La decisión del juez Andrés Narizano alcanzó a la totalidad de las internas alojadas en ese pabellón y determinó, entre otras cuestiones, la ampliación de las visitas de contacto a dos veces por semana para las penadas que trabajan, la intensificación del área laboral y las demás actividades que desarrollan las internas en la unidad, el uso de teléfono público todos los días de la semana durante 15 minutos para cada una de las mujeres alojadas en el penal y la ampliación a ocho horas diarias de la permanencia de las internas fuera de sus celdas con motivo de recreación.
En la investigación que se llevó a cabo a partir de los reclamos de las internas, se constató que "existían agravamientos ilegítimos en las condiciones de detención". En tanto, de los testimonios de las internas se desprendió que antes de la nueva reglamentación sólo podían hacer uso del teléfono dos días a la semana y las actividades manuales y de ejercicio físico se limitaba a una hora semanal. Además, sólo recibían visitas los domingos en dos horarios pero a través de un vidrio.
Entre las medidas de cambio para el pabellón femenino están también los regímenes de comida. El almuerzo y la cena se efectuarán en un horario independiente de aquellos establecidos para la recreación, en el comedor conjuntamente y sin distinción de grupos. Además, está contemplada la posibilidad que las internas puedan cocinar sus alimentos.
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