1.
La cultura, como “conjunto de
modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico,
científico, industrial, en una época, grupo social, etc.” [i], en última instancia como
referencia de la vida humana a un complejo de valores en una época, grupo
social, etc. es de alta significación para la construcción de la “Patria Grande” del Sur que, con gran
lucidez histórica, es señalada en la convocatoria a este Congreso.
Una
“patria”, entendida como “tierra natal o adoptiva ordenada como nación,
a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y
afectivos”, es decir como “nación”,
que puede caracterizarse sobre todo por un proyecto vital común, es en mucho
resultado de una cultura común [ii].
Es
notorio que los valores de una cultura y una nación no tienen fuerza para
cambiar “límites necesarios” que puede imponer la “naturaleza de las cosas”,
sobre todo de carácter físico y económico. La economía es uno de los
despliegues más poderosos de la cultura general y las tensiones en este
despliegue de la vida mercosureña no son insignificantes. Las asimetrías entre
los países y fenómenos críticos como el de la vida argentina actual deben ser
atendidos. Sin embargo, es relevante destacar las grandes tendencias que a
través de la cultura toda constituyen el tejido básico de las aspiraciones
regionales hacia la integración [iii].
2. Los cuatro países que actualmente
integran el Mercosur, e incluso sus asociados, poseen una tradición cultural común particularmente significativa,
aunque no desprovista de diversidades.
Los países mercosureños son principalmente herederos de la común pero
diversificada cultura ibérica, a su vez parte del marco occidental. La herencia
mercosureña ibérica se integró, de manera traumática y diferenciada, con la
presencia aborigen y recibió, de modos también diferentes -durante la
dominación peninsular y con posterioridad- aportes del transplante forzoso
africano y de la inmigración voluntaria predominantemente europea.
3.
La base común precolombina de la cultura mercosureña es importante. Sin
desconocer las diferencias de las culturas indígenas, en parte resultado de la
diversidad andina y de la planicie de referencia atlántica, vale destacar que
la familia lingüística tupí-guaraní
ocupó gran parte de los territorios actuales de Paraguay, Argentina y Brasil.
La
llegada de los conquistadores ibéricos, provenientes de “las Españas” y de
Portugal, aportó una herencia
“occidental” de gran complejidad, elaborada durante siglos, que en alguna
medida asemejaba a los reinos ibéricos con el resto de Europa.
En
general Occidente es, de cierto modo, producto de la influencia de un mar grande
pero acogedor, el Mediterráneo, que
originó una cultura marítima, como tal dinámica y audaz, con fuerte
vocación por el desarrollo económico. Según le agradaría recordar a Hegel, el
hombre marítimo tiene la audacia de renunciar al piso, la audacia de hacer piso
en su propia destreza [iv].
En
la Edad Antigua las raíces occidentales abarcan los legados de Grecia, Roma y
el Judeocristianismo. Grecia brindó
de manera principal la referencia antropocéntrica de su arte, que incluye las
tensiones trágicas; la vocación de saber infinito expresada en la Filosofía, el
sentido prometeico del pecado triunfante y el espíritu democrático. Roma contribuyó con su sentido
privatista, que impregna las bases del Derecho de la propiedad y la
contratación; su gran destreza práctica y una lengua común al Imperio, que
perduró durante muchos siglos.
El Judeocristianismo
aportó las bases judías de la enormes dimensiones de un Dios único,
creador, persona, omnisciente, omnipotente y omnipresente, irrepresentable y
casi innombrable, que requería amor a la propia divinidad y al prójimo y era
adorado por todo el pueblo; esa divinidad era “protegida” por la referencia
adánica al pecado claudicante. Sobre tal base, se construyó la creencia cristiana
de que en un momento Dios se “encarnó” en un hombre, que exigió el amor al
enemigo, redimió los pecados de la humanidad, enseñó que su Reino no es de este
mundo y resucitó, venciendo a la muerte.
