04 de Noviembre de 2024
Edición 7084 ISSN 1667-8486
Próxima Actualización: 05/11/2024

In Voce

El frente jurídico rezuma por todos los rincones de la realidad nacional. Skanska, el maletín venezolano, el dinero de Miceli, los problemas de Moreno y Picolotti. Todo parece pasar por Tribunales. Justo el gremio más desatendido por el Gobierno tiene en sus manos los problemas más sensibles.

 
KIRCHNER, FERNÁNDEZ, FERNÁNDEZ & ASOCIADOS. Se parece a la lustrosa chapa de un estudio jurídico de prestigio. Son abogados, tienen trayectoria, están en los medios y siempre aparecen defendiendo a los imputados de los casos más resonantes. Lo curioso es que sus titulares son ni más ni menos que el presidente, la sucesora, el jefe de gabinete y su entorno más próximo. Como muchos abogados hay veces que tienen que salir a defender lo indefendible con la mejor cara. Un punto que diferencia a este estudio de otros es que no hace falta que salgan a buscar casos: los clientes les vienen solos. Si bien al principio nunca pueden desatenderlos, cuando el tema empieza a sumar fojas en los diarios, le terminan recomendando un cambio de patrocinio en forma indeclinable. En caso de que resultaran ser inocentes, le trendrán que reclamar a Dios y a la Patria que son los que siempre demandan. Lo raro es que este encumbrado estudio hasta ahora no se ha dado cuenta que viene perdiendo todos los casos que por fuerza le toca atender. Dispone de las mejores instalaciones, presupuesto ilimitado, teléfonos, secretarias y abogados por doquier, pero sin embargo parece no encontrarle la vuelta a la relación con un gremio que es más fuerte que el de Moyano pero que parece empecinado en desatender. El líder camionero necesita cortar rutas, hacer paros, armar piquetes y llenar micros con despliegues monumentales de enardecidos afiliados. Un juez, quedó demostrado, sólo necesita una lapicera y una pizca de coraje pare generar cimbronazos de magnitudes impredecibles. Los jueces son un gremio de perfil bajo y tránsito lento. Los rencores se juegan a plazo diferido y quienes mejor lo saben son las segundas y terceras líneas permanentes y rotativas que buscan un lugarcito bajo el sol de todos los gobiernos. Con semejante experiencia, que se viene repitiendo secuencialmente en la historia reciente, evidentemente hay algo que no está funcionando. El gobierno se muestra exitoso en varios frentes y el de la Justicia nunca apareció en las prioridades de agenda. Más allá del cambio supremo y las desprolijas refacciones en el Consejo de la Magistratura, los tribunales parecen ser el incómodo patio trasero que hay que tener pero que no merece ningún cuidado. Ahora en época preelectoral se empiezan a dar cuenta que este frente desatendido genera más que un dolor de cabeza. El tema de las suborgancias con fecha de defunción fijada por la Corte, tendría un buen antídoto en la agilización de los nombramientos que el Poder Ejecutivo tiene en remojo en forma inexplicable. Un caso paradigmático es la primera instancia de los fueros Penal Económico y Penal Tributario. De los once juzgados (8 + 3), cobijados ambos por una misma cámara, cuentan hoy por hoy con tan solo 2 jueces titulares. Los otros 9 son subrogantes con plazo de caducidad a medida que vayan cumpliendo el tiempo que les resta, sin posibilidad de renovación. De sólo mirar los diarios se puede ver que los casos de mayor impacto mediático están en estos fueros diezmados: la valija del venezolano con dólares, Skanska, las armas de la ministra Garré, lo que queda de Southern Winds y el próximo aterrizaje en esa instancia de las sanciones de Moreno contra Shell & cía echando mano a la polémica Ley de Abastecimiento. Dos fueros tan chicos con causas tan grandes. Si a los jueces se les terminan las subrogaciones, si el Poder Ejecutivo no eleva los pliegos al Senado de las ternas que ya mandó el Consejo, si las cámaras y el Consejo no se ponen de acuerdo en quién convoca a los jueces jubilados, seguramente vamos a tener una generación de jueces a cuatro manos, en juzgados con cama adentro (¿tendrán franco los jueves a la tarde?).

