“El estudio es lo único que realmente los ayuda”, asegura la fiscal de Instrucción Cristina Caamaño Iglesias Paiz quien desde 1995 enseña derecho en unidades penitenciarias. Comenzó en la ex cárcel de Caseros y ahora lo hace en el Centro Universitario de Devoto (CUD), creado en 1985 por un convenio entre la UBA y el Servicio Penitenciario Federal para llevar las carreras universitarias a esa cárcel. Fue la primera experiencia de ese tipo en el mundo.
Sin embargo, no hay una política que profundice y mejore la educación en las cárceles lo que demuestra una paradoja del Estado: brinda educación a muchas personas que nunca antes accedieron a ella. “Muchos viven del delito, desde adentro y desde afuera”, esboza Caamaño una hipótesis por la cual las redes educacionales en las cárceles todavía no están tejidas y sostiene que el avance se debe “por el impulso de los presos”.
Según datos oficiales, en los dos servicios penitenciarios más grandes del país, el federal y el de la provincia de Buenos Aires, estudian el 56 por ciento de los internos ya sea el primario, secundario, un nivel terciario, una carrera universitaria o algún taller de actividades. Se trata de 5.159 detenidos de los 9.281 que albergan las cárceles federales y 13.598 de los 24 mil presos bonaerenses.
Estudiar significa toda una transformación para el preso y un paso difícil de dar. “El preso que empieza a estudiar viene con un poco de desconfianza y a demás con mucha inseguridad. Una persona presa está completamente subestimada entonces piensa que no va a poder estudiar, que no va a tener posibilidades”, explica la titular de la Fiscalía N 4 y Directora del Centro de Estudios de Ejecución Penal del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (INECIP).
Por eso, junto a un grupo de detenidos que estudian Derecho en el CUD, Caamaño redactó un proyecto de ley para que los internos que cursen estudios reciban un beneficio en el adelantamiento de la libertad, como las salidas transitorias.
¿Si no se lo incentiva, el preso no estudia?
Esta sería una manera de generar más estudiantes. Actualmente la cárcel de Devoto cuenta con 1600 personas y tiene 160 estudiantes, es decir un 10 por ciento. El proyecto salió de los presos porque si no es una imposición más y nadie querría estudiar. El tema acá es generar un incentivo justamente para tener más presos que estudien. ¿Por qué? Porque si bien nadie cree en la resocialización, creo que el estudio es lo único que realmente los ayuda. No ayudar desde el término de beneficencia; si no que los ayuda en el sentido que se puede ver un cambio favorable, que queda plasmado en los datos.
¿Los presos que estudian tienen menos reincidencia en el delito?
Hay un 80 por ciento de reincidencia en los que no estudian, y en los que estudian no llega al 5 por ciento. Eso ya te da un a pauta de que el preso deja de pensar en el delito para empezar a ver el futuro de una manera distinta. Igual cuando el preso reincide en realidad el que fracasa no es el preso sino el tratamiento penitenciario que se le da, que es inexistente. El tratamiento es lo que habría que modificar. Ver qué es lo que se está haciendo con el preso, si no es nada más que enjaularlos y tenerlos encerrados durante el tiempo que marque la ley, y después volver a sacarlos con todo el resentimiento.
Usted da clases en las cárceles desde 1995. Imagino que a muchos ya los conoce como abogados
A muchos los tengo en la mesa de entrada de la Fiscalía llevando causas. Y eso es una satisfacción impresionante. Creo que hay mucho de narcisismo en los profesores que vamos a dar clases a una cárcel, por ahí más de lo que damos en la Facultad de Derecho. En la facultad de Derecho los pibes lo único que quieren es zafar la materia, prácticamente parece que a nadie le importa nada. En cambio, los presos realmente cuando empiezan a estudiar son preguntones, te traen el caso difícil, te hacen pensar, están metidos en el tema. También les es más difícil, no es como la gente cree que, ”y bueno si igual tienen todo el día por lo menos que estudien”. No es fácil estudiar en la cárcel, donde la televisión está a todo lo que da, donde otro está escuchando cumbia villera. No es un espacio donde uno dice me voy a estudiar, me voy a una biblioteca. Una cárcel es un lugar de mucha violencia, un lugar difícil de convivir, entonces salvo los once que viven en el CUD, el resto vive en los pabellones donde tienen que buscarse un espacio y un lugar para poder estudiar.
¿Cuándo el preso hace el clic y decide estudiar?
