Llevamos más de 30 años de democracia y los derechos humanos siguen encerrando muchos desafíos por cumplir. Todavía no podemos considerarnos una sociedad modelo.
Los derechos humanos, plasmados en la declaración universal que surge luego de la Segunda Guerra Mundial, han generado desde entonces, parámetros de valoración en diversos ámbitos ya sean gubernamentales, civiles, sociales y hasta económicos. Hoy en día, los Derechos Humanos no solo miden el nivel de compromiso y de cumplimiento de los gobiernos, sino también influyen en los mercados y las ganancias de las grandes empresas.
Diariojudicial.com habló con Mónica Pinto, abogada y Doctora en derecho y ciencias sociales, quien dirige actualmente el Programa de Derechos Humanos de la UBA y trabaja en diversos ámbitos de Derechos Humanos tanto a nivel nacional como internacional. Es funcionaria de la sección jurídica de la Dirección de Derechos Humanos de la Cancillería argentina y en el ámbito internacional es miembro del Executive Council de The American Society of International Law; del Steering Committee del Project on International Courts and Tribunals y es vicepresidenta del Instituto Interamericano de derechos humanos (San José) y miembro de los órganos de gobierno de la Association pour la prévention de la torture (Ginebra).
¿Cuáles serían en este contexto de democracia consolidada, los nuevos desafíos en relación a los derechos humanos?
Me parece que hay que volver a la noción original de DDHH, a esta que existía antes de la guerra fría, por la cual derechos humanos es algo que uno puede predicar de lo que después el mundo llamó derechos civiles y políticos pero también económicos sociales y culturales. La titularidad individual de los derechos económicos, sociales y culturales es algo que nunca estuvo seriamente cuestionado. Estuvo políticamente adecuado a una necesidad para tratar que la mayor cantidad de los estados posibles ratificara cada uno de los instrumentos. A mí me parece que hoy por hoy no es serio hablar del derecho a la vida, o de un derecho a la integridad, si uno no puede considerar como mínimo que entre esos derechos, que no son suspendibles ni siquiera en la peor de las emergencias, se encuentra al menos el derecho a una protección, a un alojamiento precario, una atención primaria de la salud, una educación primaria gratuita y obligatoria, el derecho a una alimentación adecuada. Entonces uno no puede en el imaginario popular instalar, la protección del derecho a la vida y que el Estado tiene la obligación de no privar arbitrariamente de la vida a la gente, si la gente se puede morir porque no llegó el médico.
Me parece que el desafío hoy, es una visión de derechos humanos integral, la indivisibilidad que no se da solamente entre la palabra escrita y los instrumentos, sino la indivisibilidad que se da en la unidad que supone ser persona, ser humano.
Actualmente está en boga la responsabilidad social de las empresas, ¿le parece que las empresas pasan a ser un sujeto del Derecho Internacional?
No se si deberían pasar a ser sujeto, yo debo confesar que en el ámbito de derechos humanos soy mas bien tirando a clásica, me parece que la noción de derechos humanos reconoce en la persona física un soporte que sujeta a los derechos humanos. Sí me parece que las empresas son actores sociales, políticos, jurídicos que, por su importancia, uno no puede dejar de considerar. Me parece que si nosotros estamos pidiéndoles a las personas que adecuen su conducta diaria a una cultura de valor y de respeto de los derechos humanos, porque en definitiva el tema no es respetarlos por obligación sino por convicción, es imposible disociar al presidente de la empresa del señor que camina por la calle. El señor no puede caminar por la calle y respetar la libertad y dignidad de los demás y cuando preside la empresa decidir que emplea chicos porque total les pagamos menos. Cuando las empresas pueden llegar a regular el mercado, y el mercado tiene precios por los cuales el acceso a la alimentación básica, o al acceso al salario digno, al trabajo decente, esta obstaculizado por la política empresaria, hay que llamar a las empresas a ponerse a respetar las reglas de juego de la sociedad democrática.
En relación a prácticas orientales que a la luz del pensamiento occidental, están reñidas con los derechos humanos, ¿Cómo entiende la dicotomía entre la universalidad de los derechos humanos y el derecho a la autodeterminación y a profesar los valores y la religión propios?
Los derechos humanos y los dogmas religiosos son cosas distintas. La libertad religiosa en cualquier comunidad debe respetar criterios como orden público, derechos de terceros, salud pública y otros que permiten hacer más razonable la convivencia. En rigor, creo que estado y religión no deben asumirse como una unidad porque en ese caso, los derechos pasan por el tamiz de la religión y viceversa. El problema de plantear extremos tan radicalmente supone asumir que toda una comunidad acepta las formas de práctica del culto que desde otro ángulo implican violación de los derechos humanos y creo que esto no es así. El trabajo infantil está prohibido por instrumentos varios pero, entre otros, por la Convención de los Derechos del Niño que está en vigor en 193 estados del mundo, con excepción de los Estados Unidos y Somalia. Los sacrificios humanos y las torturas también. La cuestión radica en que las víctimas se asumen como tales con total independencia de su conocimiento o ignorancia del tema de los derechos humanos.
¿Usted cree que la Declaración Universal, dado el avance y el tiempo transcurrido en el área, sigue teniendo vigencia o que deberían incorporarse nuevos derechos no contemplados?
Yo sería feliz si uno pudiera decir que la Declaración Universal es generalmente aceptada en la generalidad de los países de este planeta, parece que nos falta un montón. La Declaración Universal tiene una redacción propia de su época y de gente que era más inteligente que las generaciones actuales, porque tiene una fraseología que seguramente permita su vigencia por muchos años más. Si uno pudiera decir que lo que la declaración protege y consagra está básicamente avalado por una gran práctica por parte de los estados, igual seguiríamos pidiendo más.
