Lapolítica exterior de los Estados busca, entre otros objetivos, responder anecesidades internas utilizando oportunidades externas.

Dada la actual coyuntura, la integraciónmultinacional y el establecimiento de áreas de libre comercio están íntimamenterelacionadas con estrategias para una inserción más ventajosa de países,subregiones y regiones en la economía globalizada para lograr crecimientoeconómico y responder a las demandas de mejores niveles de vida para susciudadanos.

Hasta ahora ha prevalecido la integración económica porsobre otros tipos de integración por el deseo de conseguir bienestar a travésde la liberación de los intercambios y el fomento de  actividades productivas. Por ello elemento común a todas lasformas de integración es la disminución de barreras arancelarias,especialmente, para los bienes industriales y los servicios, mientras que elcomercio agrícola no es enteramente libre.

Desde cierta perspectiva, la integración multinacional - aúnreducida al ámbito económico- va más allá del ámbito del libre comercio. Endiez años, los aranceles promedios latinoamericanos pasaron de 35% y 100% deniveles mínimo y máximo, a 14% y 22% respectivamente, además de  reducirse la diversificación arancelaria yeliminarse restricciones a los movimientos de capital.

La eliminación de obstáculos a los intercambios es inherentea la integración económica, pues la abolición de las barreras existentes entrelas unidades involucradas es requisito para el establecimiento de un soloespacio o mercado en el cual rija la libre movilidad de productos y factores yse establezca, consecuentemente, una nueva división del trabajo. Paraintegrarse los Estados deben remover trabas al intercambio recíproco de bienes,servicios, capitales y personas. A diferencia de otros momentos de la historia,hoy se tiende a conceder gran movilidad a los capitales mientras se danrestricciones crecientes al movimiento de trabajadores.

Para algunos, la integración es  una empresa de desarrollo compartido de las sociedades que participanen ella. Dicha empresa, especialmente si se da entre democracias, debería procurar la distribución más equitativaposible de sus beneficios. Una noción inherente a la integración multinacionales la del equilibrio dinámico que conduzca a un crecimiento económico-socialarmónico y a un desarrollo político-institucional estable.

Especialmente en los países en vías de desarrollo, laintegración es concebida como un instrumento asociativo promotor delcrecimiento de economías que individualmente afrontan dificultades paradesarrollarse autónomamente en un entorno internacional que experimentan comopoco favorable. Objetivo principal de la integración, para estos países, esacelerar el crecimiento a través de una transformación sustancial de susestructuras económicas a través de la asociación multinacional, lo cual lospondría en mejor pie en la globalización.

 

La Gestación de losprocesos regionales

El término globalizaciónse impone a principios de la década de 1990 lo que no es casual ya que la caídadel bloque comunista y la clara orientación china hacia una economía de mercadosignificaron el derribamiento de las barreras ideológicas al libre comercio. Esasí que a fines de años ochenta a través de los Organismos Internacionales deCrédito (BID; Banco Mundial; FMI; etc.) se impulsaron políticas económicaspropulsoras de temas como la disciplina fiscal, la inflación  como parámetro central de la economía,abatimiento y control del déficit fiscal a través de la reducción del gastopúblico, apertura comercial, estímulos a la inversión extranjera directa yprivatizaciones, entre otras. Resumido por Larraine se trataría de “políticasmacroeconómicas prudentes, de orientación hacia fuera y de capitalismo en suversión de libre mercado”[1].

Se comienza de esta formaun proceso gradual de liberalización económica y comercial en los países envías de desarrollo, los cuales según la teoría eran el escollo fundamental a lalibre circulación de bienes en el mercado global.

De manera casisimultánea, se impulsa a la Organización Mundial del Comercio (OMC), a  funcionar como una gran mesa de negociaciónen donde todos los países acuerden como facilitar la libre circulación debienes y servicios.

