Cuando el 30 de noviembre de 1985 los presidentes dela República Argentina y de la República Federativa del Brasil, Raúl Alfonsín yJosé Sarney respectivamente, firmaron al pie de las Cataratas la Declaraciónde Iguazú, expresaron su firme voluntad política de acelerar el procesode integración bilateral. En armonía con los esfuerzos de cooperación ydesarrollo regional, expresaron su firme convicción de que esta tarea debe serprofundizada por los gobiernos con la indispensable participación de todos lossectores de sus comunidades nacionales, a quienes convocaron a unirse a esteesfuerzo, ya que cabe también a ellos explorar nuevos caminos en la búsqueda deun espacio económico regional latinoamericano[1].

 

Esta coincidencia abarcaba todos los sectoressusceptibles de una mayor integración entre los dos países[2]y tenía por objetivo el elaborar propuestas para lograr una rápidaprofundización de los vínculos de cooperación e integración económica,especialmente en lo referido a las áreas de complementación industrial,energía, transporte y comunicaciones, desarrollo científico - técnico, comerciobilateral y con terceros mercados[3].

 

Para poder avanzar de acuerdo a lo estipulado en laparte declarativa de la Declaración de Iguazú de noviembre de 1985, en juliodel año siguiente, los gobiernos de Argentina y del Brasil deciden firmar enBuenos Aires el Acta de Buenos Aires en la cual deciden establecer elPrograma de Integración y Cooperación Económica entre la República Argentina yla República Federativa del Brasil[4].Para tal fin, establecen como principios de elaboración y ejecución delPrograma el que será gradual, en etapas anuales de definición, negociación,ejecución y evaluación [...] será flexible de forma tal de poder ajustar sualcance, ritmo y objetivos [...] incluirá, en cada etapa, un conjunto reducidode proyectos integrados en todos sus aspectos, previéndose inclusive laarmonización simétrica de políticas para asegurar el éxito de los proyectos yla credibilidad del Programa [...] será equilibrado en el sentido que no debeinducir a una especialización de las economías en sectores específicos; quedebe estimular la integración intrasectorial; que debe buscar un equilibrioprogresivo, cuantitativo y cualitativo, del intercambio por grandes sectores ypor segmentos a través de la expansión del comercio [...] propiciará lamodernización tecnológica y una mayor eficiencia en la asignación de recursosen las dos economías, a través de tratamientos preferenciales ante tercerosmercados, y la armonización progresiva de políticas económicas con el objetivofinal de elevar el nivel de ingreso y de vida de las poblaciones de los dospaíses[5].En función de este objetivo central, “elevar el nivel de ingreso y de vidade las poblaciones de los dos países”, se firmaron en el marco de estePrograma veinticuatro protocolos que abarcaban la casi totalidad de las áreasen las cuales podía promoverse una integración entre Argentina y Brasil. Éstaseran bienes de capital, trigo, complementación de abastecimiento alimentario,expansión del comercio, empresas binacionales, asuntos financieros, fondo deinversiones, energía, biotecnología, estudios económicos, información inmediatay asistencia recíproca en casos de acciones nucleares y emergencias radiológicas,cooperación aeronáutica, siderurgia, transporte terrestre, transporte marítimo,comunicaciones, cooperación nuclear, cultural, administración pública, moneda,industria automotriz, industria de la alimentación, regional fronterizo,planeamiento económico y social.

 

Como vemos, las bases sobre las cuales se cimenta laintegración sudamericana tras la instauración democrática son de carácterabarcativo y no restrictivo, puesto que incluye los más variados ámbitos y nose circunscribe al ámbito estrictamente económico.

 

Este criterio comienza a variar con la firma, en1988, del Tratado de Integración, Cooperación y Desarrollo entre laRepública Argentina y la República Federativa del Brasil. En él, seestablece que los territorios de los dos países integrarán un espacioeconómico común[6] y seestablece claramente que el presente Tratado y los Acuerdos específicos envirtud de él celebrados serán aplicados de acuerdo con los principios degradualidad, flexibilidad, equilibrio y simetría, para permitir la adaptaciónprogresiva de los habitantes y de las empresas de cada Estado Parte a lasnuevas condiciones de competencia y de legislación económica[7].

 

Asimismo este Tratado incluye un actor novedoso en laintegración sudamericana al hablar, en el artículo 6, de una ComisiónParlamentaria de Integración de carácter consultivo.

