En esta minicrisis, habría sido la difusión que
tuvieron las amenazas contra la jueza federal María Servini de Cubría y su atildado secretario, Ricardo Parodi. Es que la vehemente magistrada -cuando se enoja suele abandonar los preámbulos- le espetó a la misma conducción de la Armada que
en ella estaba el poder de parar los actos intimidatorios que llegaron a lo insoportable cuando desconocidos rompieron una gruesa puerta e invadieron la casa de Parodi, el único
funcionario de ese juzgado que atiende el secuestro de menores en la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada) durante la dictadura. Nadie podía creer que -pese al cambio de imagen
de los últimos meses- se pueda coincidir más con el razonamiento militar que con los reclamos de las Abuelas de Plaza de Mayo que respaldaron a la jueza.
hugo morales / dju
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