Los procesos deintegración nacidos durante la década del noventa surgen a partir de fenómenostales como la interdependencia iniciada a partir de los acuerdos especiales decarácter preferencial  y las señales delmercado que fueron consecuencia de la liberalización comercial. Estos dosfenómenos combinados dieron nacimiento al denominado “regionalismo abierto”. Elobjetivo de este último es que la integración sea compatible con las medidasque apuntan a mejorar la competitividad internacional. Asimismo, una de susprincipales características es el carácter preferencial del mismo a partir delos acuerdos de integración fortalecidos por la cercanía geográfica y elvínculo cultural entre los países de la región. La integración apunta a labúsqueda de un comercio más abierto y es percibida como la opción menosnegativa para afrontar un escenario internacional desfavorable para los paísesde la región.[2]

De esta forma, enaquellos años, se conformaron bloques económicos y comerciales que apuntaban amejorar la competitividad de sus productos en el mercado mundial “jugando” enconjunto y aprovechando las ventajas del mercado ampliado con vistas a“aprender” a competir con aquellos productos carentes de ventajas comparativas.Asimismo, se aprovechaba el aumento del poder negociador para afrontar nuevasnegociaciones comerciales y se buscaba atraer capitales inversores yfinanciamiento externo. Los países asumieron este desafío simultáneamente conlos procesos de reforma estatal en aras de transformar los viejos y pesadosaparatos estatales en maquinaria ligera para atraer inversiones dentro de susfronteras. Teóricamente, este era el camino para iniciar el crecimientoeconómico que luego actuaría como efecto derrame a toda la sociedad. En estaconcepción, fuertemente ligada a los preceptos neoliberales, la prioridad esabrirse, comerciar, captar inversiones para que luego, de manera inercial, estoactúe como impulso económico en el conjunto de la sociedad. Sería esta laestrategia de desarrollo concebida por los gobiernos cuando apuestan a laintegración.

Las carencias existentesen la mentalidad integracionista se reflejan en las lagunas que presenta estabreve descripción de los acontecimientos. Es así que en los procesos regionalesha primado el concepto de mercado y de acuerdo a ello se identifican losobjetivos que luego condicionan los medios para alcanzarlos. La prioridad hasido diseñar instancias decisorias que garanticen ejecutividad y pragmatismo.Al  tener especial cuidado en nointervenir demasiado en procesos librados a la dinámica del mercado, sepostergan -como consecuencia ineludible - aquellas instancias deliberativas máslentas aunque más representativas. La carencia de voluntad para crearinstancias supranacionales de toma de decisión que actúen independientemente delos intereses nacionales ha condicionado la evolución de los procesos deintegración que quedan librados a los ciclos económicos globales. Losbeneficios de estos últimos son así captados por los países de maneraindividual y no por los procesos de integración en sí.

 

Desarrollo de losAcontecimientos

Por otra parte lospaíses, en el marco de la integración, crecieron económicamente durante ladécada del noventa aprovechando el período de bonanza económica existente en elmundo. Pero brechas existentes dentro de las sociedades se fueran ensanchandopaulatinamente quedando cada vez más desprotegidos los sectores sociales mássensibles.

Las actividadeseconómicas se fueran concentrando en determinadas áreas del país relegando aotras; se incentivaron los movimientos migratorios al interior de cada paísgenerando desequilibrios demográficos, económicos y sociales.

Esto produjo a su vezmayor desempleo en los países más desarrollados; tensión social: intolerancia yxenofobia lo que fomentò un círculo vicioso de comportamientos desviados, quevulneran normas y valores tradicionales en los países receptores de lamigración.

De esta manera, lospaíses en vías de desarrollo habían llegado a su techo de colocación deproductos y no se vislumbraban mayores facilidades para continuar creciendo.

Se intentó apostar a las negociacionesentre bloques comerciales pero estas avanzan lentamente, de acuerdo al ritmodesinteresado de aquellos más ricos. 

