El futuro presidente De la Rúa, tiene la obligación de enderezar a un país, que tiene como habitualidad las conductas disvaliosas, donde su mayor exponencia la tenemos en el bajo cumplimiento de pago de impuestos.
Hay que aceptar que la sociedad Argentina, y principalmente la que habita las grandes ciudades, es infractora por costumbre. El no pago de impuestos, mata indirectamente al afectar las cuentas de salud, la constante inconducta vial, mata directamente y tiene una incidencia, en el gasto de salud alarmante. Mucho se habla sobre como corregir este importante problema. Y sólo hay que asumir el compromiso de cumplir con la norma y principalmente, aplicar la sanción.
Fue una característica de los tiempos de campaña, hablar de la corrupción como flagelo, pero lo que no se ha mencionado con la dimensión necesaria es de la IMPUNIDAD. El mayor mal de los últimos tiempos es la falta de sanción y en la conducta de los miles de conductores de la ciudad que infringen constantemente las normas de tránsito no hay sanción ejemplificadora, hay un grado de tolerancia social importante, que como ejemplo es disvalioso. A guisa de ejemplo, el uso de la telefonía celular conduciendo es de una frecuencia tal que ya ha alcanzado parámetros alarmantes. La falta de respecto a las sendas peatonales, luces, cruces, son otros de los grandes flagelos de la urbe.
Se abre un nuevo capítulo de gobierno, y tienen la obligación de aplicar la ley, de sancionar, de cambiar el rumbo de las conductas antisociales, y la aplicación de la política de tolerancia cero, es un buen principio de ver si podemos asumir un compromiso adulto, de actuar como sociedad que realmente quiere el cambio. Las promesas populistas, deben dejar pasar a los compromisos políticos y la sociedad toda entenderlo.