Estamos en el peor momento de esta terrible Pandemia. Seguramente, el mejor momento para colocar el primer ladrillo de lo que viene, de la reconstrucción, de la innovación que soñamos.
En materia de justicia, me refiero a la que conozco de cerca que es la bonaerense, nos ha pasado como al resto de la sociedad. El Covid-19 expuso despiadadamente los defectos y virtudes, sin agregarles ningún adjetivo. Lo que estaba bien hecho, como el expediente electrónico, nos permitió trabajar parcialmente. Lo que debía mejorarse, ahora, no admite demoras.
Porque este no es el servicio de justicia que queremos. Porque la sociedad no tolera la falta de eficiencia, las demoras, la burocracia, la falta de seguridad jurídica, la imprevisibilidad. Porque estamos en condiciones de dar un enorme salto de calidad.
Desde hace años, los Colegios de Abogados piden un cambio radical en la organización de la justicia. Un Poder Judicial con objetivos transparentes, públicos y medibles, enderezado a la mejora permanente de los procesos para satisfacción de todos los actores y de los justiciables.
Hace falta liderazgo, unión y decisión política. Hace falta dedicación permanente y gran esfuerzo. Y un programa consensuado de largo plazo, abierto para que se conozca de qué manera intentaremos mejorar, con el que todos estemos comprometidos.
Una política de recursos humanos con criterios de selección y promoción basados en la aptitud, el mérito y la preparación profesional. Con capacitación permanente. Que le permita destacarse al que así lo merece, diferenciándolo de quien debe hacer un aporte mayor. Por supuesto con la remuneración justa, dentro de la realidad económica provincial. Una infraestructura adecuada.
La forma de prestar el servicio, uniforme en toda la provincia, donde las diferencias de criterios queden reservadas para la actividad jurisdiccional del juez, pero no al funcionamiento de cada órgano ni a la forma de tramitar las causas.
Normas procedimentales que recepten el avance tecnológico y las buenas prácticas como la oralidad.
Evaluación de resultados y transparencia. Jueces que tomen audiencias y dicten sentencias, exclusivamente. Oficinas judiciales con gestión asociada y coordinación.
El aumento de presupuesto es indispensable y puede programarse de manera ingeniosa y progresiva. No es lo más importante para el impulso inicial, aunque tiene mucho peso.
En definitiva, nada novedoso para la era digital. Un aceitado sistema que funcione como tal, ordenado por especialistas.
Ya es inadmisible que los recursos de este sistema no se combinen adecuadamente para llegar a un servicio de calidad. El cambio debe ser profundo, requiere modernización. Enderezar hacia la búsqueda de la mejora permanente, que hoy no es una meta en general.
Hace falta liderazgo, unión y decisión política. Hace falta dedicación permanente y gran esfuerzo. Y un programa consensuado de largo plazo, abierto para que se conozca de qué manera intentaremos mejorar, con el que todos estemos comprometidos.
Lo pedimos los abogados, lo piden los demás auxiliares de justicia, lo piden muchos jueces y miembros del Poder Judicial. Y sobre todos lo pide una sociedad, que ya tiene a la justicia valorada con desconfianza y cerca de la deslegitimación.
Mateo Laborde es Presidente del Colegio de Abogados de la Provincia de Buenos Aires (COLPROBA)