Las sucesivas crisiseconómicas ocurridas a finales de la década y su fuerte capacidad de “contagio”mostraron una cara de la globalización que muchos no querían ver. Esta ultima,a través de la libre movilización de capitales, demostró que no existe piedadpara los países en los que se pierde la confianza, especialmente en losmercados emergentes en donde se hacía dinero fácilmente a cuenta de los riesgosque implicaba invertir en ellos. Un claro ejemplo de esto fueron: México en1994, Sudeste Asiático en 1997, Brasil en 1999 y Argentina en el 2001. En todosestos países  el daño económico y socialfue inmenso, aunque algunos se recuperaron más fácilmente que otros. Estascrisis encontraron a los Estados disminuidos en su capacidad de actuación,empobrecidos y fuertemente endeudados lo que afectó directamente  su capacidad de negociar salidas. En losocial significó un drástico aumento del desempleo, crecimiento de los nivelesde pobreza y marginación, aumento de la emigración, y la profundización delconflicto social. En lo político se tradujo en la perdida de la gobernabilidady en algunos casos en déficit democrático.

 

Integración y libre comercio en la gobernanza de laglobalización

Siasumimos que la profundización y la ampliación de la globalización [3]tiene un alto componente de espontaneidad [4],sin desconocer las decisiones públicas y privadas que han incidido en ellas [5],parecería lógico asumir que los procesos de integración económica y losacuerdos de libre comercio (bilaterales, subregionales o regionales) –quesurgen de decisiones estatales- pueden y deberían ser espacios institucionalesque faciliten elecciones públicas y privadas que potencien los aspectospositivos de la globalización y amortigüen o erradiquen sus característicasnegativas, incluyendo aquellos aspectos y características que surgen de lasvariables espontáneas.

En laconsecución de la gobernanza de la globalización, para humanizarla, losprocesos de integración económica (que pueden conducir a uniones políticas) ylos acuerdos de libre comercio [6]–especialmente aquellos subregionales y regionales- pueden dar un gran aporte.

Si setoma en cuenta que, desde la creación de la Organización Mundial de Comercio(OMC) y hasta el año pasado, se han notificado más de 250 acuerdos deintegración económica –de los cuales aproximadamente 168 en plena vigencia (72%de ellos son áreas de libre comercio)-, resulta clara la importanciaestratégica de estos espacios instituciones para el futuro de la globalización.

 

Importancia de la integración

EnAmérica Latina existe conciencia de que las naciones de la región participan enla globalización desde la crisis, mientras que los países desarrollados lohacen desde el bienestar; pero también existe la convicción de que el senderopara una inserción ventajosa en la globalización pasa por la integraciónregional.

Lasinstituciones regionales (SICA, CAN, MERCOSUR, ALADI, entre ellas) han jugadoun rol crucial en América Latina y, en la región, ha habido progresos en laintegración regional mayores a los de otras áreas del mundo en desarrollo. Elrenovado compromiso de los países latinoamericanos con la integración ha idomás allá de la liberalización del comercio y del diseño de reglas comercialescomunes para considerar -en conjunto- cuestiones como la cooperación en lofinanciero y macroeconómico, la armonización de regímenes regulatorios encampos sensibles, la complementación de la infraestructura física así como laprofundización en la integración social y política.

 

Unelemento importante en la experiencia latinoamericana, tanto a nivelsubregional como en el desafío de un Área de Libre Comercio en las Américas, esla “cláusula democrática”. En los procesos participan únicamente paísesdemocráticos y la consolidación de la democracia es objetivo de las diferentesiniciativas y negociaciones en curso.

Perola integración no es una cuestión exclusivamente latinoamericana pues su importanciaes incuestionable entre los Estados miembros de la Unión Europea y paraaquellos que buscan participar en ella. El rol de los Estados Unidos en lallamada “segunda ola de regionalismo” es protagónico. La cuestión de laintegración viene adquiriendo cada vez mayor importancia en Africa -se habla deuna futura Unión Económica y Monetaria en este continente- tanto como en laagenda común de los países árabes. En Asia Central las naciones que integrabanla URSS ahora se encuentran vinculados por acuerdos regionales. Los demáspaíses asiáticos - especialmente aquellos con grandes mercados internos,tradicionalmente adversos o indiferentes a la integración - han cambiado deactitud [7].

Lacoyuntura amerita profundizar en las oportunidades que los procesos deintegración regional (“deep integration”) y los acuerdos de libre comercio(“light integration”) ofrecen para la gobernanza de la globalización, a partirde un “network” de instituciones mundiales, regionales, subregionales ynacionales.

