24 de Diciembre de 2024
Edición 7118 ISSN 1667-8486
Próxima Actualización: 26/12/2024

Exclusivo: Las conversaciones de Franchiotti en el caso AMIA

El comisario inspector Alfredo Franchiotti está sospechado de haber colaborado con Juan José Ribelli para violar la incomunicación impuesta por el juez Juan José Galeano, cuando el sindicado partícipe necesario del atentado a la AMIA fue detenido.

 
El comisario, que está en el centro de una tormenta institucional desde el miércoles pasado, como sospechoso número uno de haber asesinado por la espalda al piquetero Darío Santillán, no sólo secundó a Ribelli en la División Sustracción de Automotores de la Bonaerense en 1996 –tal como adelantó Diariojudicial.com el viernes último- sino que colaboró con su jefe cuando este quedó detenido por orden del juez Galeano.

Así se desprende de las escuchas que constan en la causa AMIA, a la que este medio tuvo acceso, que indican que Franchiotti formaba parte, al menos, del entorno de los jerarcas de la “maldita policía” que encabezaba el fallecido Pedro Anastasio Klocdzyc, cuando la provincia de Buenos Aires era gobernada por Eduardo Duhalde.

La noche negra

El 12 de julio de 1996, el juez Galeano decide detener a Ribelli, Raúl Ibarra, Irineo Leal y otros policías de Lanús y Vicente López. Ribelli se entera por una infidencia de un alto jefe policial con escritorio en La Plata y realiza frenéticos llamados telefónicos a través de su celular, el 440-6746, intervenido por la SIDE.

Ribelli se dedicó a ubicar a todos los policías señalados por Galeano antes que los federales que los buscaban los detuvieran. A los que iba ubicando les decía que no quedaba otra alternativa que presentarse, y les “sugería” que se negasen a declarar.

Para esto, echó mano de uno de sus segundos, el entonces subcomisario Alfredo Franchiotti. En la noche del 12 de julio, lo llama, le comenta su situación y le pide que vaya “a lo de (Raúl) Ibarra”, porque “lo está allanando la Federal”.

Lo que sigue es lo fundamental del diálogo textual, al que tuvo acceso este diario en exclusiva:

Ribelli: Bueno, por qué no hacés una cosa, por qué no te vas a la casa de Ibarra?

Franchiotti: Sí.
R: Que le están allanando la casa. La Federal, con el tema de Galeano.
F: Uh! No me digas.
R: Y... ahí lo están deteniendo, a el, es la División eh, el coordinador.
F: Puta...
R: Y... hay una detención para Bacigalupo, para Albarracín...
F: ¿Para Marcelo?
R: Sí, para mi también...
F: Uhh!!

Claramente, el jefe pone al tanto a su subordinado, que parece comprender al instante cuando Ribelli le refiere “el tema de Galeano”. Más adelante, le pide que ubique a Marcelo Albarracín, otro de los involucrados.

Ribelli: Bueno, hacé una cosa, vos tenés el radio de Albarracín?
Franchiotti: Sí.
R: Y bueno, tirale un radio... que te llame al movicom tuyo.
F: Listo.
R: Dónde te llamó... si es que todavía no tuvo problemas?
F: Sí.
R: Decile lo que te dije yo, y que yo soy de la idea de... y le decís, si no que me llame al movicom.
F: Bueno, que se quede tranquilo.
R: Si ya tuvo problemas, o no te llama, bueno listo, qué va a hacer...
F: Sí, yo ya me voy a dar cuenta... porque empezás a levantar la voz ahí...
R: Así que quedate tranquilo, que nos vamos a ver y todo el mundo se va a presentar.
F: Listo Juan, ya te lo manejo.

Los “problemas” que tendría Albarracín, son, en rigor, uno solo: la posibilidad de que los federales enviados por Galeano ya lo hubiesen detenido.

Pero la colaboración de Franchiotti con un jefe que ya tenía pedido de captura no termina allí.

Un día después, cuando Ribelli y los suyos ya están detenidos en la Brigada de Quilmes, violan sistemáticamente la incomunicación ordenada por el juez federal. Desde su celda, Ribelli sigue usando su celular y coordina con algunos subordinados cómo ordenar expedientes judiciales pendientes.