El período final del mundo romano vivió la
gran tensión entre la herencia propiamente romana y la judeocristiana, que de
alguna manera, pese a la diferenciación del Occidente latino y el Oriente más
helenizado, se decidió entonces a favor de esta última.
De
cierto modo, el comienzo de la Edad Media se produce con el ingrediente germánico, que aportó un sentido de la
individualidad en comunidad. Las diversidad entre la Europa del Norte y la del
Sur suele ser explicable por la diferente presencia del elemento germánico, más
importante en el Norte, y el elemento romano, más significativo en el Sur. De
aquí el mayor sentido de lo común básico, que existe en el Norte, y el
individualismo a veces feroz que, más allá de las declamaciones, tienen muchas
veces los pueblos “latinos”.
4. Una de las diversidades de la
cultura peninsular respecto del resto de la Europa a su Oeste es la limitada
duración que tuvo en la Península el reino germánico visigodo. Otra de las
importantes diferencias ibéricas es la incorporación del elemento árabe musulmán, con su fuerte referencia al Corán como libro religioso y
jurídico, presencia que, según se afirma, los propios visigodos se encargaron
de convocar.
En la historia de algunas regiones de la
Península ibérica, como Castilla, hay que tener muy en cuenta el afianzamiento
a menudo excluyente de la economía
ganadera ovina, representada por la Mesta, con clara marginación del
despliegue industrial.
A su vez, no es sin efectos que la alianza de Portugal e Inglaterra es una
de las más antiguas de Occidente y que la propia existencia del reino lusitano deba
mucho a la influencia inglesa [v]. Si bien en el Portugal medieval la
nobleza terrateniente era “pro-castellana”, la burguesía urbana atlántica era
“pro-británica” y logró imponer al fin su interés [vi].
Podría decirse que los portugueses están culturalmente un poco más
próximos a los ingleses que los castellanos.
Quizás haya sido relevante también el fracaso
de la Revolución de los Comuneros de Castilla, frustración que habría afianzado
una actitud exportadora de materias primas, ajena a la industrialización. Por
largo tiempo España quedó anclada en el paternalismo de Felipe II el rey
que, con profunda autenticidad y enorme laboriosidad, marcó el sentido opuesto
a la modernidad de la España habsburguiana. Felipe es uno de los grandes
paradigmas de la Contrarreforma, opuesta al movimiento que, principalmente con
el calvinismo, constituye la adecuación del cristianismo al capitalismo.
La obra para la modernización de España y
sus colonias que pretendieron sobre todo el rey Borbón Carlos III y sus
ministros, parece haber tenido menos éxito que la emprendida en el ámbito
lusitano por Pombal [vii]. El espíritu moderno que se desenvolvió
del otro lado de los Pirineos tuvo, al menos en lo comercial, cierta mayor
acogida en Portugal. Tal vez el paradigma castellano sea don Quijote, en tanto el espíritu de cierto modo práctico, más
cercano a Sancho Panza, es mayor en la cultura portuguesa [viii].
Es en la Edad Moderna cuando comienza la
importante diversificación entre la Península y el resto de Europa Occidental,
principalmente las industriosas Holanda, Francia e Inglaterra. Ni en España ni
en Portugal se produjeron las revoluciones burguesas de los siglos XVII y
XVIII, quizás, según algunos, porque abortaron en la Revolución de los
Comuneros. En ninguno de los dos países peninsulares tuvo lugar, por largo
tiempo, la Revolución Industrial. Con diversidades, el mismo camino recorrieron
las colonias sudamericanas [ix].
5. Si bien no sería legítimo desconocer la
forzada gran presencia africana en Brasil y la influencia inmigratoria
que, principalmente en la Argentina, tuvo fuerte contenido itálico, los
países del Mercosur en general difieren del espacio afín al capitalismo fundado
por los anglosajones. Si este espacio vive la globalización/marginación desde
un desarrollo predominantemente globalizado, el ámbito mercosureño, aunque
diferenciado en su interior, está mucho más en el campo de la marginación.