El que es condenado a muchos años posiblemente los primeros tiempos no haga nada, hasta que en algún momento empiece a pensar si quiere seguir así o quiere mejorar. Al principio a los que estudiaban se los llamaba maricones. Pero cuando empezaron a ver que estos eran los que terminaban ayudando al capo del pabellón, era el que le decía mira si presentas tal cosa, mira si pedís una audiencia, entonces se lo empezó a mirar de una manera diferente. Si bien es difícil para el preso estudiar en el pabellón, es la mejor manera, digamos, de predicar con el ejemplo. Entonces, hay muchos que entraron y salieron muchas veces; yo he tenido muy lindas conversaciones, y algunos me decían esta es la última vez que entro ¿qué hago para no volver?. Y empezaron a estudiar. El que me dijo eso ahora tiene su estudio jurídico.
¿No es paradójico que la cárcel le de posibilidad de estudiar a mucha gente que estando en libertad no la tuvo?
Si vos queres encerrar a una persona tenes que empezar a ocuparte de lo que no te ocupaste cuando fue libre. Justamente el estudio les da la posibilidad que no tuvieron cuando fueron libres. Yo conocí muchos tipos que tenían perpetua por secuestro extorsivo seguido de muerte, delitos que hoy por la nueva ley Blumberg no pueden salir, y me decían que si hubieran conocido el estudio antes no hubiesen delinquido.
¿Cuál es la mirada que tiene el agente penitenciario sobre el preso que estudia?
El Servicio Penitenciario nunca facilitó el estudio, siempre fue una piedra en el camino. Sin embargo, cuando se fundó el CUD en 1985 y venían extranjeros, era lo único que había para mostrar en la cárcel. Había empezado a funcionar cuando salíamos de una dictadura en donde el Servicio estaba acostumbrado a hacer cualquier cosa. Yo he conocido profesores que decían que iban caminando por el pasillo hacia el centro universitario y veían que arrastraban a un tipo que salía prácticamente de ser torturado, o mínimamente golpeado. Claro cuando el servicio empezó a ver que entraban civiles, que entraba otra gente, es como que también se empezó a cuidar. Actualmente es diferente, están acostumbrados al movimiento de profesores y alumnos, lo que hace que la situación sea más relajada. Hay que tener en cuenta, que los presos no caen en la Argentina en paracaídas, son un reflejo de nuestra sociedad. Creo que la sociedad también debería involucrarse en estos temas y ver que pasa en todas las cárceles. Porque es fácil decir que se pudran en la cárcel, si uno nunca piso una cárcel, y no sabe que pasa ahí adentro. Porque lo que tenemos que tener en claro es que esa persona va a salir, entonces ¿como queremos que salga? Yo quiero que salga estudiante universitario. Muchos de mis alumnos me cargan porque dicen que yo primero los mando presos para que después hacerlos estudiantes universitarios. Lo que no es verdad.
¿Qué trabas pone el Servicio Penitenciario?
Antes te preguntaban: “¿usted cree que dándoles clases los presos van a mejorar?” o te mostraban un cajón con doscientas facas y te decían: “esto es lo que hacen los presos ¿usted le va a ir a dar clases a esta gente?”. Y si, para que por lo menos durante un rato dejen de hacer facas. Lo otro que uno ve es que el Servicio Penitenciario está para cuidar que eso no pase. ¿Cómo es que se hacen doscientas facas en 15 minutos y nadie ve nada? Ahora no hay trabas, ya están acostumbrados. Y más en esta etapa que hay un civil a cargo del Servicio Penitenciario (NDA: Alejandro Marambio Avaría). Además no es cualquier civil, es un profesor de filosofía de la Facultad de Derecho.
¿Y desde la Justicia hay compromiso para con el estudio de los presos?
Creo que muchos jueces penales nunca pisaron una cárcel.
¿Y si la Justicia como institución se comprometiera que podría aportar?
Más que se comprometa la Justicia se deberían terminar de comprometer todos los profesores de la UBA para que vayan a dar clases a las cárceles.
No hay una ley que regule el estudio en las cárceles ¿Cree qué sería necesaria para dar un marco?