Loregional es crítico pues permite articular los ámbitos global y nacional en unsistema internacional fundando en procesos políticos cuyos actores principalessiguen siendo las naciones - Estado, no obstante su debilitamiento.

Especialmente en los países en vías de desarrollo, laintegración es concebida como un instrumento asociativo promotor delcrecimiento de economías que individualmente afrontan dificultades paradesarrollarse autónomamente en un entorno internacional que experimentan comopoco favorable. Objetivo principal de la integración, para estos países, esacelerar el crecimiento a través de una transformación sustancial de susestructuras económicas a través de la asociación multinacional, lo cual lospondría en mejor pie en la globalización.

 

       Ámbitoregional                                                                                                                  

       Uno de los objetivos básicos de losprocesos de integración, y a esto no escapa el MERCOSUR, es la inserción internacional de las economías dela región ya sea por medio de la creación de comercio, de la inversiónextranjera y de su tecnología u obteniendo financiamiento. Ello requiere deadaptabilidad y flexibilidad. Este proceso de transformación debería lograrsecon equidad, de modo tal de facilitar la sustentabilidad y la participaciónestable en el sistema internacional, lo que implica la redefinición de unconjunto de políticas en las diferentes áreas.

Ennuestra región, progresivamente se va tomando conciencia de que las ventajascompetitivas que reclama el mercado mundial son intensivas en:

i) Recursoshumanos (inteligencia, capacidad de innovación y valor agregado intelectual).Esto implica desarrollar políticas de capacitación y educación para lainserción competitiva, tomar como eje integrador la equidad concebida comoigualdad de oportunidades; fomentar la autonomía de la acción educativa yhaciendo estos conceptos complementarios con la competitividad y la calidad deldesempeño, para enfrentar los nuevos requerimientos. En este sentido se intentarelacionar los sistemas educativos, de capacitación y científico -tecnológicocon el sistema productivo.

ii) Organización social (estabilidad,funcionamiento articulado de las partes). Se torna visible asimismo lanecesidad de enfrentar la competencia internacional con el esfuerzo articuladode todos los miembros, es decir, operando como sistema. Comienza a urgir eneste ámbito, la necesidad de lograr el mentado “entorno social estable”necesario para integrarse plenamente. En otras palabras: hay requerimientossociales insoslayables, enlazados con el aumento de la capacidad competitiva.

¿Cuáles son los rasgos más destacables en nuestra región? Aquellos yadefinidos para la escena internacional, con otros aditamentos: aumento de lapobreza, importantes disparidades en los ingresos y una progresivatransparencia en los sistemas de estratificación.

En este escenario se hace imprescindible un ambiente de estabilidad ydesarrollo de los derechos básicos de los individuos de modo tal de armonizardemocracia y crecimiento económico. Es la estabilidad económica y política la que va traer inversiones alargo plazo que apuesten a un crecimiento sostenido. Es necesario desarrollarel proceso de modo tal que sean todos losindividuos los beneficiarios potenciales de un nuevo modelo de desarrollo.

Estamos hablando entonces de la creación de compromisos políticos delargo plazo, que tengan como objetivo reducir las exclusiones económicas yaumentar la equidad.

 

LAINTEGRACIÓN DEL SUR ¿UNA NUEVA CONCEPCIÓN?

 

¿Para qué una integración?

Hoy, el espacio regional del Sur es una zona de libre comercio ampliaday una unión aduanera imperfecta, si tomamos en cuenta las excepciones yconsideraciones que involucró su actualización.

En el caso del MERCOSUR, es claro que no se ha planteado como unaintegración política, ni una integración con base en los Estados, como la europeaque plantea un proceso de convergencia de objetivos políticos, económicos ysociales y la formación de una supranacionalidad que funda la identidadcontinental. Más bien es un instrumento necesario dentro de un marco ideológicodeterminado, como es el liberalismo económico que domina actualmente laspolíticas del Cono Sur.

