esos datos, la Corte Suprema de Justicia organizó a través de la SIDE un operativo para traer al país a Mokhtari e interrogarla por el atentado contra la Embajada. Luego la dejaron en libertad por falta de mérito, y todavía se la puede ver vagando por las calles del microcentro porteño o realizando laberínticas denuncias a los periodistas acreditados en los tribunales federales.