Fuentes judiciales confirmaron que los casos por los que se responsabiliza a Capdevila son los de Sara Solarz de Osatinsky y Thelma Dorothy Jara de Cabezas, ambas detenidas clandestinamente en la ESMA.
Los integrantes de la Sala II confirmaron la labor del juez federal Sergio Torres, y entendieron que se probó en el expediente que ambas detenidas fueron privadas de su libertad por un grupo de civiles que se desempeñaban para el Grupo de Tareas 3.3.2 de la ESMA, al que también, según constancias de la causa, pertenecía Capdevila.
Ambas detenidas trabajaron durante meses en la ESMA, mientras seguían clandestinas y ambas recuperaron la libertad a fines de 1979, explicaron las fuentes. Solarz de Osatinsky declaró en 1984 en Ginebra y luego ratificó ante la justicia porteña que tras una sesión de picana eléctrica, fue Capdevila quien “dio el visto bueno para continuar con la tortura”, mientras que Jara de Cabezas identificó la voz del médico y reconoció al represor en una fotografía.
Al ratificar la resolución tomada por Torres, la Sala II de la Cámara consideró que “los testimonios de las víctimas son pruebas concretas y suficientes”, teniendo en cuenta que los testimonios brindados por las dos mujeres aparecen “coherentes, contestes y concordantes entre sí”.
De esta forma, rechazaron el planteo de la defensora oficial de Capdevila, Silvia Otello Rella, quien precisamente apeló el procesamiento argumentando que el juez Torres se basó exclusivamente en los testimonios de las víctimas.
El tribunal sostuvo que Capdevila “participó en el sometimiento de las nombradas a soportar maltratos físicos y morales y condiciones inhumanas de detención, con el objeto de obtener información de la vida de determinadas personas”.
Pero los casos de las mujeres no son los únicos que comprometen a Capdevila, los camaristas Eduardo Luraschi y Martín Irurzun recordaron que el médico también habría participado en la imposición de tormentos para obtener información a Víctor Aníbal Fatala, Susana Beatriz Leiracha de Barros, Víctor Melchor Basterra y Ana María Martí.