De la información recibida por los fiscales federales Eamon Mullen y José Barbaccia de manos del juez de instrucción M. Chatelein se desprende que el 24 de abril de aquel año el automóvil en que viajaba Radjavi fue interceptado por dos vehículos, uno de los cuales lo encerró mientras que desde el otro movil se efectuaron los disparos que provocaron la muerte del ex embajador iraní en en Ginebra. Dos de los atacantes descendieron del vehículo y lo remataron a quemarropa, dandose posteriormente a la fuga.
La rápida intervención policial permitió la identificación del primero de los rodados utilizado por los terroristas, un VW Golf que fue fotografiado en los sistemas de control de infracciones de tránsito. Así se pudo establecer que el rodado había sido alquilado por una persona iraní llamada Yadollah Samadi, quien dio como domicilio el hotel en que se alojaba, que era usualmente utilizado por delegaciones de ese país.
Se comprobó que efectivamente se alojaba en dicho hotel junto con otros tres ciudadanos de esa nacionalidad, además de elementos probatorios que lo sindicaban como uno de los autores del hecho. Asimismo se ratificó la presencia de otros cuatro iraníes que habían pagado su alojamiento al contado y "no efectuaron comunicaciones telefónicas desde sus habitaciones". Las pesquisas determinaron que de la operación habían participado 13 personas, todas ellas con pasaporte oficial iraní, dos de ellas con pasaporte diplomático, que usaron pasajes emitidos en la ciudad de Teherán y con la numeración correlativa.
Por su parte el hermano de la víctima, Massoud Radjavi, denunció ante las autoridades helvéticas que "a su hermano lo habían asesinado bajo orden directa del presidente de Irán Rafsanjani, y que habían participado dirigiendo la operación dos diplomáticos llamados Hadi Nadjaf Abadi, embajador en los Emiratos Arabes y Akhoudzadeh, que contaron con la ayuda de Nasser Cyrus y Malaek Mohammad, jefe de misión y embajador en Suiza, respectivamente".
En el hotel donde se alojó Nadjaf Abadi en Ginebra se realizaron desde su habitación diferentes llamados telefónicos y "casi siempre se trataba de una llamada a Teherán, seguida a otra a la misión de Irán en Ginebra o de una comunicación directa con el nombrado Nasser Cyrus.En torno a esa pista el juez federal Juan José Galeano solicitó a la firma Telintar el listado de abonados de nuestro país que se comunicaron desde el año 1993 hasta el año 1998 en alguna oportunidad con los mismos números que lo había hecho Abadi desde Ginebra, y luego de diferentes analisis llevados a cabo por el juzgado con la colaboración de la DUIA se localizaron cuatro llamadas efectuadas en octubre de 1995 y marzo de 1996 desde la embajada de Irán en Buenos Aires a uno de aquellos números.
Al intercambiar información con el juez suizo este le notificó a Galeano que según los dichos del testigo "C" de identidad reservada se estableció que uno de los números -con el cual se comunicaba la sede diplomática en Buenos Aires- corresponde a la oficina del Mollah Mir Hejazi, quien trabaja bajo las ordenes directas de Alí Khamenei, guía de la Revolución Iraní, y que las otras pertenecen al Vevak en el seno del Ministerio de Relaciones Exteriores iraní.
Si bien no se pudo establecer vinculación directa entre ambos hechos de los elementos colectados "se desprende la presunta participación en la perpetración de este asesinato, de diplomáticos o personas con cobertura diplomática brindando apoyo a la operación”.Es más el juez argentino entiende que de la lectura y análisis de las constancias agregadas, "todo haría parecer que los responsables del asesinato de Kazem Radjavi actuaron con un grado de impunidad tal que se facilitó el conocimiento de sus identidades y que las sospechas recaigan sobre ellos y sobre ciertos estratos del gobierno iraní"."En esa inteligencia, sin perjuicio de que puedan haber utilizado nombres de cobertura, todas las personas sospechadas eran de nacionalidad iraní, los pasajes fueron sacados consecutivamente y viajaron a través de la misma compañía".