04 de Noviembre de 2024
Edición 7084 ISSN 1667-8486
Próxima Actualización: 05/11/2024

In Voce

 
FUSIONES. Lejos del boom económico y la globalización de las inversiones, en la Argentina no se habla más de fusiones de empresas sino de fueros. La estrategia empresaria motiva a las compañías a juntar esfuerzos para producir más, vender mejor y gastar menos, sin embargo, los proyectos de fusión de competencias penales todavía no se sabe qué beneficios traen aparejados. Nadie pudo dar cuenta aún de cuáles son las bondades del sistema de unificación que puedan redundar en un mejor y más eficiente servicio de justicia como consecuencia de las ventajas procesales que nadie se ocupó de explicar con claridad. Ya es sabido que desde el fuero federal están "bombeando" el proyecto por obvias, esperables y atendibles razones. Pero quien se ha sumado por estas horas con su caracterizada altisonancia a las críticas de la iniciativa gubernamental fue Julio Cruciani –el juez de moño- enmarcando la cuestión en lo que él ha dado en llamar un “plan perfectamente orquestado para la destrucción de las instituciones de la República”. Más allá de no ser éste el primer cruce que tiene con el ministro Béliz, lo cierto es que el juez en lo penal económico defiende la supervivencia del fuero al que pertenece por que es una garantía de especialidad y conocimiento específico (no es fácil lidiar con la Aduana y la DGI). “Sinceramente yo no me siento capacitado hoy por hoy para resolver sobre cuestiones de secuestros”, reconoció en voz alta lo que la mayoría de los magistrados involucrados –al margen de cuestiones políticas- piensan en voz baja. Cruciani estableció una curiosa rama jurídica a la que según él los futuros integrantes del megafuero penal deberían adscribir a partir de ahora: expertos en “todología”. Por otra parte, lo que el magistrado no dice es que el gobierno en realidad sí guardó una pizca testimonial de especialización: Mantiene al fuero en lo tribuatario y aduanero que se está al margen del proyecto, integrándose ahora con cuatro jueces y nueve camaristas (incluyendo los tres del tribunal oral). Los que le creen al Gobierno que la megafusión no es sólo para diluír el emblemático fuero federal, propician ahora la unificación de otros dos fueros que actúan como primos hermanos que durante años han compartido el mayor y más gigantesco litigante de los tribunales argentinos, el Estado Nacional. Así en la Capital, el fuero en lo contencioso administrativo y el fuero civil y comercial federal, podrían correr la misma suerte amalgamante de los penales: un nuevo fuero en donde el Estado en sus múltiples y diversos perfiles, tiene interés o es parte. Banco Central, ministerios, licitaciones, PAMI, ferrocarriles y otras toneladas de juicios que siempre terminan pagando los contribuyentes, podrían ser materia de una seria y profunda reestructuración, siempre prometida, y nunca producida. Lamentablemente la historia judicial argentina, aún hoy sigue padeciendo las ignominiosas consecuencias de la industria de los juicios al Estado, que le ha causado al país mucho más daño que un supuestamente díscolo grupo de jueces federales. Pero como toca gigantescos intereses económicos con vinculaciones en la política y en el establishment abogadil, difícilmente alguien se anime a meter mano y a hacer nombre de quienes llenaron sus bolsillos a costa de todos y hoy siguen con perfil bajo pontificando sobre la moral de los demás.