También, sigue buscando al prófugo Albarracín, quien parece estar en el centro de sus cavilaciones. En una de esas charlas, un Ribelli detenido y supuestamente incomunicado le pide a un subalterno no identificado que lo llama: “esperá que me están entintando los dedos”, y ambos se ríen.

La escandalosa violación a la orden judicial que se desprende de la denuncia fue investigada en la provincia de Buenos Aires, donde recientemente un juzgado oral condenó a penas de prisión en suspenso a tres policías a los que encontró culpables de ignorar la orden del juez.

Son el ex subdirector general de Investigaciones, comisario mayor Jorge Hugo Bianchi, el ex director de Coordinación de Investigaciones, Félix Hugo Sosa y el comisario Raúl González,

Hace un tiempo, cuando la Cámara Federal de La Plata confirmó los procesamientos de los ahora condenados, ordenó que se aclarase quiénes eran varias de las personas nombradas en las charlas que “parecen ser policías que colaboraban con Ribelli y su entorno”.

Entre ellos, figura “Fanchiotti o Fanchotti”, a quien en algunas conversaciones entre Ribelli y sus subordinados se nombra familiarmente como “Fancho”.

“Tirale un radio a Franchiotti y que te ponga bien al tanto”, dice Ribelli en una charla con otro policía no identificado, y más adelante sugiere que el mismo comisario inspector ahora detenido “lo acompañe, por cualquier cosa” a un “Mayor” que no identifica, pero sería el encargado de capturar a Albarracín.

También en la pista carapintada

Las jornadas de julio del 96 no son las únicas con registro judicial de la cercanía de Franchiotti con Ribelli, en la causa AMIA hubo otros momentos sobre los que sobrevuelan –de nuevo- el tufillo de una “operación” de la Bonaerense.

El ahora ex Jefe de la Departamental Lomas de Zamora también participó de los allanamientos realizados en el marco de la llamada “pista carapintada”: una pesquisa que vinculaba a un grupo de militares que traficaban armas del Ejército con el atentado terrorista.

Concretamente, Franchiotti encabezó el allanamiento en la casa de uno de los imputados, Luis Pelle, mientras su jefe, Ribelli, acompañaba al juez Galeano y al mentor de la pista carapintada, el comisario Ángel Salguero, en el allanamiento con más “prensa”: el del Batallón de Ingenieros de Campo de Mayo.

Después de varios años de investigación, no pudo vincularse a los militares con el atentado. El año pasado, Pelle y otros acusados llegaron a un juicio oral que resultó con mayoría de absoluciones, y en el que se descartó que hubiera una “asociación ilícita”. La semana pasada, la mayoría de los imputados fueron sobreseídos definitivamente por el juez Galeano en relación al atentado.

El mismo Galeano indicó en un escrito enviado en su momento al tribunal oral que juzgó a los militares que la pista carapintada fue “otro intento de desviar la investigación” por el atentado contra la AMIA.

Más sombras

Conviene recordar que a pesar de la cercanía con Ribelli, Franchiotti nunca fue imputado por el atentado ni en torno a los delitos conexos, como las extorsiones a Telleldín, de las cuales habría surgido la Trafic que se usó como coche bomba en el atentado de julio de 1994.

Pero la AMIA no es la única investigación donde Franchiotti aparece ligado a Ribelli. Hay otra causa que se originó en las escuchas del caso AMIA, que se instruyó en la justicia de la provincia de Buenos Aires donde están imputados Ribelli y algunos de sus subordinados.

En esa causa –que recientemente volvió a manos de Galeano- están procesados Ribelli, Oscar Bacigalupo y Marcelo Albarracín, el inasible oficial que preocupaba a Ribelli en sus charlas de julio de 1996.

Fuentes judiciales confirmaron que se trata de una causa donde “se probaron varios ilícitos en una docena de casos”, con el mismo “modus operandi” que las apretadas a Telleldín: peajes para dejar delinquir o sobornos a comerciantes e industriales a cambio de “protección”.

En esa causa, además de los nombrados encausados por AMIA, está detenido a disposición de Galeano otro oficial de la bonaerense, Roberto Maizú. Se trata de uno de los subcomisarios con los que trabajaba Ribelli, el otro era Fanchiotti.

Puede ver otras notas relacionadas con el juicio del atentado a la AMIA en DiariodelJuicio.Com

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