Si, sería fantástico. La primaria es obligatoria, o sea que se enseña a todos. El secundario ya deberían ponerlo obligatorio porque así es afuera. Y después estaría buenísimo que haya una ley nacional que permita o que genere los convenios marcos con las universidades más cercanas. Ahora creo que había un principio de acuerdo entre la Universidad de Lomas de Zamora y la cárcel de Marcos Paz porque sino el preso tiene que ser trasladado a la cárcel de Devoto para rendir en mesa libre. Y en ese caso el día del preso comienza a las 3 de la mañana, cuando lo despiertan y lo suben al camión. Cuando llega a Devoto lo meten en una habitación donde no tiene ni una silla, no se puede apoyar y es una habitación donde hasta las paredes están con excrementos. De ahí se tiene que presentar ante dos profesores y rendir. Y tiene que estar desde las 3 de la mañana sin comer, sin tomar nada, hasta las 3 de la tarde que es el horario en que rinde el examen y después volver a su unidad de origen, a la que llega otra vez de madrugada. . Entonces allanar eso me parece que sería un cambio. Se que desde la Subsecretaria de Asuntos Penitenciarios del Ministerio de Justicia se está intentando generar convenios entre las universidades y la cárceles federales del interior, pero hasta ahora no han logrado nada o casi nada, salvo lo de la Universidad de Lomas y la cárcel de Marcos Paz. En cambio, si sale una ley nacional, ello seria mas fácil de impulsar.
¿Y eso lo podría implementar una ley?
Una ley marco, porque lo que nosotros tenemos es un convenio entre la UBA y el Servicio Penitenciario de la cárcel de Devoto. Cuando la cárcel de Caseros se cerró, esos presos fueron trasladados en un primer momento a Ezeiza, y los profesores pedimos seguir dándoles clases en Ezeiza. Sin embargo, la UBA no estuvo dispuesta. La representante, la doctora Marta Laferriere, dijo que de ninguna manera íbamos a abrir otro centro universitario fuera de la Capital Federal. En la Facultad de Derecho y de Sociología se juntaron firmas para que se haga este centro en Ezeiza. Pero la U.B.A. no estuvo dispuesta.
Si la UBA no impulsa el estudio en las cárceles y el Servicio Penitenciario lo acepta más a desgano que por una voluntad propia, ¿qué fuerza es la que hace que cada vez más presos estudien?
Es por el impulso de los presos.
Parece que la educación es la mejor política de resociabilización. ¿Por qué no se va a fondo con eso?
Yo creo que en algún punto porque muchos viven del delito, desde adentro y desde afuera. El enjaular gente no baja el índice de inseguridad. La inseguridad va por un carril y el encierro va por otro. La inseguridad pasa por un Estado desertor, pasa porque justamente no hay políticas económicas para los más necesitados, no hay educación, no hay salud.
¿Qué recursos faltan en los centros universitarios de las cárceles?
Faltan los mismos recursos que en una escuela del Estado. Pero así y todo convengamos que los presos se la rebuscan bastante bien porque siempre tienen una donación de papel para poder hacer fotocopias o tienen el profesor que les lleva libros o apuntes. Realmente así como recursos, al lado de lo que falta en una escuela del interior, creo que ellos están bastante bien.
¿Cómo se comporta el preso que empieza a estudiar por primera vez?
El preso que empieza a estudiar viene con un poco de desconfianza y además con mucha inseguridad. Una persona presa está completamente subestimada entonces piensa que no va a poder estudiar, que no va a tener posibilidades. Y a medida que van aprendiendo, y les vas explicando, te das cuenta que son exactamente iguales, e incluso en el punto de estudio mejores que los estudiantes de la Facultad de Derecho.
Para evitar frustraciones, ¿se tiene otra contemplación?
De ninguna manera. Yo doy exactamente el mismo programa y tomo exactamente los mismos exámenes en la cárcel que en la Universidad. Aprueba el que sabe, el que estudia. El tema del estudio lo que le genera no es que mejoran porque estudian, lo que mejora es su modo de expresarse, sus formas, sus modales, cambian su mentalidad. Lo que les modifica es el modo de ser porque empiezan a tener contacto con gente con la que nunca lo habían tenido, se empiezan a parecer más a nosotros en la forma, eso también ayuda a que disminuya la violencia, se empiezan a escuchar y a dar razones y argumentos en lugar de golpes. Esto me parece importante porque el mensaje que le tiene que llegar a la gente es que lo que se invierta en educación nos sirve a todos como sociedad. Imaginate una persona marginal que de golpe se encuentran con docentes a los que nunca hubiesen tenido acceso si seguían en la villa, como es un profesor universitario, que les está hablando de igual a igual, que les está dando su lugar, que los está respetando como personas. Entonces eso es lo que los hace cambiar.