La velocidad y diligencia con que se realizan los trámites judiciales o instantes de una causa son un eterno debate, no sólo a nivel nacional sino también a nivel nacional. España es en la actualidad un claro ejemplo.
La lentitud de la burocracia judicial obligó esta semana a suspender por segunda vez un juicio contra seis guardias urbanos de Barcelona acusados de torturar a un traficante de droga que se resistió a la detención.
En la sección quinta de la Audiencia de Barcelona se tenía que celebrar este lunes el juicio contra los seis agentes, para los que la fiscalía pide dos años de cárcel, y contra el traficante -para quien se reclaman ocho años de prisión-, si bien la sesión se suspendió por segunda vez, como ya ocurrió en junio pasado, por la incomparecencia de dos testigos clave.
La magistrada que preside la sección quinta, Elena Guindolain, dejó claro que la Sala había seguido todos los trámites necesarios para citar a declarar a los testigos, aunque prometió que a partir de ahora harán un “seguimiento exhaustivo” de las gestiones para poder garantizar que a la tercera sí se podrá celebrar el juicio.
La jueza aseguró en primera instancia que el juicio se celebraría de nuevo como muy tarde entre finales de este mes de enero o durante febrero, para no perder más tiempo, aunque inmediatamente después anunció que la sesión no se volvería a convocar hasta la primera semana de octubre.
Después de un murmullo de sorpresa en la sala, la magistrada justificó su decisión de posponer el juicio hasta octubre porque así no se celebrará justo después de agosto -mes inhábil en la Audiencia de Barcelona-, con lo que la Sala gana así tiempo para volver a emplearse a fondo para confirmar después de las vacaciones de verano la presencia de los testigos.
Los hechos que se tenían que enjuiciar ocurrieron la madrugada del 7 de septiembre de 2006, cuando un pequeño traficante ofreció droga a dos personas en el boliche "Bikini" de Barcelona, sin saber que eran agentes de la Guardia Urbana fuera de servicio. Los agentes se identificaron y mostraron sus placas, ante lo que, según la fiscalía, el traficante, Yuri S.J., les empujó y golpeó.
Posteriormente, otros cuatro agentes fuera de servicio que también estaban en el local fueron en ayuda de sus compañeros y redujeron al traficante, que fue detenido y trasladado a dependencias policiales.
Los seis agentes fuera de servicio fueron con su propio vehículo a la comisaría, asumieron la custodia del detenido y, según la fiscalía, le habrían propinado malos tratos, con puñetazos, patadas y golpes por todo el cuerpo. También le apagaron un cigarrillo en el hombro izquierdo.