 

Sin embargo el cambio fundamental en la integraciónsudamericana ocurre en 1990 con la firma, por parte del presidente Carlos Menemde la República Argentina, y el presidente Fernando Collor de Melo de laRepública Federativa del Brasil, del Acta de Buenos Aires en la cual sedejan de lado los criterios de flexibilidad y gradualidad que guiaron elproceso durante la década anterior y se avanza en la creación del Mercado Comúnentre Argentina y Brasil poniendo especial énfasis en la coordinación depolíticas macroeconómicas y en las rebajas arancelarias generalizadas, linealesy automáticas, como metodologías primordiales para la conformación del MercadoComún[8].Para cumplir tal objetivo se estipulaba un Grupo de Trabajo Binacionalcreado a tales efectos[9].

 

A partir de este Acta serán los lineamientosneoliberales los que guiarán la integración, poniendo mayor atención en losaspectos concernientes al mercado y la economía y dejando a un lado el resto delos temas de interés, ya sean de carácter institucional como así también loreferente a los restantes ámbitos de la integración que se habían estipulado enel Acta de Buenos Aires de julio de 1986. En este sentido, son claros losobjetivos perseguidos cuando sólo se establece un mínimo esquema institucionalque guíe el proceso de integración. Según lo estipulado en el Anexo II delActa, el Grupo de Trabajo Binacional para la conformación del Mercado Comúnentre la República Argentina y la República Federativa del Brasil, en adelantedenominado Grupo Mercado Común, tendrá como función elaborar y proponer a ambosgobiernos todas las medidas sucesivas que permitan dar cumplimiento a losobjetivos y plazos adoptados por los Presidentes de ambos países[10]el cual estará subordinado a la Comisión de Ejecución del Tratado deIntegración, Cooperación y Desarrollo del 29 de noviembre de 1988[11].Como se ve, en este Acta desaparece la Comisión Parlamentaria deIntegración prevista en el artículo 6 del Tratado de Integración, Cooperación yDesarrollo entre la República Argentina y la República Federativa del Brasil,con lo cual las decisiones se adoptarían, a partir de entonces, por los ámbitosgubernamentales de eminente aspecto económico tales como la Subsecretaria deIndustria y Comercio y la Subsecretaria de Economía del Ministerio de Economía,el Banco Central de la Republica Argentina, ocupándose el Ministerio deRelaciones Exteriores y Culto de una coordinación general.

 

Este mismo criterio se siguió con la firma, en marzode 1991, del Tratado de Asunción que instituyó el Mercado Común del Sur(MERCOSUR). Este Tratado, signado por Argentina y Brasil, que venían trabajandoen la integración desde 1985, como así también por la República del Paraguay yla República Oriental del Uruguay, establece en sus considerandos que elobjetivo de la creación del MERCOSUR, que es el establecimiento de un MercadoComún entre los países signatarios del acuerdo, debe ser alcanzado medianteel más eficaz aprovechamiento de los recursos disponibles, la preservación delmedio ambiente, el mejoramiento de las interconexiones físicas, la coordinaciónde las políticas macroeconómicas y la complementación de los diferentessectores de la economía, con base en los principios de gradualidad,flexibilidad y equilibrio, sin embargo los objetivos a los cuales seapuntan se circunscriben al accionar de las empresas, y no de los habitantes delos Estados parte, bajo el criterio de la teoría del derrame, según la cual siun sector económico obtenía mejoras y ganancias, tarde o temprano esa situaciónse derramaría hacia el resto de la sociedad.

 

Asimismo, al momento de establecer la estructuraorgánica del MERCOSUR se establece que la Administración y ejecución delpresente Tratado y de los acuerdos específicos y decisiones que se adopten enel marco jurídico que el mismo establece durante el período de transición,estará a cargo de los siguientes órganos: a) Consejo del Mercado Común; b)Grupo Mercado Común[12].dejandode lado, una vez más y tal como ocurriera con la firma del Acta de Buenos Airesdel 6 de julio de 1990, la representación de los ciudadanos a través de lapresencia de los “representantes del pueblo” entre las instituciones delproceso de integración.

 

Sin embargo esta realidad se modificó con la firmadel Protocolo de Ouro Preto en diciembre de 1994. A través de esteProtocolo se modifica la estructura orgánica del MERCOSUR, aunque se mantienenestables y vigentes los objetivos económicos que perseguía como así también elcriterio filosófico economicista que guiaba su accionar.

