Si se tratara de un examen de matemática de la secundaria, un 3,60 como nota implicaría un “bochazo” y llevarse la materia a marzo; sin embargo, esa calificación lejos está de ser la de un adolescente, se trata de el puntaje más alto obtenido por uno de los ocho postulantes que se presentaron al concurso 184 convocado por el Consejo de la Magistratura para cubrir el cargo de juez federal de Dolores.
A raíz de ese bajo rendimiento en la prueba de oposición, los consejeros hicieron las veces de “maestra ciruela” y decidieron declarar desierto el concurso y convocar a uno nuevo, tal como lo había propuesto la subcomisión de Selección a cargo del proceso integrada por Oscar Aguad y Miguel Angel Gálvez.
El jurado del concurso estuvo compuesto por Angela Ledesma, Carlos Compaired, Héctor Magariños y Silvia Pinto Varela, quienes se encargaron de la corrección de los exámenes. Las notas, de 0 a 100, fueron las siguientes: Pablo Larreira 36, José Charlín 36, Gustavo Becerra González 32, Rafael Leal 32, María Fernanda Hachmann 29, Rubén Sarlo 26, Juan Pablo Curi 26 y Martín Bava 23.
Si bien el reglamento de concursos no establece cuál debe ser la nota mínima en la prueba de oposición, del artículo 39 y 43 surge que al menos seis postulantes deben ser convocados a la entrevista personal aunque no podrán acceder a la misma “quienes no hayan obtenido el puntaje final mínimo de cien puntos”. Y en el caso del concurso 184 sólo 4 participantes superaban ese número.
“Si bien no existe un puntaje mínimo reglamentario a obtener en las pruebas de oposición que condicione la vigencia del concurso o la permanencia de los postulantes, este cuerpo debe necesariamente procurar, entre otros valores, la idoneidad del candidato para el desempeño de la función que concurso”, sostuvo la subcomisión en su informe.
Pero la preocupación no termina ahí. El jueves, el Consejo elevó al Ejecutivo la terna para integrar el juzgado federal de Azul y entre los propuestos están Bava y Charlín, dos de los que no llegaron al cuatro en el concurso 184 del juzgado de Dolores declarado desierto. “La incongruencia es cierta”, se dijo desde el estamento de los jueces, “pero puede pasar que uno tenga un mal día para el examen” agregaron. Mientras que la presidenta de la comisión, Diana Conti, señaló que “no por ser coherente se debe seguir” con un proceso que no alcanza el mínimo esperado por el cuerpo.
En otro plano, el camarista Luis Bunge Campos aprovechó la oportunidad para reflotar una vieja idea del ex consejero Claudio Kiper para mejorar las pruebas. El juez de la Cámara civil había propuesto en su momento que los casos que se dan en las pruebas de oposición sean tomadas de expedientes reales para que nadie tenga que “inventar” elementos en la causa para resolver el examen. Por su parte, Luis María Cabral remarcó que sería necesario considerar en el nuevo reglamento de concursos “ciertas pautas mínimas ha cumplirse” para superar la evaluación de conocimiento.
De todos modos, hay que señalar que este no es el primer caso en que se declara desierto un concurso por el bajo rendimiento de los aspirantes. El año pasado, el Consejo dio marcha atrás con el concurso 150, destinado a cubrir una vacante en la Cámara Federal de Paraná, por ese motivo, aunque incluso las notas fueron peores.
Allí, entre los seis primeros del orden de mérito, la nota máxima fue 27 puntos. Pero lo más curioso fue que hubo dos ceros: uno de ellos perteneció a Miguel Eugenio Abásolo Guastavino, que estuvo ternado para la Cámara Federal de Rosario, y el otro a Gustavo Becerra González, que integra las listas complementarias para el juzgado federal Nº2 de Concepción del Uruguay y del juzgado federal de Río Cuarto.
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