Leandro Szynwelski, un gendarme, fue condenado en julio de 2017 por ser coautor penalmente responsable del delito de “homicidio agravado por criminis causae a un policía; robo con armas; robo con arma en grado de tentativa; robo en grado de tentativa y hurto en grado de tentativa”, en concurso real. En la sentencia definitiva, la Sala I de la Cámara Nacional de Casación en lo Criminal y Correccional confirmó, por mayoría, su condena a prisión perpetua. El defensor oficial cuestionó el fallo del Tribunal y ante la Casación sostuvo que los disparos contra el policía fueron “ocasionales” y “producto de una reacción imprevista e irreflexiva” al encontrarse frente a la víctima. Discutió el homicidio criminis causae y manifestó que la intervención de la víctima desvió los hechos y convirtió “lo que era un hecho de robo, en una tragedia imprevista y no deseada de antemano”. Además, dijo que no buscaba la impunidad en la situación ya que las balas utilizadas en el homicidio eran del arma registrada a nombre del imputado y que no persiguió al dueño del auto, quien podía reconocerlo. A esto le sumó un cuestionamiento sobre la constitucionalidad de la prisión perpetua.