El Tribunal de Casación bonaerense ratificó la condena de 22 años de prisión para Daniel Lagostena por el femicidio de Érica Soriano, cuyo cuerpo todavía no se encontró.
El Tribunal de Casación bonaerense confirmó la condena de prisión para Daniel Lagostena por el femicidio de su expareja Érica Soriano, quien desapareció en Lanús en 2010 y su cuerpo nunca fue encontrado.
Los miembros del Tribunal, Ricardo Maidana y Daniel Carral, dejaron firme la sentencia dictada en julio de 2018 por el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 9 de Lomas de Zamora, que le había atribuido al condenado el delito de "homicidio en concurso ideal con aborto", ya que la mujer estaba embarazada al momento del crimen y tampoco estaba incorporados los agravantes de la Ley 26.791.
Los jueces destacaron la investigación del Tribunal de la anterior instancia por haber tenido en cuenta "correctamente" la perspectiva de género, ya que se trató de un crimen de violencia de género "hasta el hartazgo" por todo lo que sufrió la víctima.
Al respecto, Maidana y Carral relataron que el femicida “controlaba cómo se vestía, el maquillaje que utilizaba, el uso del teléfono celular, los lugares a los que concurría y con quién lo hacía, y los boletos de colectivo para verificar sus horarios”. Todo ello sumado a la declaración de los testigos que “dieron cuenta de lo celoso y posesivo que era el imputado al punto de hackearle la cuenta de correo electrónico y revisarle el celular".
Los camaristas remarcaron varios puntos de la investigación que demostraron como Lagostena, como que fue la última persona que estuvo con Erica, mostró "desinterés" en la búsqueda de su mujer, la última geolocalización del celular de la víctima la ubicó en el domicilio de él y, además, que el condenado mantuvo "inusuales comunicaciones" con su "núcleo familiar" la madrugada en la que se cometió el crimen.
También hicieron hincapié en las "contradicciones" de la versión del condenado al momento de, por ejemplo, describir las prendas de vestir que llevaba puesta Erica al momento de su supuesta desaparición, algunas de las cuales se hallaron en su casa.
Los jueces destacaron la investigación del Tribunal de la anterior instancia por haber tenido en cuenta "correctamente" la perspectiva de género, ya que se trató de un crimen de violencia de género "hasta el hartazgo" por todo lo que sufrió la víctima.
Si bien el cuerpo de la víctima nunca apareció, para los investigadores, el femicida uso el crematorio del cementerio Lanús para incinerar los restos de su expareja y así hacerlos desaparecer. Sostuvieron que habría tenido acceso al lugar con la ayuda al dueño de una casa velatoria, que era amigo de su padre.