Justin Brooks, del California Innocence Project, una clínica jurídica dedicada a la liberación de inocentes mal condenados por el sistema penal, disertó en la Universidad de Palermo y dio detalles de cómo la mala identificación de un sospechoso o un defensor que se duerme en el juicio oral pueden hacer que un inocente vaya tras las rejas.
“El 58% de las condenas a inocentes en los Estados Unidos se deben a errores de identificación de los sospechosos” sentenció Justin Brooks y abrió un debate sobre cómo el sistema de enjuiciamiento criminal puede llevar a castigar a una persona sólo por su “parecido” a un sospechoso, o a un peor, como si se tratara de la teoría criminológica del “etiquetamiento”, porque su perfil parece el de un sospechoso.
Con este puntapié, este abogado, director y co-fundador del California Innocence Project, una clínica jurídica de la California Western School of Law dedicada a tramitar casos de “condenas erradas”.
Con la estructura de una ONG, y en funcionamiento en varios estados, el Innocence Project presenta ante los Tribunales del Estado un habeas corpus para abrir un nuevo proceso y presentar pruebas para demostrar la inocencia de un condenado, tales como un nuevo análisis de extracción de ADN.
El último martes, Brooks habló ante el auditorio de la Universidad de Palermo, acompañado de integrantes del Innocence Project Argentina, como su presidente, el diputado Nacional Manuel Garrido, Martin Bohmer, el profesor universitario a cargo de la Clínica Jurídica, y la directora Ejecutiva de la organización, Celeste Braga Beatove.
Otro de los miembros reconocidos del Innocence Project Argentina es el director de cine Enrique Piñeyro, conocido por su película “El Rati Horror Show” donde relata su versión del proceso penal al que fue sujeto Fernando Carrera, y denuncia las irregularidades en la investigación. La causa donde Carrera fue condenado en principio a 23 años de prisión por un doble homicidio llegó a la Corte Suprema, que ordenó la revisión del caso.
Brooks – que asimismo forma parte del staff argentino- detalló, en un perfecto español, cuáles son las causas más frecuentes de condenas erradas. La principal, es la mala identificación de sospechosos, a veces incluso inducida. El abogado mostró fotos de ruedas de identificación dónde todos los “sospechosos” sonreían menos uno. Se trató de un caso que el propio Brooks llevó adelante, casualmente la que terminó condenada fue la que no sonreía, “era obvio, los demás eran todos policías, estaban tranquilos, la única estresada era mi cliente”, agregó. La mujer había sido condenada por homicidio.
Los problemas en la identificación y en la decisión de los jurados no son sólo jurídicos, Brooks utilizó argumentos de las neurociencias para explicar esta problemática. “Es muy difícil la identificación interracial, la gente tiene mayor dificultad para identificar otros grupos étnicos, y si tenemos en cuenta que California es un crisol de razas, se encuentran algunas razones”.
Según el expositor, otro de los problemas es el de las confesiones “falsas” o “bajo presión”. “Una persona se encuentra tras doce horas de interrogatorio y lo único que quiere es que termine, así que dice ‘ok, te firmo la confesión y me dejas ir’, pero no es así, y ese detalle le puede costar años de cárcel a un inocente” indicó.
Los “informantes” también ocupan su rol adentro de este agujero del sistema. Según los datos que maneja el CIP, un 38% de condenas erradas también tienen a los informantes –“compañeros” de celda del acusado que declaran en su contra para obtener una condena menor-
California además tiene una legislación especial, el famoso “Three Strikes Law”, término acuñado del beisbol que básicamente significa que a la tercera condena recibida, la pena crece exponencialmente. Con ese sistema se puede llegar a la situación que un condenado por homicidio reciba una pena menor que alguien que recibió otras tres condenas por tenencia de drogas.
El combo “informante” con el sistema de “Three Strikes” puede ser letal para un acusado. Pues si hay de aquellos que, amenazados por una tercera condena, siempre se prestan a ser informantes, “es seguro que preferirán perjudicar a otro”, alegó Brooks.
La mala praxis de los operadores judiciales también influye, según Brooks, un 17% de las condenas erradas se deben a fallas en jueces, fiscales, o incluso defensores. “Muchos abogados no escuchan a sus clientes”, sentencia Brooks, quien luego relató un conocido caso ocurrido en Texas: durante el juicio oral el defensor del luego condenado se quedó dormido.
Se trató del caso de Calvin Burdine, condenado a muerte en 1984 por homicidio en ocasión de robo. Durante el debate, su defensor se quedó dormido varias veces, llegando a tener siestas “de casi 10 minutos”. Si bien la Corte del Estado anuló la condena y la sentencia de muerte, un Tribunal Superior, la Corte de Apelaciones en lo Penal de Texas, anuló el fallo y dijo que en Texas, un abogado dormido no se considera “asistencia letrada ineficaz” salvo que el hecho ocurra “durante un periodo prolongado del juicio”.
“Para Texas entonces el acusado tiene derecho a un abogado, sin importar si está dormido o no, bienvenidos a los Estados Unidos” lanzó.
La relación entre el comportamiento del cerebro y las falsas condenas fue un tema reiterado, Brooks mostró al auditorio varios “juegos mentales” para dar cuenta de que “a veces el cerebro nos engaña”, por ejemplo, explicó que “cuando un recurso es incompleto, el cerebro lo completa” y que “la gente no cuestiona si su percepción del evento es correcta”. En ese punto, precisó una máxima: “testigo que recuerda el hecho en un 100% es un testigo malo”
Otros de los problemas se da cuando se juzgan delitos cometidos con armas, “la víctima no presta atención a la persona, sólo mira el arma”, alegó Brooks. En esa situación también hay otro elemento importante, el stress, que “distorsiona la memoria”. La manipulación también influye, según Brooks, “vemos lo que queremos ver” por lo que la expectativa de “quién más se parece al criminal” también puede definir la suerte de alguien sometido a proceso penal.
El último elemento que desde el CIP se sindica como influente a la hora de aplicar condenas erras es el de las “ciencias forenses inválidas”. “En los Tribunales sobran dentistas aburridos que miran mucho CSI” consignó el abogado, que dio un ejemplo: “En un juicio se había condenado a un hombre porque un especialista dijo que su pelo estaba en la escena del crimen, pero la muestra que tomó no era un pelo sino un hilo de alfombra”.
Casos en Argentina
Consultado por Diario Judicial, Manuel Garrido comentó que el Innocence Project Argentina está analizando diferentes casos, cuya particularidad no son las de la Justicia estadounidense, sino más problemas de la coyuntura judicial local, tales como abusos policiales o ineficacia a la hora de producir pruebas.