PIP, PIP, PIP. No se sabe si causa sorpresa o angustia que en la República Argentina en pleno siglo XXI se discuta si un competidor puede nombrar a otro en una publicidad. A más de treinta años del leading case “Rolex contra Orient”, una recordado aviso puesto en el aire por la agencia McCann Ericson que terminó en los tribunales tras un reclamo de la marca suiza, todavía es materia de debate si es lícita la publicidad comparativa a full en la Argentina. Dos de los profesores que más seriamente han trabajado el tema desde lo académico, son Norberto Spolansky y Marcelo Aguinsky –hoy se dividen las titularidades de las cátedras de Penal Económico de las universidades de Belgrano y Palermo respectivamente-. Con encuestas trabajosamente realizadas a “gente común”, han logrado amalgamar un concepto dinámico de derecho y economía con respecto a las cuestiones de mercado catalizadas a través del marco normativo. A muchos jueces les es dificultoso adaptar el timming de los negocios a rígidos moldes jurídicos. Así como la vieja ley civil generaba casi una obligación de sentir y amar vedando el divorcio vincular, hay ciertos preconceptos jurídicos que ante un vacío legislativo que indique qué debe interpretarse como “desleal” no aceptan como válido que un competidor se erija en “fiscal” de su marca rival por creer que eso atenta contra la moral y las buenas costumbres. ¿Pero qué otro síntoma de la vida moderna es más representativo de la época que la hiper competitividad en todos los campos del desarrollo humano? Si bien ambos profesores no quieren por el momento dar a conocer los resultados de las investigaciones con respecto a las preferencias del público sobre estas prácticas publicitarias, para no favorecer intereses comerciales claramente en pugna a raíz del conflicto Isenbeck – Quilmes; lo cierto es que académicamente, tienen opinión formada. Mientras no se denigre a la marca rival, no se dé lugar a confusión ni se induzca a error al consumidor, la lucha por la clientela en un sistema económico de libre competencia, podría admitir sin mayores traumas para el mercado, el uso de recursos publicitarios de este tipo. Qué pasaría si Quilmes, en vez de erigirse como formal víctima en Tribunales, hubiera pagado con la misma moneda, en el terreno publicitario. Frases como: “Tómese una Qulmes, con la tapita garronee una Isenbeck y guárdela para cuando venga su suegra”, o ”La Quilmes es tan buena que ahora, hasta la tapita que usted antes tiraba, le sirve para conseguir una Isenbeck gratis“ tienen más color que cualquier estrategia judicial que salga a cortar el pícaro juego de un competidor que se quiere “colgar” de su condición de líder. Mientras los abogados se pelean, la gente sigue tomando cerveza. ¿Me explico?

DECIDIDOS. Los miembros de la acusación del Consejo, con cuotas iguales de ofuscación e ingenio, saldrán a decirle a la opinión pública, por medio de una dura solicitada, cuan lejos de la verdad están quienes los señalan y critican como ineficientes e inoperantes. Así como muchas veces ellos escuchan a jueces que van a defenderse con su verdad, ante denuncias aderezadas con una pizca de sentencia mediática, ahora los que se van a hacer escuchar son ellos. Es que consideran de supina injusticia que desde ciertos sectores de la comunidad jurídica, entre ellas la emblemática ONG Poder Ciudadano (incluso algunos de los consejeros con cierta picardía la señalan como integrada por varios miembros de la claque del programa Forum que sirvió de plataforma mediática al conocido ex fiscal Luis Moreno Ocampo) los acusen de complacientes. Lo cierto es que en su corta existencia, el Consejo ha producido un record de remociones de magistrados –por vía directa o indirecta al provocar decorosas renuncias-, si se lo compara con las estadísticas de la historia constitucional argentina. Es que lo que resulta gravemente engañoso para la opinión pública, es que se haga creer que la remoción de jueces es una tarea rutinaria. Nada más alejado que eso para asegurar la salud de la república, ya que echar a un juez es especialmente grave y sobre todo traumático para la democracia. Este remedio extremo y reservado sólo para aquellos casos en donde hay causales realmente graves de mal desempeño o que rocen el delito, debe ser administrado con suma prudencia y justeza. No para la felicidad de los jueces, sino en defensa del interés de los mismos justiciables, que pueden llegar a ser víctimas de decisiones judiciales cobardes, cuando los jueces prefieren cuidarse las espaldas para no ser acusados, haciendo lo políticamente correcto en vez de lo que ellos estén realmente convencidos que tienen que hacer. Y eso muchos consejeros lo tienen claro, y al parecer están dispuestos a defenderlo más allá de la comodidad del quedar bien para la tribuna. Incluso no son pocas las veces en que luego de jornadas enteras de exposición de jueces que van a defenderse, muchos consejeros advierten que el sistema así se fortalece. Pero como las aclaraciones de los jueces, la mayoría de las veces apoyadas en el expediente que nadie leyó, no tienen la misma fuerza que las denuncias que dieron origen al juzgamiento, el Consejo más de una vez parece quedar en off side. ¡Marche un telebím jurídico!



alejandro s. williams / dju
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