La controvertida productora de productos agroquímicos, Monsanto, es titular desde 1996 de una patente europea sobre una secuencia de ADN que, introducida en una planta de soja, la vuelve resistente a un herbicida denominado glisofato. De este modo, se presume que los productores pueden acabar con las malezas sin dañar las plantaciones.
Esta soja modificada genéticamente, conocida como "soja RR", se cultiva en grandes cantidades en Argentina, donde la invención de Monsanto no está protegida por una patente.
Se trata, sin embargo, de "material muerto" y la secuencia de ADN no cumple su función original, por lo que no rige la protección de la patente, según el tribunal.
“El glifosato es un herbicida no selectivo. En una planta, bloquea el centro activo de ciertas enzimas de la clase I, que desempeñan una función importante en el crecimiento de la planta. Esta acción del glifosato provoca la muerte de la planta”, consigna el fallo en su versión en castellano.
La sentencia explica que “la patente europea describe una clase de enzimas de la clase II que no son sensibles al glifosato. Las plantas que contienen dichas enzimas sobreviven a la utilización del glifosato, mientras que las malas hierbas son destruidas. Los genes que codifican las enzimas de clase II fueron aislados a partir de tres bacterias. Monsanto introdujo estos genes en el ADN de una planta de soja a la que llamó soja RR (Roundup Ready)”.
“Tras esta introducción, la planta de soja RR sintetiza una enzima determinada de clase II, resistente al glisofato, por lo que la planta se hace resistente al herbicida Roundup”, agregó el tribunal.
En 2005 y 2006, algunas empresas europeas importaron harina de soja desde Argentina a Holanda, donde Monsanto recurrió a la Justicia por presunta violación de su patente.
Consultado por los magistrados holandeses, el Tribunal de Justicia de la UE estimó que una patente europea es sólo efectiva cuando el producto protegido es utilizado con la misma función con la que está registrado.
En este caso, la utilidad de la invención de Monsanto se da cuando la información genética protege a la planta de soja que la contiene contra la acción del glifosato.
Pero, según la Corte, esta función "ya no puede ejercerse" cuando la secuencia de ADN "se encuentra en estado residual en la harina de soja, que es una materia inerte obtenida tras varias operaciones de transformación".
“En definitiva, a juicio del tribunal remitente, no puede desconocerse el hecho de que, durante el cultivo de las plantas de soja de donde procede la harina, se obtuvo de la invención un provecho sin contraprestación”, concluyó la Corte europea.
En estas circunstancias, Monsanto "no puede prohibir la comercialización de la harina de soja procedente de Argentina", dictaminó el Tribunal de Luxemburgo.
Argentina es el tercer productor mundial de soja y también está en los primeros puestos en el comercio global de otros granos oleaginosos, aceites vegetales y harinas. En el país se utilizan anualmente entre 180 y 200 millones de litros de glifosato para fumigar 18 millones de hectáreas de cultivos.