Nos encontramos entonces con la idea de Estado reducido al máximo paraser compatible con la preservación del sistema y la máxima eficiencia. Prima elconcepto de mercado y no el de Estado.

El marco ideológico que acompañó al inicio del proceso de integraciónmarcó no sólo los objetivos, sino que acorde a ellos, delineó los medios,delimitando asimismo las instituciones que conducirían el proceso. Se dioprioridad entonces a aquellas que garantizaran ejecutividad y pragmatismo,postergando así instancias deliberativas, más lentas aunque másrepresentativas.

Han sido los grandes actores los que han conducido y profundizado lasrelaciones dentro del bloque regional integrado, dándole prioridad en principioa la óptica comercial más que a la búsqueda de valores comunes característicosde un formato supranacional. El formato intergubernamental es funcional a ello,plasmándose en las Declaraciones presidenciales logradas en las Cumbres del MERCOSUR,y a las actividades de los cancilleres de cada uno de los países miembros.Lógicamente, tuvieron también prioridad las actividades comerciales y lafacilidad de diálogo entre empresas, aunque no fue así con los trabajadores,las ONG’s, las pequeñas y medianas empresas y la ciudadanía en general.

Sin embargo, la velocidad de esta integración lleva necesariamente apensar en una reorientación del proceso, involucrando a otros sectores ytemáticas que se tornan necesarias para los escenarios que se van generando.

El postergar las instancias supranacionales deja fuera, aunque sea demomento, la posibilidad de la representatividad cabal de los pueblos y dedeliberación legislativa inherentes a un Parlamento Común o a un Tribunal deJusticia. Instituciones supranacionales con funciones más que necesarias en unintento de integración que se precie de tal. Sin embargo, en el caso delMERCOSUR, esto no pasa de una declaración de principios que poco a poco, ydebido a la velocidad del proceso se toma necesaria. El caso del ForoConsultivo Económico Social es un ejemplo claro de esto, toda vez que si bienestá aprobada su creación, aún no se ha podido constituir. Ni siquiera estainstancia, de carácter sólo consultiva ha podido pasar a los hechos.

A esto deben sumarse las características de cada unode los países miembros, tales como tamaño, historia, legislaciones nacionales yeconomías. Contamos con dos países chicos (Paraguay y Uruguay), uno grande(Brasil) y uno mediano (Argentina). Tres de ellos han dejado de lado laspolíticas intervencionistas y estatistas, mientras que Brasil sostiene aúnciertas posiciones nacionalistas y de protección.

Este marco también requiere de condiciones específicaspara su óptimo funcionamiento: seguridad, estabilidad y previsibilidad para lasacciones y decisiones requeridas para la competencia económica. Pese a lacreencia más o menos generalizada acerca de las bondades del mercado, vansurgiendo progresivamente algunas urgencias para resolver aquellos aspectos quepueden afectar el proceso en general, y que en su momento se dejaron de lado,pero que tiene también relación con lo económico: la dimensión social delMERCOSUR.

Y aquí el mercado librado a su suerte no essuficiente, sobre todo en nuestro continente, donde los distintos vaivenes quehan sufrido las políticas públicas en general y las sociales en particular haninstalado un escenario muy poco alentador en el área social. Y seráprecisamente en este sector en el que deberá recaer la atención a la brevedadya que es aquel donde se han constatado los mayores impactos y donde tambiénactúa y actuará la integración.

Sólo generando un modelo de desarrollo inclusivo yparticipativo se puede potenciar la inserción en los procesos globales demodernización. La interdependencia de los conceptos de democracia y desarrollonos remiten necesariamente al espíritu inicial del MERCOSUR, superando latentación mercantilista propia de un contexto ideológico particular que impulsóal proceso, pero que dio prioridad al aspecto económico comercial propiciandouna confusión de medios y fines.

Si bien al momento de la firma del Tratado, los cuatropaíses habían iniciado un proceso democrático, lo que facilitó la convergenciade estos principios en la construcción del espacio regional, la voluntad políticade cada uno de los miembros fue diferente, así como fueron distintos losintereses que los motivaron.

