El punto de inflexión en las sospechas del perito médico se dio el 25 de abril de 2002, cuando el soldado Mohamed B.M.A., destinado en el Tercio Duque de Alba, Segundo de la Legión, con sede en Ceuta, acudió a los servicios sanitarios de su unidad para pasar un reconocimiento médico obligado en el seguimiento de la baja por enfermedad que tenía prescripta.
En ese momento, el facultativo militar le comentó al soldado que no parecía leal ni sincero al alegar que padecía depresión, ya que sólo le ocurría “cuando se le encomendaba algún destino duro que exigiera más entrega, mientras que en destinos cómodos no presentaba problema psiquiátrico alguno”.
Según el teniente, ante su comentario, el legionario lo encaró “con propósito intimidatorio” y le dijo a los gritos que estaba “hasta la polla del Ejército” y que mataría a alguien o a sí mismo si lo hostigaban, hecho que al ser informado al Tribunal Militar Territorial Segundo, desembocó en la condena al soldado por el delito consumado de insulto a un superior, en su modalidad de amenaza en su presencia.
Al llegar el caso al Tribunal Supremo de España, se desestimó el recurso del soldado, aunque la sentencia contó con el voto particular del magistrado José Luis Calvo, que consideró que debió enviarse de nuevo la causa al Tribunal de instancia para que dictara otra sentencia, porque según este juez, los hechos responden a la modalidad de injurias.