 

Esta modificación determinó que la estructurainstitucional del MERCOSUR contará con los siguientes órganos: I - El Consejodel Mercado Común (CMC); II - El Grupo Mercado Común (GMC); III - La Comisiónde Comercio del MERCOSUR (CCM); IV - La Comisión Parlamentaria Conjunta (CPC);V - El Foro Consultivo Económico-Social (FCES); VI - La SecretaríaAdministrativa del MERCOSUR (SAM). Parágrafo único - Podrán ser creados, en lostérminos del presente Protocolo, los órganos auxiliares que fueren necesariospara la consecución de los objetivos del proceso de integración[13].Este cambio parecía ser un avance en la democratización en la toma dedecisiones del proceso de integración como así también en sus objetivos, puestoque incorporaba actores hasta ahora ausentes, tales como los parlamentarios olos miembros de la sociedad civil que, nucleados en organizaciones de interéscomún, podrían participar del Foro Consultivo; asimismo se dejaba abierta laposibilidad de la adecuación de la estructura sin ser necesario un engorrosoproceso de negociación y firma de un nuevo Protocolo. Sin embargo se clausurabaestas posibilidades en el artículo siguiente, en el cual se sostenía que sonórganos con capacidad decisoria, de naturaleza intergubernamental: el Consejodel Mercado Común, el Grupo Mercado Común y la Comisión de Comercio delMERCOSUR[14].Quedaba claro que el resto de los órganos serían de mero carácter consultivosin ninguna posibilidad efectiva de influencia en el devenir del proceso deintegración; asimismo, si bien se sostenía que ”podrán ser creados, en lostérminos del presente Protocolo, los órganos auxiliares que fueren necesariospara la consecución de los objetivos del proceso de integración” estosnuevos órganos no podrían ser parte de los grupos decisorios, puesto que parapoder formar parte de ellos sería necesaria la reforma del Protocolo o la firmade nuevo instrumento legal que reemplazara el Protocolo de Ouro Preto.

 

Queda claro entonces que el MERCOSUR recogió muchomás los fundamentos del Acta de Buenos Aires de 1990 que los de los acuerdosalcanzados durante la década del 80´ entre Argentina y Brasil, y que sepriorizó el objetivo estrictamente económico comercial por sobre el objetivomás general de los acuerdos anteriores y se eligió una metodologíageneralizada, lineal y automática por encima de la flexibilidad y elgradualismo.

 

Sin embargo hoy en día, tras el derrumbe de la teoríaeconomicista que guiara el accionar de la mayor parte de los dirigentes sudamericanoscon responsabilidad de gobierno durante la década del 90´ vuelve a ponersesobre el tapete la necesidad de discutir la importancia del proceso deintegración y su forma de construcción y objetivos.

 

Por ello es hora de decir basta de MERCOSUR, basta deesa teoría economicista según la cual el progreso de ciertos sectoreseconómicos empresariales se derramaría, tarde o temprano, hacia el resto de lasociedad. Es necesario que retomemos un concepto de integración más amplio, nonecesariamente el mismo de la década del 80´, pero si eso nos puede servir debase.

 

Es imprescindible que se firme un nuevo Tratado deIntegración, que reconozca la integración de los pueblos y no sólo de losfactores productivos, que incluya una organicidad tal que garantice larepresentación de todos los actores involucrados en el proceso.

 

Para que esto se pueda llevar adelante es menesterque las instituciones que “gobiernen” el proceso de integración sean decarácter supranacional y velen por el cumplimiento del objetivo central quedebe tener cualquier proceso de integración que es el mejoramiento de lascondiciones de vida de los habitantes de los países que forman parte de dichoproceso, puesto que si sólo son de carácter intergubernamental y se encargan decoordinar el accionar de los Estados parte del proceso de integración no sepuede constituir una verdadera Comunidad. Para poder lograr esto es necesariala existencia de una verdadera estructura organizativa comunitaria y, por ende,supranacional.

 

Con la llegada al gobierno del Presidente Lula enBrasil y el Presidente Kirchner en Argentina parecen abrirse nuevos horizontesen la integración sudamericana, y prueba de ello son los hechos acontecidos enel último año, siendo los más importantes la incorporación de argentinos en ladelegación brasileña en el Consejo de Seguridad de la ONU, la profundizacióndel organigrama institucional del MERCOSUR, la incorporación de Perú comomiembro asociado del proceso de integración y, fundamentalmente, lareactivación del eje Buenos Aires-Brasilia como mascarón de proa del MERCOSUR.

 

Es claro que la sintonía existente entre los primerosmandatarios da el impulso imprescindible para que el MERCOSUR avance a pasofirme hacia su profundización y su ampliación. Así lo demuestra la firma del Consensode Buenos Aires, al que algunos denominaron “respuesta al Consenso deWashington”, por el cual se establecían claramente los intereses de ambospaíses y resaltando, entre los más importantes, la integración regional.

 

Hoy en día juntos Argentina y Brasil poseen el 70%PIB y el 60% de la población de América del Sur, es decir, son un factordeterminante a la hora de construir la integración sudamericana, por ello esfundamental que minimicemos los lógicos recelos construidos a través de tantosaños y comencemos a construir una nueva forma de pensar que privilegie lacooperación por sobre la confrontación.

