Las neurociencias se dedican al estudio del sistema nervioso y su interacción con el Derecho abre un campo fértil para pensar la Justicia de otra manera. Lo jurídico trabaja sobre la base del comportamiento humano por lo que es valioso entender de qué manera los diferentes elementos del cerebro lo influyen y condicionan.
Los jueces fallan mejor con el estómago lleno. No es una mera impresión, sino que es el resultado de un estudio publicado hace varios años por la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences' que analizó más de 1.000 decisiones judiciales tomadas por varios magistrados israelíes.
El estudio observó que los acusados tenían menos probabilidades de acceder a la libertad condicional a medida que avanzaba la mañana, y que las probabilidades volvían a subir luego del almuerzo. Los jueces no se daban cuenta ni lo hacían a propósito, pero el hambre no es un buen consejero y estaba más allá del comportamiento conciente del magistrado.
Los investigadores de las universidades Ben Gurion (Israel) y Columbia (EEUU), admiten que es difícil saber si sus conclusiones tienen que ver con la comida en sí o si se trata simplemente de la sobrecarga de trabajo y del descanso. Si bien harían falta más estudios y muchos más casos para sacar conclusiones determinantes, lo que sí es cierto es que que existen distintas variables que podrían hacer que sus decisiones no sean lo enteramente racionales que creemos que son.
¿Qué tienen que ver las neurociencias con el derecho? Pareciera que nada pero en realidad todo. Somos nuestro cerebro. A tal punto de que podríamos perder una mano, un pie, tener un trasplante de corazón o de riñón y seguiríamos siendo nosotros mismos. Sin embargo, no podríamos cambiar de cerebro (si se pudiera) sin dejar de ser quienes somos.
Las neurociencias se ocupan de analizar cómo está organizado estructural y funcionalmente el cerebro y el derecho es el conjunto de reglas que rigen la convivencia de los cerebros en sociedad.
Entender de qué manera los diferentes elementos del cerebro interactúan, originan y condicionan la conducta humana, es indispensable para un sistema jurídico cuya misión es, precisamente,regular las conductas de los seres humanos para asegurar una convivencia social, pacífica y próspera
De aquí hay un sólo paso para tratar de descifrar las relaciones entre dos disciplinas que se ocupan nada más y nada menos que de la conducta del hombre.
¿Por qué alguien hace lo que hace y cómo hace la sociedad para que alguien haga lo que sea mejor para todos? ¿Cómo hace para castigar las conductas disvaliosas y lograr que la gente "se porte bien"? "Tradicionalmente se pensaba que bastaba con aumentar los costos de hacer algo mal y aumentar los beneficios por hacer algo bien para lograr sociedades mejores" explica Martín Haissiner, profesor de la UBA y Director del Curso de Neurociencias y Derecho de INECO U.
“Entender de qué manera los diferentes elementos del cerebro interactúan, originan y condicionan la conducta humana, es indispensable para un sistema jurídico cuya misión es, precisamente,regular las conductas de los seres humanos para asegurar una convivencia social, pacífica y próspera”
La comprensión de las decisiones que toma un ser humano no puede prescindir de los estudios provenientes de las ciencias del comportamiento y de las neurociencias. Esto se pone de manifiesto cuando tenemos conductas poco racionales en nuestra vida cotidiana. A pesar de lo que creemos, no somos solamente seres racionales y esto tiene un particular impacto en el mundo del derecho en tanto trabaja sobre la base del comportamiento.
La performance de abogados, jueces y legisladores se encuentra limitada cuando se prescinde de estos aportes científicos. La trascendencia de la interrelación entre neurociencias y derecho es de gran relevancia tanto para los procesos judiciales como para el diseño de políticas públicas y obviamente a la hora de sancionar leyes.
También la actividad de los testigos, actores fundamentales de los procesos judiciales, están alcanzados por estas cuestiones. La neurociencia está descifrando los sofisticados mecanismos de la memoria humana para explicar cómo archivamos y luego recordamos la información. Un testigo es fundamentalmente su memoria, pero con un cerebro detrás que agrega, quita y distorsiona.
Hay un capítulo de la serie de ciencia ficción Black Mirror (Cap 3, temp.3. «The Entire History of You» ,2009.) que imagina un futuro donde todas las personas tienen un implante de memoria que graba todo lo que hacen, oyen y ven. Podría ser la única forma de tener testigos 100 % veraces. Mientras tanto, tendremos que recurrir a las neurociencias, para poder entender y mejorar lo imperfecto de los procesos judiciales.