UNA RELACICIÓN TIRANTE. A los jueces le sacaron la chapa blanca, los quieren “degradar” mandándolos a la órbita de la Ciudad, están los nombramientos casi congelados y como si fuera poco la inflación les está rebanando la sagrada intangibilidad el sueldo. Justamente esta cuestión fue motivo un muy ilustrado fallo dictado por una sala de conjueces integrada por un poderoso tridente de constitucionalistas: María Angélica Gelli, Alberto Bianchi y Rafael González Arzac. Los tres afirmaron en un fallo de Contencioso Administrativo donde casualmente el actor es el presidente de ese fuero Luis Otero, que el daño ocasionado a los salarios por la inflación en esos 12 años en los que no hubo aumento para los magistrados, puede "comprometer la independencia del Poder Judicial". Si bien la Corte recientemente en el fallo sobre el Poder Judicial de Entre Ríos le dijo NO al ajuste de los sueldos de los jueces de esa provincia, este fallo promovido no por la corporación judicial sino por tres plumas con autoridad académica, va a servir seguramente de nave insignia en el reclamo de los jueces que no son los siete de la Corte, sino los casi mil magistrados nacionales y federales de todo el país. Lo que no cabe duda es que si bien no hay “canales de persuasión” en la relación con los jueces, no hay duda que sí está funcionando a toda orquesta el poder disciplinador. Entre los últimos dos casos emblemáticos que marcaron un contrapunto entre los jueces y el gobierno, están los casos de Bisordi y Tiscornia. Dierentes causas, perfiles y matices pero con un mismo teatro de operaciones: el Consejo de la Magistratura. No hay duda que este cuerpo está demostrando un alto nivel de eficiencia y eficacia política. Pero el dimensionamiento administrativo y procesal demuestra por lo pronto que no puede atender dos casos pesados al mismo tiempo. Vamos por partes, como decía Jack el Destripador. Debe elegir en caliente cuál es el tema qué más le preocupa al Gobierno en ese momento. La última sesión en que resultó suspendido el juez Tiscornia, incluso deparó una sorpresa adicional: el encolumnamiento incondicional de los representantes del Poder Judicial a las necesidades políticas de mostrar una decisión unánime. Los tres consejeros en representación de los jueces, trocaron su voto anterior sostenido en la Comisión por un voto en el Plenario de sentido contrario. Y encima recibieron el airado reto del sector político del Consejo que así y todo los acusó de corporativos. Si hubieran votado como lo venían haciendo, el resultado práctico no hubiera cambiado, Tiscornia igual hubiera sido suspendido, pero con el cambio le permitieron al Gobierno una victoria aplastante y por demolición en un caso en el que el juez de la causa judicial no había dictado hasta ese momento ninguna medida procesal contra el parlantísimo magistrado. Sin dudas privilegiaron la comodidad personal -evitar las críticas de la ola mediática ante un caso que ya tenía la suerte echada-, a la propia convicción con que firmaron el despacho en la Comisión de Acusación y Disciplina. Así las cosas, en temas judiciales, salvo por la firmeza del Consejo con su mano de hierro, el Gobierno, como si fuera un actor ajeno, no se genera como interlocutor en temas judiciales. Lo que no se dan cuenta los jueces consejeros es que mostrándose permeables y dóciles ante el poder político, permitirán el avance sucesivo sobre todo tipo de magistrados: buenos, malos, culpables e inocentes. Tal es el caso del poco sutil esmerilamiento político que empieza a notarse en la figura del camarista federal porteño Eduardo Luraschi, donde se prometen dar a conocer algunos puntos supuestamente oscuros vinculados con su larga trayectoria judicial y personal. El tema habría llevado al propio juez a pensar en una próxima renuncia, simplemente para evitar un forzado tránsito por las pantanosas aguas del gran quirófano argentino. A pesar de las victorias sobre las cabezas díscolas, en el Gobierno rezan al abrir el diario de cada día. Ruegan porque ningún funcionario haya metido la pata o que siquiera se note ostensiblemente que la metió. Cuando pasa algo, todos miran a los dueños del estudio, Nestor, Cristina y Alberto que tienen que arremangarse a su pesar para salvar las papas del fuego de Felisa, Romina, Nilda y los De Vido´s boys. El pronóstico dice que el estudio seguirá viento en popa, porque ante la virulencia de las épocas electorales, seguro no les van a faltar clientes.



alejandro s. williams / dju
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