Mientras Argentina y Brasil habían decidido integrarseeconómicamente ya desde 1988 a través del Programa de Integración ComercialArgentina Brasil (PICAB), sin considerar la eventualidad de sumar nuevossocios, Uruguay y Paraguay contemplaron la posibilidad de integrarse casi comouna necesidad vital.

Esto es relevante también para la cuestión social, yaque los diversos intereses puestos en la construcción del proceso tienenincidencia también en la voluntad política que se manifiesta para la soluciónde las diferencias existentes en el área social y en la convivencia dedecisiones e instituciones políticas no siempre compatibles.

En el caso de la estrecha relación entre Argentina yUruguay esto se plantea tan naturalmente como la necesidad de contemporizarformas democráticas disímiles. Mientras en la primera aún se puede hablar deuna democracia “corporativa”, donde las instituciones pierden vigor y nosiempre cuentan con la autonomía necesaria, en el Uruguay éstas sonprecisamente sus fortalezas. Y estos factores son relevantes en la medida enque muestran claramente qué actores son los que toman las decisiones políticasen cada uno de los países, y a quiénes benefician. Puntos muy importantes  cuando necesitamos saber con quiénes nossentamos a delinear la integración regional, y con qué fines.

Aunque los cuatro países hayan emprendido en su momento políticas deprivatización, estabilización y apertura de la economía encuadrados dentro delo que fue la Iniciativa para las Américas, con el fin de lograr una zona delibre comercio de Alaska a Tierra del Fuego, se hace necesario ahora otro tipode consideraciones. Los tiempos han cambiado, el marco ideológico no es elmismo y las necesidades urgentes de resolución son otras.

La transición a la democracia en América Latina no permite de momentohablar de una democracia sustantiva. Aumentan las brechas sociales, losderechos fundamentales son olvidados frecuentemente, la conciencia deciudadanía a menudo está ausente en la mayor parte de los países de la región.El libre juego del mercado no asegura por sí mismo ni el desarrollo ni lademocracia, y es necesario crear actores sociales y políticos capaces de lucharcontra las desigualdades que entorpecen la construcción democrática y eldesarrollo.

Se hace imprescindible entonces volver a considerar los fines comotales: democracia, desarrollo y justicia social, y de este modo elestablecimiento de los medios a seguir en pos de su consecución: modernización,inserción en el mundo, estabilización, etc.

Si se concibe en estos términos, si hay una recuperación de estosvalores, estamos hablando de la generación y/o jerarquización de un espaciosocial dentro del proceso de integración.

La combinación entre políticas sociales y cohesión social comosuperación de una visión neoliberal que ve en el mercado la solución y el finúltimo de los procesos.

 

Esto implica, no sólo la recuperación de la iniciativa política de losEstados nacionales como orientadores y garantes de las diferentes iniciativas ybeneficiarios, sino también el comenzar a delinear la posibilidad deinstituciones supranacionales que se comprometan con el área social como conlas económicas y comerciales.

 

Un largo camino pordelante...

Las circunstancias y loscaminos seguidos en los procesos de integración  han sido diferentes según los tiempos; regiones : necesidades ypreparación de los involucrados.

Los miembros máspoderosos de la comunidad internacional fijan y determinan las bases de laacción. Los recursos naturales cobran cada vez mayor importancia y la viejaaspiración no ya de justicia distributiva sino de “equidad” sigue sin progresaren demasía. Quizás sea el momento oportuno para  trabajar en conjunto y darles fin fomentando procesos deintegración que se basen en la equidad social, la producción y el empleo. Laspolíticas que se implementen hoy tal vez cambien el rumbo de la integraciónregional mañana y porque no el rumbo de la globalización.

El proceso deglobalización se encuentra en pleno desarrollo. Los actores irremediablementedeberán enfrentar los hechos y no con distracción. Las inequidades producidasdebemos responsablemente enfrentarlas en nuestras negociaciones sumadas a aquellasque pueden producirse en el futuro.

Laconstrucción de valores que nos unan en nuestro proceso de integración deberáser como una utopía posible que guíe nuestro accionar.

 

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