Según el juez, el grueso de la gente comenzó a insultarlo a él y a su madre, de 93 años de edad, al tiempo que comenzaron a pintar con aerosol la vereda y el frente de la vivienda ubicada en esta capital.
Asimismo, calificó al momento de “desagradable” dado que los manifestantes no pararon un momento de insultarlo, y lo amenazan por lo cual no pudo salir de su casa para ir a cenar con unos amigos como tenía previsto.
El ministro no dudó en separar el hecho del octavo cacerolazo que se realizó ayer en el Palacio de Justicia, cuando comentó que nada tienen que ver lo que me ocurrió ayer con la protesta en los tribunales “esa gente vino directamente a mi casa”.
Al respecto, relacionó los hechos, que denunció ante el juez Norberto Oyarbide, con una forma de represalia a sus declaraciones de la víspera donde había comentado que no pensaba renunciar a su cargo como miembro del Máximo Tribunal.
También, aseveró que le llamó la atención la pasividad del personal policial. “A pesar de haber labrado las actas, no procedieron a identificar a ninguno de los agresores”, sentenció el ministro con tono de preocupación, al tiempo que recalcó que no estaba en sus planes renunciar dado que cuando decida irse lo hará por “la puerta grande” de la justicia.