El plan consistía en ir a buscar el dinero, cargar las trece bolsas en el avión de Austral en el aeropuerto de la ciudad de Rosario, y regresar esa misma mañana del 23 de diciembre a Buenos Aires, por lo que recibiría una paga. Pero el vuelo se suspendió por un desperfecto en el avión, por lo que Turza y otro dos falsos inspectores que participaron de la operación, decidieron alquilar dos avionetas, previo pedido de directivas.
Un portavalores del tesoro regional de Rosario, Hugo Tenaglia –quien declaró ayer- y dos de los inspectores hicieron el viaje en remís, mientras que Turza se subió a una de las avionetas que terminaron su recorrido en el aeropuerto de San Fernando con los 30 millones de pesos. En San Fernando, las sacas con el dinero fueron cargadas en una camioneta sin logotipo visible que partió con rumbo desconocido.
La maniobra consistió en el retiro de 30 millones de pesos en billetes de 500 mil australes a través de falsos inspectores del Banco Central que gestionaron la extracción con el entonces titular del Tesoro Regional de Rosario, Norberto Shiavetti, quien declaró ayer.
Turza aseguró no haber visto el sobre que le presentaron al tesorero, aunque llevaba la falsa credencial que lo identificaba como funcionario del Banco Central pero que no especificaba el cargo. “Se sentían disminuidos ante el personal del Banco Central”, dijo el uruguayo sobre los funcionarios santafecinos. “No sé si llamarlos torpes...”, dudó.
El declarante, además, contó el último encuentro que tuvo con Héctor “Tito” Rima, otro de los imputados que se encuentra prófugo de la justicia. Según sus dichos, Rima, quien le debía dinero, llevaba un perro manto negro traído de Suiza y entrenado para defensa. “Yo no le quiero romper las costillas a nadie pero decime qué hiciste con mi plata”, le había dicho. Este le explicó que no podía saldar la deuda porque por un problema judicial tuvo que pagar tres millones de pesos. Según Turza, “con ese dinero negoció su excarcelación por izquierda y quedó vinculado sólo por lavado de dinero”. Rima está considerado como el cabecilla de la operación.
En 1994 Rima logró que lo liberaran pagando su fianza de 400 mil pesos con avales falsos. La maniobra se descubrió meses después. Su garante fue preso, pero él logró esquivar la cárcel.
El plan, armado desde principios de 1992, había funcionado a la perfección. Pero una infidencia hizo caer a los estafadores. Horacio Ansil -otro de los imputados- le contó el golpe a un pai umbanda de la zona sur y éste entregó la información a policías de la Brigada de Lanús. Ansil fue detenido los primeros días de enero de 1993 y detrás de él cayó toda la organización.
“Se me está imputando de algo que no es así”. En su indagatoria de hoy, Ansil negó haber contado nada y aseguró que su visita al pai se debió a problemas en el estómago. Se lo había recomendado Gregorio Collia, quien hoy también prestó declaración indagatoria. Cuando el Tribunal Oral Federal 5 le cuestionó a Ansil por la confección de las credenciales falsas, dijo no saber nada. “El que puede saber es Néstor”, el hermano de Gregorio, otro procesado, ambos eran dueños de la imprenta donde trabajaba Ansil y en la cual se habrían confeccionado las falsificaciones de las credenciales. “Néstor tenía acceso (a esa parte de la imprenta), si estuvo haciendo algo pudo haber sido él”.
A ocho de los imputados se los acusa de integrar una banda que cometió el delito de estafa agravada en contra de la administración pública. Esta nómina de acusados la integran, Rima, Turza, Gregorio Colla, Néstor Collia, Jorge Magaldi y Héctor Mena, quienes hoy se negaron a declarar, Lorenzo Marino, y el ex comisario Guillermo Fernández.
En tanto, a Schiavetti, Tenaglia, Jorge Alberto Collia y Ansil se los acusa de haber intervenido en la maniobra defraudatoria y de realizar actividades en complicidad con los acusados que están sospechados de la estafa.