QUIERE SEGUIR HABLANDO. Todavía no se apagaron los ecos de la declaración del homicida múltiple Ramón Solari en el juicio oral y público por el atentado contra la AMIA y ya hay quienes piensan que el controvertido testigo puede volver por más. Es que inmediatamente después de su declaración en el juicio, el testigo pidió reunirse con los fiscales del caso AMIA, y les dijo que tenía “mucho más para decir” sobre las instrucciones que habría recibido de los policías bonaerenses imputados por el atentado para hacerse cargo del ataque a cambio de un oportuno escape que lo pondría a salvo de una condena a reclusión perpetua. Los policías imputados vienen diciendo desde el comienzo del juicio que Solari es un “mitómano”, que no sabía nada del caso AMIA y sugirieron que engañó a los investigadores con información que sacaba de los diarios. Sin embargo, el preso se plantó y en la audiencia oral dijo que el mismísimo Juan José Ribelli le hizo la oferta del escape: “nos tenés que salvar a todos”, recordó Solari. Y hasta no tuvo empacho en reconocerlo en la audiencia. “Es ese que está ahí” dijo Solari señalando con la cabeza, mientras Ribelli le sostenía una mirada gélida. Esta columna puede anticipar que Solari dijo que puede seguir hablando de sus supuestos contacto directos con Ribelli. Así se lo propuso a los fiscales y hasta a la abogada de la DAIA, Marta Nercellas, a quien incluso llamó por teléfono. Sin embargo, a todos les dijo que “no estaban dadas las garantías” para volver a sentarse en el estrado del juicio oral. Sin embargo, conocedor de los vericuetos procesales, Solari dejó picando un dato que ahora los acusadores intentarán confirmar: dice que cuando la policía lo “preparó” para que se autoincrimara en el caso AMIA le dictaron una serie de teléfonos que anotó en una agenda que ya no tiene en su poder. Habría datos concretos de quién puede tener el preciado documento que, si efectivamente existe, probaría aun más el intento de desviación y complicaría la posición de los ex policías que insisten en su total ajenidad a la trama de la trafic-bomba. ¿Aparecerá la agenda? (Especial de Diariodeljuicio.com)
ELECTORALISMO. Se puede decir que el 5 de marzo de 2003 marcó un antes y un después en la actividad judicial del Palacio de Justicia. Ese día la Corte Suprema de Justicia resolvió el espinoso reclamo de la provincia de San Luis en contra de la pesificación de los depósitos y desde esa fecha hasta el momento los resonantes fallos a los que nos tenía acostumbrado Talcahuano 550 brillan por su ausencia. Algunos expertos consultados dicen que tanto los miembros del Alto Tribunal como los demás jueces y camaristas que habitan el edificio esperan, para retomar la habitual descarga de pronunciamientos, el resultado de la segunda vuelta de las elecciones. A razón de verdad la afirmación parece cierta, dado que desde el fallo San Luis los únicos temas que tienen relevancia son los electorales. Por ejemplo los fallos por las elecciones porteñas, por los comicios de San Luis y hasta el caso del senador Luis Barrionuevo, marcaron la agenda de temas del emblemático palacio. Atrás quedaron los temas trascendentes como tarifas públicas y hasta los reclamos de los particulares por la pesificación forzosa de sus ahorros. Es más que común escuchar a los periodistas acreditados en tribunales decir “otro día sin nada, esto hasta las elecciones no se mueve más”. Lo curioso es que tampoco se acercan los particulares que muchas veces traen los más disparatados casos, con el fin de conseguir esas dos líneas de fama. Parece que los tiempos políticos desplazaron a los tiempos judiciales, generando suspenso en las grandes decisiones. Y no es para menos, los argentinos estamos a punto de dirimir quién será nuestro presidente casi en un cara o ceca.
SPARRING. Ese es en definitiva el espacio que ocupó la justicia durante el gobierno de Duhalde. No hay duda que sus decisiones, en las que puso freno a un montón de iniciativas del Ejecutivo, siempre cayeron como anillo al dedo a las pretensiones del gobierno. El Ejecutivo aumentaba las tarifas y la justicia las frenaba, el gobierno prometía compensar a los bancos, y los jueces fallaban en contra, el estado amagó con entregar bonos y la justicia decía que había que devolver cash. Así, en un yendo y viniendo permanente, Duhalde llegó para entregar la banda presidencial sin ninguna cuestion de fondo resuelta en firme. Salvo el caso San Luis, que encima lo patearon para adelante en cómodas cuotas, nada se resolvió. Como buen sparring, la justicia se la pasa de bollo en bollo (si no le pegan de un lado, se la dan de otro), pero no hay duda que durante este tiempo y en la suma de muchos casos puntuales fue el único poder que pareció haber cumplido con su rol. Los otros dos, dejaron mucho que desear: el Congreso ausente sin aviso y el Ejecutivo haciendo tiempo, tirando todas las pelotas afuera aferrándose a un cero a cero, en la convicción de que despues del desastre que dejó De la Rúa, un mísero empate era para festejar como un triunfo. En pleno efecto freezer a partir del día 18 sabremos si estas delicadas cuestiones las manejará un experto en hielos patagónicos o las derretirá de un plumazo el fuego riojano. ¿Qué rol ocupará la justicia con el próximo presidente?