Es cierto que en diversas medidas los
países mercosureños, como partes de América Latina y en consonancia con lo que
al menos fueron las metrópolis, están escindidos en sectores más “ibéricos tradicionales”, paternalistas,
comunitaristas y católicos de referencia medieval, reforzados por ejemplo por
la presencia itálica meridional, y sectores más “angloafrancesados” y “norteamericanizados”, más abstencionistas,
individualistas y de cierta manera ocultamente “reformados” pero, aunque con
particularidades (en las que hoy es llamativo el empuje económico brasileño)
ninguno de los cuatro es ajeno a la fuerte diferencia con el mundo encabezado
en la actualidad por los Estados Unidos de América [x].
En cuanto a los países asociados al
Mercosur, en los casos boliviano e incluso peruano, la tensión cultural es
particularmente grande, sobre todo por la pujanza de la presencia aborigen,
enfrentada a lo hispánico, pero relativamente afín a la inadecuación
tradicional de este sector respecto del sistema capitalista.
Sin desconocer el frecuente afrancesamiento
de las élites, sobre todo en la segunda mitad del siglo XIX [xi], en Chile la presencia no española es
predominantemente alemana, ubicándose luego la francesa y la italiana [xii]. Sin marginar la diferente magnitud de las
migraciones, puede ser relevante que la Argentina sea quizás un país itálico,
en tanto el primer lugar no hispánico es ocupado en Chile por la cultura
alemana. Aunque a veces importante, la influencia alemana en los cuatro países
mercosureños es menor.
En cuanto a la con frecuencia difícil
relación mercosureña con el capitalismo, puede hablarse incluso de cierta
ocupación “parasitaria” de partes del territorio mercosureño [xiii].
6. La religión católica mayoritaria
común, heredada de la Península, es uno de los rasgos culturales que
contribuyen a definir una importante afinidad de los países mercosureños.
Incluso la realidad geográfica signada en gran medida por la Cuenca del Plata
contribuye a mostrar una importante continuidad de los cuatro países.
Existen importantes diferencias internas en
los países del Mercosur, pero las fronteras están lejos de marcar diversidades
definitorias. Quizás la diferencia cultural más relevante pase por la
“insularidad” de Chile. La tecnología actual está contribuyendo a la
aproximación del país trasandino, pero la mentalidad chilena no es de
continuidad con sus vecinos.
Las lenguas relativamente afínes
constituyen otro elemento muy significativo de la comunidad mercosureña. Una
lengua es de cierto modo una manera de construir el mundo.
7. A nuestro parecer, los caminos del
Mercosur y el ALCA son profundamente diferentes, no sólo por la
diversidad de objetivos de un mercado común y un área de libre comercio, sino
por disparidades culturales y vitales que hacen que el Mercosur, apoyado en
gran medida en su relativa homogeneidad cultural, pueda y deba evolucionar
hacia una Patria Grande del Sur y hacia la Unión del Sur, en
tanto en la vinculación con los Estados Unidos de América resulta muy poco
viable la propia realización relativamente igualitaria de un área de libre
comercio.
(*)
Profesor titular y director del Centro de Estudios Comunitarios de la Facultad
de Derecho de la UNR.
[i] REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Diccionario de la Lengua
Española, http://www.rae.es/ (2-3-2004).
[ii] Íd.
[iii] Cabe c.
nuestro artículo "Meditación de la
asimetría en los procesos de integración, con especial referencia a la relación
del Brasil con los otros países del Mercosur", en "Derecho de la
Integración", Nº 8, págs. 27 y ss.
[iv] Pueden v. nuestros “Estudios de Historia del
Derecho”, Rosario, Fundación para las Investigaciones Jurídicas, 2000.
[v] En cuanto a la no penetración de la Inquisición en
Brasil, por influencia inglesa, puede v. por ej. Aurora de Chile, jueves 7 de
mayo de 1812, páginas 2 y 3, Inglaterra y Portugal firman alianza
comercial, http://www.auroradechile.cl/newtenberg/681/article-2788.html
(2-3-2004).
