En una conferencia de prensa en la Casa Blanca, Obama admitió que Estados Unidos “se extravió moralmente” con el uso de la tortura y por eso su gobierno “ordenó se discontinúen esos programas de interrogación”.
El jueves pasado, el gobierno estadounidense difundió cuatro documentos redactados por Jay Bybee y Steven Bradbury, abogados del departamento de Justicia durante el gobierno de Bush, que daban el marco legal al programa de interrogatorios a los detenidos en el marco de la “guerra contra el terrorismo”, en la base de Guantánamo y otras prisiones.
Los métodos que podían usarse para interrogar a los detenidos, según esos textos, eran numerosos: golpearlos en la cara y el abdomen, dejarlos desnudos, privarlos del sueño, someterlos a “posiciones estresantes”, o el simulacro de asfixia, conocido como “submarino”. Según los funcionarios, todo esto no podía ser considerado tortura porque no implicaba un fuerte dolor físico o psíquico.
El año pasado, fue la propia CIA la que admitió el uso del submarino con al menos tres prisioneros, entre ellos el presunto autor intelectual de los atentados del 11-S, Jalid Sheij Mohammed. Sin embargo ayer Obama reiteró que no cree conveniente que sean juzgados los miembros de la central de inteligencia que aplicaron las directivas del gobierno.
El lunes, el primer mandatario intentó calmar los ánimos de los funcionarios de la central de inteligencia y declaró que el servicio secreto es “más importante que nunca”. Sin embargo, indicó que sí podrían ser llevados a la Justicia los abogados que dieron luz verde al uso de los diversos maltratos, considerados tortura por organizaciones defensoras de los derechos humanos.
“Respecto de aquellos que formularon las decisiones legales, diría que eso será más una decisión del ministro de Justicia (Eric Holder) y yo no quiero adelantarme”, dijo ayer Obama y agregó que existen “muchos asuntos complejos” alrededor de la cuestión de la tortura, utilizada por agentes de la CIA contra los detenidos acusados de pertenecer a la red Al Qaeda, tras los atentados del 11-S.
Para sumar más pruebas, The New York Times reveló hoy nuevos documentos que fueron presentados esta tarde ante un comité del Senado que indican que funcionarios de los departamentos de Defensa y Justicia del gobierno de Bush armaron un entramado de métodos de interrogatorios supuestamente basados en el entrenamiento de los propios soldados estadounidenses en los años 50, conocido como Supervivencia, Evasión, Resistencia y Escape (SERE, en sus siglas en inglés), prohibidos por la Convención de Ginebra.
Según el matutino, los textos habrían sido presentados por el entonces director de la CIA, George Tenet, al presidente Bush, a su secretario de Defensa Donald Rumsfeld y otros altos funcionarios de la Casa Blanca quienes le dieron el “visto bueno” para su puesta en práctica y ninguno de ellos revisó los métodos que se mencionaban.
Rumsfeld, que dejó su cargo en 2006 fuertemente cuestionado por su gestión, fue denunciado penalmente en Francia (cinco veces) y en España en 2007. Asimismo, en marzo de 2005, días antes de su llegada a la Argentina, el hombre fuerte de Bush fue demandado por agrupaciones de derechos humanos (junto al presidente y al director de la CIA) “como responsables de las torturas, suplicios, tratos crueles, inhumanos y degradantes y crímenes de guerra, cometidos por las tropas estadounidenses en las prisiones de Guantánamo, Afganistán, Irak y Abu Ghraib”.
La denuncia sostuvo que Rumsfeld “es directamente responsable de las violaciones, ya que ordenó, solicitó, indujo, incitó crímenes de guerra y torturas. Fue comandante civil sobre las fuerzas militares bajo su control”.
Respecto del ámbito de aplicación de las técnicas de los agentes de la CIA, The New York Times sostiene que no se haría reducido a la cárcel de Guantánamo sino que también se habría practicado la tortura en Irak, Afganistán y las cárceles secretas de la central de inteligencia estadounidense alrededor del mundo.
Las repercusiones por los dichos de Obama no tardaron en hacerse oír. El ex vicepresidente Dick Cheney defendió ayer la tortura e instó a la CIA a que publique los documentos en los que se demuestra que a través de los interrogatorios se consiguió importante información que evitó nuevos atentados.
En esa misma línea, varios legisladores republicanos instaron a Obama a “no minar los esfuerzos de nuestros agentes” aunque el ala más liberal de los demócratas intenta que el presidente vaya a fondo y termine enjuiciando hasta al propio Bush.
El presidente demócrata está presionado por la inteligencia estadounidense, que no quiere perder sus privilegios y tiene recursos para atacar al primer presidente negro del país, y el peso de sus propios principios.