04 de Noviembre de 2024
Edición 7084 ISSN 1667-8486
Próxima Actualización: 05/11/2024

A) TIREN PAPELITOS.

 
En el cuarto piso del Palacio de Justicia, el clima ya es otro. Se percibe cierta distensión por sus pasillos, a diferencia de semanas atrás donde la atmósfera parecía de acero. Y no es poco, las señales que vienen del poder político hacen pensar que el huracán ya pasó. Por eso para algunos de sus célebres moradores pronto llegará el momento de hacer inventario de lo que la tormenta se llevó y lo que la resistencia dejó en pie. Para adentro, el noneto de jueces acomodará sus diferencias con el tiempo –sobretodo con Bossert, a quien le reprochan que siempre se esforzó por marcar diferencias con el resto-. Para afuera, el rigor parece que será otro. Es claro, los ministros saben que no son pocos los que salieron a probarse el traje de cortistas mientras ellos remaban contra la corriente -al estilo de los balseros cubanos y sin habanos Cohiba-. Hasta saben que el ministro Vanossi ya se había entusiasmado con la conformación de una futura corte al estilo americano, incorporando representantes del cupo femenino y de otros credos religiosos. Allí parece que todo se conoce: candidatos, padrinos, alianzas, juramentos y traiciones, que a manera de amargo inventario se fueron registrando en el sinuoso laberinto de los cacerolazos. Como si fuera poco, el caso del “juez del papelito” – Guillermo Antelo, del riñón de Nazareno-, le vino como anillo al dedo al presidente de la Corte: la rápida verónica de Alfonsín, en medio del preciso e impertinente disparo fotográfico, concluyó en un almibarado llamado del actual senador, que para muchos sonó más a disculpas que a una simple aclaración. Se ve que el hombre estaba realmente persuadido.

B) AVANCE. Descomprimido el frente tribunalicio, los jueces agremiados en la asociación de magistrados nacionales y en la federación de los provinciales –antes se chumbaban todo el tiempo y ahora van juntos a todos lados-, mantuvieron un distendido encuentro con el ministro Jorge Vanossi, donde pasaron revista a todos los temas del área durante la hora y media que estuvieron en su despacho. Transcurrido el máximo pico de tensión entre el Ejecutivo y el Judicial, Vanossi parece haber comprendido que a la fragilidad del gobierno no le puede agregar un conflicto permanente con los jueces. Ya no habla de renuncias sino de designaciones: pronto dará a conocer su iniciativa para crear una nueva cámara de casación, pero esta vez, para competencias no penales. Pero sabedor de que uno de los temas que siempre preocupó a los judiciales es la cuestión previsional, el ministro no se mostró tan convencido en esta ocasión de seguir adelante con la iniciativa de la jubilación compulsiva, a la vez que se ofreció de nexo para facilitar un encuentro con la ministra Graciela Camaño, con quien los jueces están interesados en acordar la creación de una Caja de jubilaciones propia, al estilo de las que tienen las fuerzas armadas. Es que la casi unanimidad de los magistrados sigue aportando al sistema estatal para seguir defendiendo el 82% móvil, que ellos reconocen como jubilación “distinta” pero no de privilegio. Contentos se los veía, a la salida, a Highton, Lugones, Cataldi y Cabral, quien según fuentes de la lista Blanca, se siente epicentro de un choque de lealtades: debe apoyar a Bindo Caviglione Fraga para su reelección en el Consejo, no puede desalentar a Raúl Madueño que aspira a ocupar ese sillón y por otra parte, él ya se siente con los pergaminos suficientes para competir por el cargo. El problema es que sólo hay lugar para dos, o para uno si hay fórmula de unidad con la lista Celeste, que ya avisó que lleva a Kiper como cabeza de lista. Y eso no es poco.