 

En consecuencia debemos propugnar la discusión deotro tipo de integración, una integración más democrática, y para elloes fundamental la instauración de un Parlamento sudamericano; más justa,para lo cual es imprescindible que se instituya un Tribunal con jurisdicciónpara poder garantizar la aplicación de lo estipulado por las instituciones delproceso de integración; más solidaria, y para tal fin se hace primordialel establecimientos de fondos económicos que disminuyan las desigualdades entrelos diversos países que formen parte de esta nueva integración sudamericanacomo así también de las desigualdades que hay en el seno de cada país.

 

Es hora entonces que lo sudamericanos digamos BASTADE MERCOSUR y que avancemos juntos hacia la COMUNIDAD SUDAMERICANA DENACIONES para la cual es imprescindible convocar a la totalidad de losEstados sudamericanos, para que a través de ellos, los pueblos sudamericanosdiscutan y establezcan una integración política, económica y social que lesgarantice una mejor calidad de vida, y entonces si la integración cumpla con elobjetivo que debe guiar el accionar de toda acción política que es elgarantizar la mayor felicidad para el mayor número de personas.

 

Es necesario que todos y cada uno de lossudamericanos entendamos que ya quedó perimido aquel juego de suma cero quecaracterizó la política sudamericana por cien años a través del cual se veía laganancia de uno de los países de la región como la pérdida del propio país.Frente a ello es imprescindible que fomentemos una lógica de juego de sumapositiva, a través del cual cuando un país gana, lo hace la región en suconjunto, y que, a largo plazo, somos todos los que ganamos, sólo así podremosconstruir un futuro mejor, más merecedor de ser vivido para todos loshabitantes de Sudamérica.

 

Lic.Eduardo Rivas

 

 

Tema 2:

MERCOSUR - ASPECTOSINSTITUCIONALES

Hacia una nuevainstitucionalización. Parlamento. Tribunal Superior.

 

Lic. Eduardo Rivas

Licenciado en Ciencia Política(UBA)

Magister en Estudios de la UniónEuropea (UdC)


Trasla instauración democrática de la década del ´80, y en gran medida gracias a lasintonía existente entre los presidente Raúl Alfonsín y José Sarney queprivilegiaron una política de cooperación por sobre la política deconfrontación que había caracterizado las décadas anteriores se firma el 30 denoviembre de 1985 la Declaración de Iguazú que es el primer paso de lo que unlustro más tarde se convertiría en el MERCOSUR.

 

Sinembargo con la implementación de políticas neoliberales por parte del gobiernoargentino comenzaron, a mediados de la década del ´90, las desavenencias entrelos mayores socios del MERCOSUR.

 

Con la llegada al gobierno del Presidente Lula enBrasil y el Presidente Kirchner en Argentina parecen abrirse nuevos horizontesen la integración sudamericana, y prueba de ello son los hechos acontecidos enel último año, siendo los más importantes la incorporación de argentinos en ladelegación brasileña en el Consejo de Seguridad de la ONU, la profundizacióndel organigrama institucional del MERCOSUR, la incorporación de Perú comomiembro asociado del proceso de integración y, fundamentalmente, lareactivación del eje Buenos Aires-Brasilia como mascarón de proa del MERCOSUR.

 

Esnecesario entonces, de cara a los nuevos acontecimientos que todos y cada unode los mercosureños entendamos que ya quedó perimido aquel juego de suma ceroque caracterizó la política sudamericana por cien años a través del cual seveía la ganancia de uno de los países de la región como la pérdida del propiopaís. Frente a ello es imprescindible que fomentemos una lógica de juego desuma positiva, a través del cual cuando un país gana, lo hace la región en suconjunto, y que, a largo plazo, somos todos los que ganamos, sólo así podremosconstruir un futuro mejor, más merecedor de ser vivido para todos loshabitantes de Sudamérica.

Lic. Eduardo Rivas

 



[1]. Declaración de Iguazú, punto 18.

[2]. Op. Cit., punto 20

[3]. Op. Cit., punto 20.

[4]. Acta de Buenos Aires, punto 1.

[5]. Op. Cit., punto 2.

[6]. Tratado de Integración, Cooperación yDesarrollo entre la República Argentina y la República Federativa del Brasil,artículo 1.

[7]. Op. Cit., artículo 2.

[8]. Acta de Buenos Aires, punto 2.

[9]. Idem anterior.

[10]. Acta de Buenos Aires, Anexo II, punto 1.

[11]. Op. Cit., punto 2.

[12]. Tratado de Asunción, artículo 9.

[13]. Protocolo de Ouro Preto, artículo 1.

[14]. Op. Cit., artículo 2.

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