El alivio de Quintero se trasladó también a sus familiares y compañeros de la organización HIJOS y partidos de izquierda, que esperaron el fallo en la puerta de los Tribunales Federales de Comodoro Py 2002, férreamente custodiado por policías que los doblaban en número.
Es que llegaron a este juicio, hace poco menos de un mes, con la posibilidad de una condena de entre cinco a quince años de prisión por tenencia agravada de explosivos. Algo que tanto el fiscal, Raúl Balla Simpson, como los jueces del TOF 5 descartaron de plano.
Incluso, para dejar claro que el agravante que les adjudicó el juez de primera instancia Rodolfo Canicoba Corral no era tal, en la misma sentencia los jueces ordenaron la devolución inmediata de los volantes, revistas y banderas de agrupaciones de izquierda que fueron incautadas en los allanamientos a sus domicilios.
“Los testigos de parte de la fiscalía no pudieron demostrar otra cosa que la persecución ideológica”, le dijo luego a Diariojudicial.com la madre de Quintero, Mónica Rivero, y opinó que Canicoba cometió “prejuzgamiento”.
“Todas las pruebas para acusarlos de la intencionalidad (lo que justifica el agravamiento en la tenencia) se les cayó abajo porque la única prueba que tuvieron siempre era un material ideológico”, aseguró la mujer, mientras era abrazada por los compañeros de su hijo, que festejaban que en pocos meses los dos jóvenes quedarán libres.
“En dos o tres meses están en condiciones de salir en libertad transitoria, y en unos nueve meses acceder a la condicional”, confirmó Gerardo Echeverry, uno de los abogados defensores.
Más temprano, antes de la difusión del veredicto, hubo forcejeos entre policías y familiares que estaban acreditados para ingresar a la sala de audiencias, que terminaron con la rotura de un vidrio de la puerta de entrada del edificio.
Luego, el mismo personal policial no permitió el ingreso a los Tribunales de un grupo de Madres de Plaza de Mayo encabezado por Hebe de Bonafini que, sin embargo, permaneció en la puerta del edificio hasta que se conoció la sentencia.
En tanto, por la mañana, los dos jóvenes hablaron ante el Tribunal en lo que se conoce como las “últimas palabras” antes de la sentencia. Bértola recordó que, tal como se dijo en el juicio, es hijo de desaparecidos, pero advirtió que “no lo mueve el odio”.
En tanto, Quintero destacó la actitud de su compañero, quien cuando estalló el explosivo “se quedó y me salvó la vida”, cuando podría haber escapado para no quedar preso. Quintero perdió el brazo derecho en la explosión del artefacto que, según se dijo en la audiencia era “casero y de bajo poder”.
Los dos militantes fueron arrestados cuando estalló una bomba casera de bajo poder que trasladaban en un remís por el centro porteño. En ese momento, se supuso que usarían el artefacto para atentar contra un cajero automático de la zona.
El viernes último, a la hora de los alegatos, el fiscal Balla Simpson pidió la pena de tres años y seis meses de prisión por “tenencia simple de explosivos”, de esta forma, el fiscal cambió sensiblemente la acusación con la que los dos jóvenes había llegado a juicio al entender que “no se pudo probar” que los militantes utilizarían el explosivo contra un cajero automático del microcentro, tal como se sospechaba.