Se habría mostrado en privado el ex ministro de Justicia, Ricardo Gil Lavedra –el ex funcionario intenta retornar a los primeros planos para lo cual ya envió a todas las redacciones un “dossier” con su tarea en los pocos meses que estuvo en la gestión- con su sucesor, Jorge de la Rúa, por el manejo –aunque Gil Lavedra sostiene que no hubo ni siquiera una simple gestión- del caso de los presos de La Tablada ante la Corte, cuyo fallo adverso le costó el primer traspié político serio al Gobierno en esos estrados, pese a la luna de miel que había tejido Julio Nazareno con el De la Rúa, presidente y cuyo arquitecto fue , precisamente, Gil Lavedra. Pero, según Gil Lavedra, el De la Rúa ministro ni su segundo Melchor Cruchaga –enfurecido el pasado jueves cuando se conoció el dictamen del alto tribunal- hicieron poco para convencer a los máximos jueces. Claro que con un 90 por ciento de rechazo en las encuestas, la cerrada negativa de la Cámara de Casación Penal de otorgar la doble instancia y la reprochable presión de la izquierda sobre la Justicia – Adolfo Vázquez recibió varios llamados con amenazas a su celular- era un vallado difícil de atravesar por la Corte aunque quisiera.
hugo morales / dju
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