[vi] Es posible c. Artehistoria, Portugal,
Transformaciones pol (1357-1432), http://www.artehistoria.com/frames.htm?http://www.artehistoria.com/historia/contextos/1175.htm
(2-3-2004).
[vii] Puede c.
nuestro artículo "El marqués de
Pombal, Portugal, Brasil y el Mercosur", en "Derecho de la
Integración", Nº 4, págs. 113 y ss.
[viii] Cabe v.
nuestro estudio "Notas para una
comprensión jusfilosófica del Quijote", en "Boletín del Centro de
Investigaciones de Filosofía Jurídica y Filosofía Social", Nº 9, págs 19 y
ss. Respecto de la referencia a
la praxis desde el Portugal del Renacimiento al Brasil actual, es posible c. v.
gr. Alberto Vélez Rodríguez, El Derecho desde lo político en Miguel Reale, http://ensayo.rom.uga.edu/filosofos/brasil/reale/alberto.htm
(2-3-2004).
[ix] Hombres como Alberdi y Sarmiento,
tan influyentes en la realidad argentina, se preocuparon, al fin sin éxito, por
lograr la formación de una burguesía nacional. Las esperanzas de origen europeo
no meridional de la inmigración pretendida por Alberdi resultaron frustradas (En
cuanto a las ideas de Alberdi es relevante atenerse, por ejemplo, a las “Bases”
que escribió para la Constitución de 1853; la clave del muy influyente
pensamiento sarmientino está principalmente en “Facundo”. Las dos obras se
enfrentan al llanto de la cultura gauchesca perseguida manifestado en “Martín
Fierro” –es posible v. nuestro estudio “Comprensión jusfilosófica del “Martín
Fierro””, Rosario, Fundación para las Investigaciones Jurídicas, 1984).
[x] El conflicto entre la
cultura angloafrancesada y la hispánica tradicional suele mostrarse, por
ejemplo, en las tensiones entre Buenos Aires, la antigua “París de América
Latina”, y el interior argentino. Es
posible v. nuestros artículos "La escisión de la conciencia jurídica y
política argentina", en "Revista de la Universidad de Buenos
Aires", publicación en homenaje al profesor Rafael Bielsa, vol. VI, págs.
21 y ss.; "Notas para la comprensión jusfilosófica de América
Latina", en "Boletín del Centro de Investigaciones..." cit., Nº
12, págs. 29 y ss.; también nuestras “Bases jusfilosóficas del Derecho de la
Cultura”, Rosario, Fundación para las Investigaciones Jurídicas, 1993; “El
Derecho Universal”, Rosario, Fundación para las Investigaciones Jurídias,
2000).
[xi] Pueden v. La influencia francesa en la vida social
de Chile de la segunda mitad del siglo XIX, Francisco Javier González
Errázuriz, http://www.uai.cl/p3_humanidades/site/edic/20030530094405/asocfile/ASOCFILE220030428191759.pdf
(2-3-2004); Francia e influencia francesa, http://www.oni.escuelas.edu.ar/olimpi99/guerrasincuartel/v-ramire/drfrancia.htm
(2-3-2004);
[xii] Valdivia, http://www.patagonias.net/Ciudades/Valdivia.htm
(2-3-2004); Bienvenido a Chile, http://www.ekatours.cl/espanol/frame/bienvenido.htm
(2-3-2004); La inmigración francesa en Chile, http://membres.lycos.fr/emigrationchili/emigracion%20cl.htm
(2-3-2004). En cuanto a la composición social de Chile, es posible v. Nuestro
País, http://www.utalca.cl/maqueta8/region_del_maule/nuestro_pais/contenido_pais.htm
(2-3-2004).
[xiii] Puede c.
nuestro trabajo "Una Argentina
"parasitaria" entre la feudalización y la colonización", en
"Investigación y Docencia", Nº 34, págs. 59/65.