Lo sustancial es que los derechos humanos tampoco es una cuestión de contenidos estrictos sino que tiene que ver con los enfoques. Básicamente hay que educarse en el respeto al otro, que el otro es igual a uno y esto genera mucho más problema que no hacerlo, pero es una tarea de largo aliento.
Tuvo o tiene distintos cargos en Naciones Unidas: ¿Lo ve como organización eficaz y exitosa o cada vez tiene menos influencia y peso en las decisiones políticas?
Naciones Unidas es una estructura elefantiásica, pero es un elefante que habla más rápido o menos, de acuerdo a diversos factores. La idea primigenia de Naciones Unidas es una muy buena idea, el problema es que las Naciones Unidas como tales tienen un rango de acción muy pequeño. El problema son los estados que votan en Naciones Unidas. Entonces el discurso es espectacular pero bloquean las decisiones en la ONU. Los estados no admiten o permiten la adopción de decisiones, como cuando el Consejo de Seguridad resulta bloqueado o cuando eventualmente un grupo de estados dicen si van a hacer esto nos retiramos de la sala, entonces no hay quórum para adoptar.
Todos sabemos que en la ficción jurídica, la voluntad de la organización es distinta a la de los estados que la integran. Pero la realidad es que no hay voluntad jurídica de la organización si los estados que la integran quieren frustrar una voluntad positiva de hacer en un determinado caso. En ocasiones Naciones Unidas en distintos ámbitos ha sabido perfeccionar mucho su actuación, como el acompañamiento de las democracias reestablecidas para aprender a hacer el procedimiento democrático. Por ejemplo en los procesos de verificación activa de derechos humanos en El Salvador o en Guatemala o en otras partes del mundo, Naciones Unidas ha sabido hacerlas bien. Por lo demás han habido circunstancias históricas terribles en las cuales Naciones Unidas no estuvo allí para decidir nada, pero también hay que pensar si esta no decisión por parte de las Naciones Unidas se debe básicamente a que la maquinaria propia del staff administrativo profesional bloquea, o a que los estados que podían haber tenido una papel preponderante en la adopción de esa decisión estaban mirando para otro lado y me da la impresión que fue más esto segundo. Lo que no quiere decir que tenga la posibilidad de poder aceitar los mecanismos y poder hacer una ONU mucho más dinámica y adaptarse a los cambios contextuales. Digamos que el mundo tiene una velocidad de cambio bastante vertiginosa y las comunidades humanas también.
Pero en algún momento, parece que las Naciones Unidas tuvieron un papel más presente o por ahí tiene que ver con una etapa histórica.
En el tema de derechos humanos hubo períodos, en los cuales los hombres y mujeres que estaban detrás de los órganos de Naciones Unidas pudieron tomar decisiones muy importantes. Hoy por hoy esas son cosas más complicadas, sencillamente porque hay un número de estados bastante más grande y porque en algún momento uno podía decir hay democracias y autocracias. Ahora hay democracias y los grados de la democracia se miden en distintos tonos que van del blanco y el negro y en el medio hay muchos grises. Entonces hay democracias más genuinas que otras y hay algunas más comprometidas que otras. Yo creo que los estados pasan por un proceso hasta que aprenden a adoptar decisiones de derechos humanos en el ámbito internacional, que supone tomar criterios de valuación distinta a cuando estamos negociando si compramos o vendemos granos o si nos hacemos o no amigos del estado de a lado para cooperar científica y tecnológicamente y que este es un proceso que exige una cierta educación.
¿Como cree que debería ser una política de derechos humanos de un estado comprometido con el respeto y la promoción?
El compromiso de los derechos humanos debe ser el compromiso de la democracia. Los gobiernos se legitiman cuando protegen los derechos humanos de la población. Para ello son necesarias las políticas públicas que consagren el acceso a los derechos y las posibilidades subsiguientes de goce y ejercicio y también que provean los recursos adecuados y eficaces para reclamar ante la inobservancia de los derechos. Generar sociedades más igualitarias, inclusivas y respetuosas de los derechos humanos es tarea de los gobiernos democráticos.
En relación a los derechos humanos en el mundo, en Latinoamérica y en otros países subdesarrollados, ¿en qué lugar se ubica la Argentina? ¿Es mejor o peor que otros?
El parámetro comparativo no es útil en derechos humanos: siempre hay países en peor situación que otros y siempre los hay en mejor posición. Lo importante es asumir compromisos serios, honrarlos con efectividad y cimentar la cultura de derechos humanos en una sociedad.
Es la directora del programa de Derechos humanos que se lanzó en la UBA ¿Cual es el rol de la universidad en el respeto por los Derechos Humanos?
Alfabetizar en la UBA quiere decir enseñar y aprender derechos humanos. Este es el mensaje del programa. Lo que se pretende es que en un período relativamente breve, unos dos años más o menos, los egresados de todas las carreras de la UBA acrediten un cierto número de horas de derechos humanos. Ello supone considerar un núcleo de derechos humanos cuyo conocimiento contribuye a formar población más esclarecida de sus derechos y además, profundizar en el estudio de aquellos derechos más estrechamente vinculados a la especialidad. Formar conciencia y ciudadanía es una tarea permanente y la UBA tiene entre sus objetivos el de mejorar la sociedad en la que se inserta.