El papa Benedicto XVI decidió que, a partir del 1º de enero de 2009, el Vaticano dejará de adoptar automáticamente las leyes aprobadas por el Parlamento italiano y todas las normas de ese país serán examinadas una por una antes de incorporarlas a la legislatura del Vaticano. Desde 1929 y a partir de los Pactos de Letrán, suscriptos entre el entonces Reino de Italia y la Santa Sede, las leyes italianas se aplicaban automáticamente.
Un abogado del Vaticano experto en Derecho Canónico, monseñor José María Serrano Ruiz, expresó que las leyes italianas son “demasiadas, muy inestables y a menudo entran en conflicto con las enseñanzas morales de la Iglesia”.
El gobierno italiano dijo que, desde el punto de vista técnico, el Vaticano “puede tener razón” y un funcionario admitió que las leyes de Italia a menudo se escriben mal y a veces son difíciles de entender.
Según un informe de la BBC Mundo, una comisión del Parlamento italiano está debatiendo cómo eliminar decenas de miles de leyes obsoletas del Código Civil.
La medida del Vaticano también incluye la evaluación de los tratados internacionales antes de decidir la adhesión o no a los mismos.
En ese sentido, semanas atrás la Santa Sede decidió rechazar la declaración de Naciones Unidas de despenalizar la homosexualidad. Funcionarios del Vaticano dijeron que la ONU fue demasiado lejos con las palabras que utilizó, al colocar diferentes orientaciones sexuales en el mismo nivel.
Algunos expertos creen que el Vaticano está simplemente tratando de hacer valer su independencia legal en casos como las uniones civiles, el divorcio, la eutanasia y el derecho a autodeterminar la muerte.
De esta manera, si Italia fuera a legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo, por ejemplo, el Vaticano podría rehusarse a aceptarlo.