PJ, POLÍTICA & JUSTICIA. La Política y la Justicia son dos vecinas que no siempre se llevan bien. Para el común de la gente son como dos señoras gordas que uno cruza a veces en el supermercado de la vida, cuando ocasionalmente visita el cuarto oscuro o cuando el corralito acecha los bolsillos. Sin embargo en nuestra vida cotidiana, tienen más influencia de lo que creemos. Mientras tanto las ignoramos. Que sigan baldeando la vereda para que no se acumule roña, y que si se pelean, que molesten lo menos posible. Lo que más desconcierta en el barrio y es el comentario de la cuadra es por qué Alterini, siendo el pope de la catedral del Derecho, la Facultad, se bajó de su pretensión de ser rector de la UBA sin dar batalla en el campo donde tiene su mayor expertise: los tribunales. Un hombre de dilatada carrera judicial, autor de numerosos libros, ex presidente del Colegio Público de Abogados, y rector de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, donde cuenta con el apoyo de los más reconocidos doctrinarios, aquellos con cuyos nombres se puede formar una biblioteca entera; por qué no presentó una simple acción de amparo que garantizara que el Consejo Superior de la UBA pudiera sesionar normalmente? Why? Pour quoi? Una de las pistas que dio Atilio Aníbal es que se negaba a convertirse en caníbal del propio sector que lo apoyaba. Justamente, al parecer habrá visto la luz al final del túnel y no quiso chocar de frente con el tren que se le venía. Dentro de su séquito más íntimo sabían que en el Gobierno no le perdonaban su hostil postura frente a la reforma del Consejo de la Magistratura y que por otra parte si el presidente tiene tanto poder como no hace falta intuir, ¿cómo iba a dejar la UBA en sus manos? Para saber que Kirchner tiene poder, no hay que ir más allá de lo evidente ni ser clarividente. Basta con ser televidente. Basta ver el callejón sin salida en que está metido el planteo de inconstitucionalidad de la reforma del Consejo en el fuero contencioso administrativo. Ya de por sí era difícil encontrar algún juez que se anime a declarar la ilegitimidad de la reforma, pero para embarrar un poquito más la cancha, a la juez Do Pico, que tenía acumuladas las distintas presentaciones sobre el tema, le pusieron adelante como abogado del Estado, nada más y nada menos que a su propio hermano. Un piquete procesal cuyas intenciones son difíciles de ignorar. Volviendo al tema de la UBA, Alterini sabía que cualquier juez se iba a encontrar en un problema de lealtades y que seguramente hallaría cualquier formalidad de aquellas que abundan en el manual de cintura judicial, para escaparle al bulto. Si era ungido merced a una decisión judicial igualmente no iba a poder gobernar la Universidad con el lastre de un grupo que lo iba a hostilizar de por vida. Más aún él mejor que nadie conoce que la escalera judicial a veces se transforma en una cinta sin fin, de apelaciones, impugnaciones, nulidades anque estratégicas incompetencias, excusaciones y recusaciones varias. Así y todo el mensaje de Alterini con su abstención tribunalicia es un curioso mensaje para la gente común. Cómo si tenía derecho, tenía las mayorías, tenía las herramientas, y tenía el know how, ni siquiera atinó a llevar el tema a un campo que le era forzosamente cómodo: la Justicia, el ámbito que la democracia tiene para dirimir los conflictos. La única conclusión posible, es que pensó que la Justicia no le iba a ser justicia y eso marca una realidad teóricamente desanimante y en la práctica tan obvia: La Política y la Justicia son inseparables. Por eso las vecinas, aunque tengan sus diferencias, no pueden vivir la una sin la otra.
PATTI CON FRITAS. 400.000 tipos votaron a Luis Patti para que sea diputado. Por lo visto son 400.000 papas fritas que según dijo un entusiasmado legislador oficialista, “no sabían la porquería que votaron”. El supuestamente bien intencionado diputado apoyó sus dichos en la insoslayable capacidad de la Cámara para aceptar o rechazar diplomas. A diferencia de Alterini, Patti no dudó un segundo en recurrir a la Justicia. Con Gregorio Badeni como patrocinante de fuste, se presentó raudamente a lo de Servini de Cubría. Pero la de la primera instancia no es la parada más brava, que tendrá que afrontar el por ahora ex futuro diputado. El criterio de Servini, cuando aparecía mezclada la Política con la Justicia, siempre fue el del “laisez faire”, más aún cuando podrá apoyarse en la doctrina que fija a la Cámara de Diputados por vía reglamentaria como jueces de sus pares apoyada en que en definitiva se trata de cuestiones políticas no justiciables. Donde el constitucionalista Badeni pondrá todas sus fichas, seguramente será en la Cámara Electoral, el trío judicial más necesariamente político de la Argentina. Dos son los casos emblemáticos que por lo contemporáneo se pueden asociar a los pronósticos del caso Patti. No tienen protagonistas muy simpáticos, pero como dicen los que saben, la riqueza no está en las personas sino en los fundamentos jurídicos de las decisiones. El primer caso que marca la actitud de la Cámara es el caso Biondini, donde se juzgaba la posibilidad o no de aceptación como partido político de su agrupación Nuevo Triunfo. Allí la Cámara, a pesar de seguramente las ganas que tenía, no descalificó al partido como tal, ni siquiera a la figura de Biondini, sino que interpretó, por el contexto de las referencias de su literatura proselitista, que podrían estar vinculados con aspectos punibles por la Ley Antidiscriminatoria. Así, el tribunal se cuidó minuciosamente de no aparecer proscribiendo ni siquiera a un personaje tan cuestionable como Biondini, con la idea de que la democracia tal vez deba admitir a aquellos que podrían eventualmente sembrar el germen de su propia destrucción, curiosamente en pos de su fortaleza y vigor. El otro caso que viene a cuento, es el de Antonio Domingo Bussi. Al igual que Patti se quedó con las ganas de asumir, pero como dato poco conocido, la historia registra que la Cámara Electoral y luego la Corte Suprema, le reconocieron su derecho a ocupar la banca. Claro está que fue después de pasados los cuatro años que duraba el cargo y que no se trataba del Máximo Tribunal en su actual conformación. El criterio aplicado en ese caso –de manual- era que la tacha de inhabilidad con la que se le negaba la posibilidad de jurar como legislador, no estaba basada en ninguna sentencia judicial y que por lo tanto, si la gente lo había votado, la Cámara no lo podía botar. ¿Cuánto tiempo pasará para que quede firme una resolución sobre el tema Patti?
alejandro s. williams / dju
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