La Justicia de Salta condenó a un año de prisión en suspenso a un hombre que golpeaba a su mujer porque no quería que estudiara. Para la jueza el golpeador era “desaprensivo con la familia y especialmente con las mujeres: no tolera que su pareja se instruya ni ocupe tiempo en sus estudios”.
Sandra Mabel Sánchez, titular del juzgado en lo Correccional y de Garantías y de Menores 2 de Tartagal, Salta, condenó a un hombre que golpeaba a su mujer porque no quería que estudiara a un año de prisión en suspenso.
Se trata de la causa “Romero, Oscar Alejandro – Lesiones- Gramajo, Constanza Micaela – Gramajo, Gustavo Daniel” donde el acusado fue condenado por cuatro hechos, dos de ellos por lesiones en perjuicio de su pareja, a quien lastimó a puñetazos.
El hombre, de 20 años de edad, no quería que su concubina estudiara y, según consta en la causa, llegó a quemarle las carpetas para que no concurriera. Tal y como lo sostuvo la damnificada, “tenía celos porque iba a la escuela... me rompía y quemaba las carpetas”. “Así y todo yo tengo las mejores notas”, agregó.
Romero tiene ocho causas en su prontuario, tres de las cuales son por episodios de violencia familiar en perjuicio de su pareja que por vergüenza estuvo encerrada una semana en su domicilio tras la golpiza.
Luego de la última denuncia, quedó detenido y se le denegó el pedido de eximición de detención a pesar de tratarse de delitos excarcelables, ya que la jueza consideró en aquella ocasión que con esta medida se buscaba evitar los peligros que pudieran obstaculizar el proceso. El derecho de permanecer en libertad durante el proceso no es absoluto y admite limitaciones.
La jurisprudencia, destaca la magistrada, señala que la violencia familiar “encuadra prima facie en el delito de lesiones leves -art. 89 del C.P.-, aún cuando el hecho investigado se habría desarrollado en el ámbito intimo de la pareja”.
En este sentido, sostuvo que el acusado “totalmente inmaduro, violento, y adicto a las bebidas alcohólicas. Desaprensivo con la familia y especialmente con las mujeres, no tolera que su pareja se instruya ni ocupe tiempo en sus estudios. Su descontento se vuelca en agresiones psicológicas y físicas”.
Los derechos de las mujeres son “una parte inalienable integral e indivisible de los derechos humanos universales”, destacó la jueza.