Para los jueces se debe aplicar la eximente completa de imposibilidad de comprensión del acusado, porque por su avanzada borrachera no entendía cuál era el ilícito en cuestión. Sin embargo, el Tribunal lo sentenció a nueve meses de arresto todos los fines de semana y le quitó la licencia de conductor por dos años, por haber puesto en peligro el tránsito en la autopista por la que conducía.
Para los jueces, quedó probado que el hombre se despistó por la gran cantidad de bebidas alcohólicas que había consumido, y fue encontrado por una patrulla policíal dormido dentro de su vehículo. Los policías aseguraron que el automovilista estaba pálido, con el habla pastosa y aliento alcohólico, pero no aceptó realizar la prueba de alcoholemia porque -dijeron los jueces- “el estado en el que se encontraba le impedía tener conciencia de cual era su obligación así como de las posibles responsabilidades derivadas de su incumplimiento”. Sin embargo, para los jueces quedó claro que el hombre estaba borracho, aunque no se le haya realizado la prueba de rigor, por eso, sí optaron por condenarlo en orden al delito de poner en peligro la seguridad en el tránsito. Las copas de más solo le permitieron “zafar” de la resistencia a la autoridad.