04 de Noviembre de 2024
Edición 7084 ISSN 1667-8486
Próxima Actualización: 05/11/2024

A) TARDE.

 
En su momento había llegado Miguel Ángel Toma con su sugerencia a Duhalde de que estaba en condiciones para acceder al cargo de jefe de la SIDE. Por muy poco se le había escapado entonces esa designación, ya que a Duhalde no le parecía mal la idea, pero contaba con un impedimento insalvable para esa movida: horas antes lo había entrevistado Soria para ofrecerse en el mismo cargo, obteniéndolo al instante. Es que eran los primeros movimientos del gobierno recién asumido y la tropa duhaldista buscaba ocupar sus espacios rápidamente con la venia del presidente. Hombre de la política, Toma supo que la cuestión era esperar una nueva oportunidad, y preparar la corbata a tiempo. Por eso su nombre no causó sorpresa a la hora del relevo de Soria, que no pudo remontar su incómoda posición tras el estival ataque de reunionismo con jueces, camaristas y ministros de la Corte. El único obstáculo para su ascenso al cargo provino del riñón íntimo de Duhalde, y de la mano de quien ya en febrero –ver in voce del 17 de ese mes- “había tachado su nombre a raíz de la resistencia que el nombre de Toma despierta en sectores militares”. José Pampuro, esta vez, no sacó bolilla negra, pero no se guardó el intento de convertir en el nuevo mister five a Aníbal Fernández, quien después de pensarlo, prefirió seguir en La Rosada, y dejar el camino allanado para el nuevo jefe de los espías.

B) CONTRACARA. Uno de los activos estratégicos de mas peso en la política interna del gobierno es la relación con los jueces, de la que históricamente la SIDE fue un puente permanente. Para algunos una necesidad funcional – hoy es un organismo que colabora activamente con los juzgados a través de la OJOTA, la dirección de observaciones judiciales- y para otros una demostración de poder real. Lo cierto es que Toma y Soria reconocen como carta de entrada y salida un mismo pívot: su relación con los jueces. Mientras Soria se jugó por ponerlos contra las sogas para propiciar un clima político presuntamente favorecedor al entonces flamante gobierno –irónicamente, la defensa en ataque de los jueces fue llevada adelante por la pluma de Horacio Verbitsky-, Toma, desde su época de Secretario de Seguridad del gobierno de Menem, siempre cultivó una epicúrea relación con los jueces, especialmente, los federales –los otros eran recibidos con menú turista en un viejo quincho de la Prefectura-. Algunos que seguramente estarán en el acto de la jura, valorarán la permanente vocación de “Miguel Angel”, de no mezclarlos nunca en las reuniones con magistrados de los restantes fueros, que a decir verdad, la pasan mucho mas tranquila que los de Comodoro Py.

C) VANIDOSSI. Es el mote que con agudo ingenio le regalara, allá por los ochenta, el constitucionalista del peronismo histórico, Alberto González Arzac, al hoy ex ministro de Justicia. Lo cierto es que de la gestión de Jorge Vanossi no se vislumbraron destellos personalistas, más aún, le puso el sello de la UCR a una gestión peronista, la de Duhalde, que lo tuvo siempre en la cornisa académica y política, ya que un hombre de prosapia radical, muy respetuoso de las instituciones, no podía mostrarse como empujando al vacío a una combi con nueve pasajeros. Por eso, su score no le resultó favorable; con la Corte, quedó mal parado y con las manos vacías. Fue el mascarón de proa, junto a Soria, del primer embate en su contra: los supremos están vivitos y coleando. Quiso jubilar de prepo a los jueces con canas: se van a retirar cuando se reciban los bisnietos. Pretendió achicar el Consejo de la Magistratura y el Jurado de Enjuiciamiento: los asesores contratados pasaron a planta permanente y hay consejeros que ganan más de doce mil pesos. Quiso mandarles la DGI a los jueces que retiraban importantes depósitos en dólares –amparos mediante- para que justifiquen como los ganaron: ahora ya están tramitando recursos ante la Corte Interamericana de Justicia para que no los obliguen a devolver el dinero recuperado. En fin, el balance final no le dejará espacio para la vanidad.

D) LASNAUD – LARROCHE – BERNARD. No son los 3 chiflados ni las trillizas de oro, sino los apodos más conocidos del esta semana detenido en Suiza, Francois Lasnosky, un hombre clave en la causa Armas. Seguramente Lasnaud tenga mucho para decir a la justicia argentina, aunque la magistrada suiza Carole Barbey se mostró escéptica sobre la posibilidad de extraditarlo a estas pampas. Lasnaud comparte el privilegio anti extradicion con el ex teniente coronel Diego Palleros –protegido por las autoridades sudafricanas-, quien constantemente ha tratado de victimizarse, cuando en realidad desde la época de Alfonsín fue el intermediario con mayor llegada para vender armas desde sus contactos con Fabricaciones Militares. Recordemos que Palleros se profugó de la Argentina cando la Cámara en lo Penal Económico confirmó la denegatoria a su pedido de excención de prisión que había sido rechazado en primera instancia, ya que la calificación del art. 867 del Código Aduanero, que establece un mínimo de pena superior a los 3 años, no permite otorgar a los jueces este beneficio procesal. Volviendo a Lasnosky - tiene apellido de origen polaco aunque nació en la Alsacia francesa- posee un raid delictivo en 2 coincidentes especialidades, el tráfico de armas y el fraude económico. Fue convicto en 7 oportunidades en Francia por crímenes financieros y en 1979 por la venta ilegal de 500 Hecler & Koch a Somalía, también fue procesado en ausencia en Bélgica en 1983 por tráfico de armas; ahora está en una cárcel de Ginebra producto de la orden de captura emitida por las autoridades argentinas.

E) COMODINES. Con la detención en Suiza de Lasnaud, la causa de las armas retoma las expectativas en uno de los pivotes más importantes en la triangulación. Tanto él como Palleros -alias el centrofoward de la operación- cada vez que son protagonistas de un hecho con impacto internacional despiertan los instintos de cacería de las autoridades argentinas sobre sus personas. Más allá de las operaciones en las cuales intervinieron y que afectaron muy negativamente a la Argentina en la política interna, en la exterior prácticamente no tuvo reproches mayores, salvo el de Perú por la provisión que se le hizo a su enemigo de entonces, y Ecuador por mandarles productos de segunda selección. Los países centrales mantuvieron un sugestivo silencio quizá porque tales maniobras les resultan habitualmente familiares –el tráfico de armas es uno de los brazos desde donde el primer mundo hace política internacional-. Casualmente Lasnaud, hasta su detención en Suiza, vivía plácidamente en una cómoda residencia en el exlusivo Boca Ratón, donde Interpol – fichado en la categoría índice rojo, de máxima prioridad- lo tenía ubicado con pelos y señales desde hace más de 3 años, sin que las autoridades americanas dieran el ok para dar cumplimiento a la rogatoria que en su momento habían pedido los jueces argentinos Urso, Speroni y Aguinsky. Justamente este último juez fue el que generó la prueba de cargo más importante que pesa sobre Lasnaud, al comprobar su presencia en el aeropuerto internacional de Ezeiza momentos antes del embarque vía aérea de las armas que con el aparente destino Venezuela fueron despachadas a Ecuador.



alejandro s. williams / dju
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