C) FORESTACION. Es la actividad más próspera en la city porteña. La gran cantidad de “arbolitos” molesta a las autoridades, siempre lo hizo en épocas de dólar alcista y caliente. La novedad del siglo XXI es la veta inusitadamente discriminatoria y racista de las razzias de deforestación que se llevaron a cabo durante la semana que pasó: peruanos, bolivianos y asiáticos. Todos víctimas de la “portación de cara” fueron detenidos por las fuerzas de prevención, aprovechando la excusa migratoria -falta de papeles, residencias vencidas, etc.- y ante los preocupantes vítores de la popular. No está para nada mal que se apliquen las leyes -justo en un país que no se caracteriza por su férreo respeto, nos hubiéramos ahorrado unos cuantos problemas si siempre lo hubiéramos hecho-, ni en materia migratoria, ni en materia de “arbolitos” –salvo que sean reincidentes, vender dólares no es un delito, sino sólo una infracción cambiaria-, lo que preocupa es que se empiece a percibir a todo oriental o morocho como sospechoso. Si se controla, que se controle a todos, ¿o acaso los albicelestes somos un dechado de virtudes? Mientras tanto, la poda de árboles sigue, pero, como después de toda poda, vuelven a crecer con inusitado vigor y se multiplican generosamente. Es que la culpa no es del chancho sino del que le da de comer, y mientras el dólar siga en clave desaforada, le seguirán dando maíz al chancho. Un siempre muy ocurrente abogado –estaba en la lona y se “salvó” con el tema de los amparos- redujo la cuestión a un relato cromático: “el problema no es el verde sino los bolonquis en la rosada, el negro no da pie con bola y encima terminó colorado de vergüenza de las cosas que le dijeron los líderes europeos durante su gira”. Por eso será que hay muchos que ya están agitando la bandera blanca.

D) GUERRA. De las cerveceras terminará –como no puede ser de otra manera- en la justicia, donde estudios como Marval O´Farrell y Llerena & asociados ya se están pintando la cara. A más de treinta años del leading case “Rolex contra Orient” – ineludible tema de estudio de publicidad comparativa en Argentina, que pese al crecimiento que tuvo en el mundo, aquí quedó frenada por la acción de los tribunales-, Isenbeck y Quilmes-Brahma parecen decididos a matar o morir. Es que la “mojada de oreja” que le hicieron a la ahora marca argentino-brasileña no resulta fácil de perdonar: la imagen de Quilmes, que permanentemente armó su estrategia marketinera asociada con los colores argentinos, apareció esta última semana como la cereza de una conquista de nuestro poderoso vecino, merced a la pícara iniciativa de su espumoso rival. Más allá de mostrarla como un símbolo del Mercosur, la imagen de la cerveza nacional quedó contenida en una inmensa bandera verde amarella, ¡justo antes del mundial!
Parece que eso le dolió más a Quilmes que el hecho de que Isenbeck se haya presentado ante el tribunal de Defensa de la Competencia para impugnar la fusión de las dos grandes marcas, ya que el grado de participación que tendrán en el mercado de cervezas estaría limitado por la actual ley 25156, sin perjuicio de la posición de dominio que virtualmente detentan de hace tiempo. Por otra parte, habrá que ver si los tribunales aceptan que Isenbeck “usó” la marca Quilmes en el aviso o solamente fue nombrada para referenciarse con su competidor. Habrá que seguir de cerca este caso, ya que sus consecuencias pueden abrir nuevos caminos comerciales, publicitarios y jurisprudenciales. Sube, sube, sube la espumita.

E) RECONOCIMIENTO. Muy importante es el que se produjo desde la embajada australiana y en nombre del gobierno de ese país hacia un juez, un fiscal y un comisario de la policía federal que intervinieron en el desbaratamiento de una red internacional dedicada al tráfico de estupefacientes, con detenciones de nueve personas en tres países distintos y en forma simultánea. La “Operación Natant”, que vigilaba los pasos de una organización criminal a través de Brasil, Bali e Indonesia, con destino final Australia –allí el kg. de cocaína llegó a cotizar a U$S 70.000- y que se dedicaba al tráfico de drogas ocultas en equipos de computación, en parte fue detectada por la punta de una investigación que el comisario Angel “el gato” Vázquez le acercó al juez Marcelo Aguinsky y al fiscal Miguel Schamun, de penal económico, hacia fines del año pasado. Lo bueno para la justicia es que los australianos felicitaron a nuestros funcionarios –con cartita y todo- por el sigiloso y efectivo seguimiento que instrumentaron en territorio argentino sobre el brasileño Francisco Gomes Haensel (alias Francis Burns), quien resultó ser el cabecilla de la banda que establecía sus contactos desde Buenos Aires -hubo interceptaciones telefónicas, filmaciones subrepticias y espionaje electrónico dentro de las habitaciones de un famoso hotel de la zona de Retiro y en una importante residencia de la zona norte del Gran Buenos Aires-.



alejandro s. williams / dju
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